Trump siembra el caos en el Pentágono

Con diversas entrevistas concedidas a esa cadena, que Donald Trump ve en el «tiempo ejecutivo» que le reserva la agenda, el oficial de las fuerzas especiales logró colarse en el Despacho Oval y recibir por Twitter la promesa de que el presidente no dejaría que «la Armada se quedase con los galones de Navy SEAL».

Gallagher había sido denunciado por sus propios compañeros tras apuñalar en el cuello a un joven acusado de pertenecer al Estado Islámico que trajeron las fuerzas iraquíes con una bala en la pierna. El jefe del pelotón Alfa del Equipo 7, conocido por su volatilidad y episodios violentos, le apretó la herida al detenido, que se irguió de dolor. Luego le puso la bota encima para obligarlo a agacharse, contó en el juicio Craig Miller, uno de sus subordinados que a esa hora almorzaba en una 'Humvee' aparcada a unos tres metros. Desde ahí le vio agacharse a su lado y apuñalarle «una o dos veces en el cuello». El prisionero expulsó sangre por la boca «como si un niño pequeño vomitase», mientras el oficial médico que lo atendía daba un respingo sin atreverse a decir nada.

Su abogado fue capaz de minar la credibilidad de Miller y otros compañeros que, si bien recordaban vívidamente estos detalles, no supieron contestar a otras preguntas, bien porque la memoria no les alcanzase o porque no quisieran inculparse en actos ilegales como beber alcohol en el vehículo. Lo que Gallagher no pudo negar es que se había tomado una foto con el cadáver, junto a su pelotón, como trofeo.

Aquel 3 de mayo de 2017, después de pasar por todos los rituales que el jefe organizó, Miller reunió a sus compañeros y les preguntó algo muy simple: «¿Os sentís cómodos con lo que ha pasado aquí hoy?». El juicio de guerra que se celebró a principios de este año fue la respuesta de esos hombres, que se atrevieron a denunciar los abusos de un jefe militar al que consideraban «perverso». Como tal, Gallagher encontró empatía en un comandante en jefe que siempre ha defendido la mano dura.

En llamada telefónica, el presidente le prometió que intervendría para reponerle los galones, limpiar su expediente y que se retirara con honores «como si esto nunca hubiera ocurrido». También le explicó por qué: «Me dijo que quería darles confianza a nuestros guerreros para que vayan allí y hagan su trabajo sin cuestionarse nada, que quiere que sepan que el presidente les guardará las espaldas». Trump ha indultado a otros dos oficiales condenados por crímenes de guerra.

El mal ambiente que eso generó en el Pentágono llevó a la cúpula a pelearse entre sí, presuntamente por tener distintas iniciativas para evitar el catastrófico mensaje de impunidad. Hábil en el juego de dividir, Trump contó el viernes al secretario de Defensa, Mark Esper, y al jefe del Estado Mayor, Mark Milley, que el secretario de la Marina, Richard Spencer, le había propuesto dejar que Gallagher se retirase con honores si no interfería en el proceso y permitía que todo pareciese consecuencia del mismo. «Nos cogió por sorpresa, no sabíamos nada», confesó el jefe del Pentágono, que al día siguiente pidió a Spencer su dimisión.