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Colas interminables en los accesos a una gasolinera del centro de Londres. Reuters
El 'brexit' deja Gran Bretaña sin camioneros

El 'brexit' deja Gran Bretaña sin camioneros

El Gobierno extiende los visados para camioneros inmigrantes una semana después de anunciarlos para frenar el desabastecimiento

Iñigo Gurruchaga

corresponsal en Londres

Sábado, 2 de octubre 2021, 20:39

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El Gobierno británico ha extendido la duración de los visados a camioneros y trabajadores de la industria cárnica para reducir los problemas que afectan a la producción y a las cadenas de suministro. Pero los propietarios de gasolineras afirman que la situación en el sudeste de Inglaterra es crítica y los empresarios de productos cárnicos califican las medidas como menores y tardías.

Unos trescientos conductores de camiones cisterna recibirán visados por un procedimiento de urgencia y podrán trabajar en Reino Unido hasta el final de marzo. Transportistas más convencionales obtendrán su permiso de trabajo al final de octubre y podrán quedarse hasta el final de febrero. Los cárnicos ya no tendrán que marcharse del país el día de Nochebuena. Podrán quedarse hasta Nochevieja.

El Ejército movilizará a 200 soldados este fin de semana para que acompañen a transportistas de combustible, como fase final de su periodo de formación. Un centenar conducirá a partir del lunes los camiones cisterna mantenidos por el Estado como reserva para casos de emergencia. Estos cambios se producen una semana después de que se anunciasen 10.500 visados que expiraban en Nochebuena.

Tras estos anuncios, Boris Johnson se dirigirá a los delegados del Partido Conservador esta semana, en la primera conferencia en persona desde la victoria en las elecciones de diciembre de 2019. Volvería a ganarlas si se celebrasen hoy. Los críticos acusan a su Gobierno de agravar la crisis por falta de planeamiento, pero los partidarios prometen un desenlace que confirme el acierto del Brexit.

El termómetro de la crisis es la High Street, la calle mayor que agrupa a los comercios en el urbanismo de la ciudad británica. En un recorrido por una de esas arterias de la vida cotidiana, este sábado, todos los consultados confirmaban el efecto que está teniendo la escasez de conductores en los suministros y la notable inflación de los precios.

Sin provisiones

La mujer india que regenta una papelería muestra el albarán de esta semana. Señalaba una sección, Materiales de Arte, de la que no ha recibido provisiones. «Porque no hay conductores», decía. Y los precios han subido al menos un 15%. Se quejaba también de que se multipliquen en la calle nuevas sucursales de las cadenas de hipermercados, un oligopolio que aplasta a los pequeños comercios.

En el supermercado turco, uno de los propietarios afirma que no tienen problemas de suministro, porque se abastecen de diferentes mayoristas y tienen flexibilidad. La crisis de las gasolineras ha creado problemas de movimiento a sus furgonetas. Lo más notable que está ocurriendo es, a su juicio, el aumento de los precios, entre el 30% y el 40%. No solo de alimentos. También al comprar una estantería.

La subida del precio de neumáticos es similar en su sector, según el dueño kurdo de un garaje. Los nuevos trámites aduaneros con la Unión Europea han causado una mayor lentitud en la importación de ruedas fabricadas en Francia. Antes le llegaban en uno o dos días y ahora, en tres o cuatro. Las furgonetas de los distribuidores también se retrasan por las dificultades para repostar.

Paciencia

La farmacéutica señala la parte frontal de su mostrador para ilustrar sus problemas de suministro. Hay una franja vacía, que estaba destinada a remedios para la irritación de la garganta. Pero no faltan las medicinas recetadas en los centros de salud del vecindario. La evolución del acceso a las gasolineras puede crear problemas, pero esta semana no se habían manifestado.

El propietario pakistaní del 'corner shop'- la tienda de la esquina- está teniendo dificultades para abastecerse de agua embotellada y de otros alimentos y bebidas. La gente de su gremio hace colas en los mayoristas y, cuando llega un camión con su carga, hay que abrirse paso para obtener los productos deseados.

Se despeja la calle mayor hacia espacios menos urbanizados. La gasolinera de Shell está cerrada. Solo tiene diésel. El cajero dice que, en cuanto llega el camión cisterna, se forma a primera hora de la mañana una cola de unos cuatrocientos metros y se agota en tres horas la gasolina sin plomo.

En la de Esso, que está cerca, todos los surtidores están ocupados y una pareja que ronda los setenta años ocupa el último lugar en la breve cola dentro del recinto de la gasolinera. «Está 'okay'», dice él. Es la primera vez que va a llenar el depósito de su coche desde el inicio de la crisis y la espera será razonable. No está preocupado por las circunstancias.

Cuando se enumeran, en la enseñanza, por ejemplo, los valores destacados de la población británica, se cita la resiliencia, un estoicismo para resistir a la adversidad y sobreponerse. ¿Es una característica de la sociedad de hoy? «Creo que eso perdura en las viejas generaciones», afirma el hombre septuagenario. «Los mayores somos más reglamentados y los jóvenes más desconsiderados».

Ya entre parques y campos de golf, un gran hipermercado. Hay estantes con franjas vacías. En uno de ellos, de comida preparada, se lee un anuncio: «Le pedimos paciencia. Estamos experimentando una demanda muy alta». Pero hay gran abundancia de alimentos y bebidas. Algunas voces temen otro pánico consumidor en las fechas navideñas, si persisten los problemas logísticos.

El Gobierno fue advertido en junio del déficit de personal en el transporte por carretera y en otros sectores. Pero no modificó las restricciones a la inmigración. Ahora lo hace con una escala que no corresponde con las carencias del momento. Insiste en que hay problemas similares otros países y que su firmeza transformará, o eliminará, sectores de la economía que han operado en base a una oferta incesante de mano de obra y bajos salarios.

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