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Carámbanos cuelgan de un mirador en Central Park este miércoles de Nueva York. Efe

Un giro de 45 grados descongelará EE UU

Diez muertos, 4.800 vuelos cancelados y al menos una treintena de hospitalizados por congelación saldan el vórtice polar

Mercedes Gallego

Corresponsal en Nueva York (EE UU)

Jueves, 31 de enero 2019

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Ríos congelados, olas petrificadas, vías de tren en llamas… Las imágenes que llegaban del Medio Oeste estadounidense parecían sacadas de una película apocalíptica, pero eran reales. Más de 230 millones de estadounidenses estaban ayer bajo cero y, como contraste, dentro de tres días vivirán temperaturas primaverales para esta época del año.

El guiño climático es un aviso escalofriante para quienes han sobrevivido sólo porque se trataba de un par de días que bien podían sobrellevarse frente a la televisión con una buena calefacción. ¿Qué hubiera pasado si una prolongada ola de frío hubiera hecho saltar las infraestructuras energéticas, como ocurrió en julio de 2003 en el noroeste del país con una ola de calor? El apagón de dos días puso de manifiesto la vulnerabilidad de las urbes ante la falta de electricidad, que en invierno hubiera resultado aún más mortal.

Quince personas han perdido la vida con el vórtice polar. No eran ancianos, ni población especialmente vulnerable, sino precisamente los que se creyeron más fuertes que el fenómeno atmosférico. Como Gerald Belz, un estudiante de 18 años que la policía del campus universitario de Iowa en el que estudiaba Medicina encontró desplomado en el suelo. Otro estudiante que aparecía en una foto en pantalones cortos y abultado chaquetón polar se negó a dar su nombre al fotógrafo porque «mi madre se enfadaría mucho si se entera».

Sólo en Illinois las estupideces llevaron a una treintena de personas al hospital con extremidades congeladas y al borde del colapso. En ese estado donde varias localidades registraron las temperaturas más bajas de todos los tiempos, con una generalidad de 35 grados bajo cero, sin contar la sensación térmica que traían los vientos árticos, Chicago pudo ganar el premio de fotografía. Las imágenes de los trenes deslizándose sobre raíles en llamas en la oscuridad de la noche batían la imaginación de Hollywood. No era un accidente, de los muchos que provocaron los cortocircuitos eléctricos, sino una operación controlada para salvar el sistema de transporte, tan necesitado estos días. Las autoridades tuvieron que recurrir a incendiar los raíles para que los trenes no descarrilaran en aquellos tramos en los que las temperaturas extremas habían encogido los hierros hasta separarlos. Para mantener el control sobre las llamas los equipos de mantenimiento tuvieron que hacer turnos de doce horas.

Todo esto acabará abruptamente este fin de semana. Los cerca de 5.000 vuelos cancelados podrán remontar y, en comparación, muchos creerán que se han transportado al Caribe. Ciudades como Chicago pasarán a 13 grados, un vuelco de 45 grados que desconcertará a cualquier cuerpo. El momento justo para salir a la calle con la camiseta de «yo sobreviví a la peor ola de frío de mi generación» que ha empezado a venderse. Las redes sociales están inundada de fotos en las que alguien sale al porche con un cazo de agua hirviendo para mostrar al grito de 'yujuu' como se congela al instante cuando la lanzan al aire. La lluvia de estupideces se congela, el invierno continúa.

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