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Los diputados volvieron este lunes al Congreso tras mes y medio de receso en el que se han dedicado a hacer campaña. EFE
Los demócratas impulsan leyes pendientes ante el riesgo de perder el Congreso

Los demócratas impulsan leyes pendientes ante el riesgo de perder el Congreso

Quedan apenas 17 días para que la Cámara Baja se disuelva y en enero se renovará con una probable mayoría del Partido Republicano

mercedes gallego

Corresponsal. Nueva York

Lunes, 14 de noviembre 2022, 22:09

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Nadie esperaba que una semana después de las elecciones de mitad de mandato el control del Congreso estuviera en el aire, pero ese es el caso. La tradicional etapa del pato cojo es este año todavía más incierta, frente a un congreso salomónicamente dividido en el que ningún partido podrá presumir de tener el apoyo mayoritario del pueblo salvo por la mínima.

Eso podría condenar a Estados Unidos a la ingobernabilidad, particularmente si la Cámara Baja queda en manos del Partido Republicano, una vez que la del Senado está ya bajo control de los demócratas tras las victorias este fin de semana en Nevada y Arizona. Al Partido Demócrata le quedan exactamente 17 días para disfrutar de la exigua mayoría en ambas cámaras que ha tenido en los últimos dos años el presidente Joe Biden.

Los legisladores volvieron este lunes al trabajo tras mes y medio de receso en el que se han dedicado a hacer campaña. Para algunos no es solo el final de su legislatura, es también el final de una etapa, ya que no todos volverán a ocupar escaños en enero. En la cabeza traían la carta de los Reyes Magos, aquellas cosas por las que quieren ser recordados y con las que completar su legado. Entre ellas, una ley para definir el papel del vicepresidente en la certificación de los resultados electorales, con la que evitar que presidentes como Donald Trump intenten convencer a su segundo para que aborte el resultado electoral.

Eso es lo que ocurrió cuando algunos de sus asesores convencieron a Trump de que Mike Pence era su última oportunidad de permanecer en la Casa Blanca. La ley mejorada de la transición presidencial y la reforma del conteo electoral apuntalará la original de 1887 al restringir el papel del vicepresidente, mayormente ceremonial, y elevará el listón para objetar resultados. Se trata de una ley que fortalece la democracia y que cuenta con el apoyo bipartidista de los líderes demócrata y republicano del Senado, Chuck Schumer y Mitch McConnell. Ambos mantendrán sus cargos en el 117 congreso que jurará en enero, pero McConnell enfrenta ya algunos desafíos dentro de su propio partido.

Otra iniciativa bipartidista destinada a perdurar en la memoria y en la historia es la que convertiría en ley el reconocimiento federal de los matrimonios del mismo sexo a los que dio luz verde el Tribunal Supremo en el 2015. En junio, el juez más conservador del banquillo, Clarence Thomas, anticipó expresamente en su sentencia para derogar la protección del aborto en junio que los matrimonios del mismo sexo pueden seguir la misma suerte. «Tenemos la obligación de corregir el error establecido con esos precedentes», escribió.

Propuesta

Una iniciativa bipartidista pretende blindar los matrimonios entre personas del mismo sexo

Si el Supremo, con miembros vitalicios, cumple su amenaza, más de un millón de parejas que han formado legalmente un hogar conjunto en los últimos siete años podrían ver su vida y su familia en el limbo. Esa responsabilidad pesaría en el legado de quienes no han hecho nada para protegerles y podría pasarles factura en las urnas.

Pragmatismo o idealismo

La Cámara Baja ya aprobó la ley en septiembre, pero los republicanos pidieron al líder demócrata en el Senado tiempo para materializar el apoyo de unos diez conservadores que están dispuestos a poner su firma en ella. La versión del Senado tendrá que reconciliarse con la de la Cámara Baja, en la que ahora hay más diputados moderados de los que se espera encontrar a partir de enero.

Defender la democracia y los derechos fundamentales son sin duda tareas nobles, pero el presidente Biden quiere que lo primero sea garantizar la solvencia del Gobierno federal. La financiación del mismo se resolvió en septiembre con un parche temporal que expira el 16 de diciembre. Los demócratas quieren más fondos para luchar contra la pandemia y para continuar las investigaciones de la insurrección del 6 de enero. Toca también aprobar una nueva ley de Defensa que, entre otras cosas, garantice más ayuda militar a Ucrania. Uno de los pocos temas en los que había unidad se ha vuelto controvertido a medida que crece el cansancio de la guerra y el dolor de la inflación en casa.

Se trata, y en eso coinciden todos, de ser más pragmáticos que idealistas. Con las vacaciones de Acción de Gracias y Navidad de por medio, es una carrera contrarreloj del quiero y no puedo antes de que dejen de poder.

Trump prepara su campaña

«¿Quién crees que debe ser mi vicepresidente?». La pregunta de Donald Trump ayer, en uno de los correos masivos con los que bombardea estos días a sus seguidores para recaudar fondos, era también un recordatorio de la máxima del expresidente: nunca un paso atrás, nunca una disculpa.

Las críticas dentro del Partido Republicano que estos días culpan a sus negacionistas de los malos resultados electorales de la semana pasada no parecen haber tenido ningún impacto en su decisión de anunciar esta noche su próxima campaña presidencial. Ocurrirá en la madrugada del miércoles en España, 'prime time' en la parrilla televisiva de EE UU, cómo le gusta al magnate que batió récords de audiencia con el reality show 'The Apprentice'. El escenario será su residencia de Florida Mar-a-Lago, con algún discurso incendiario y apocalíptico que le permita presentarse como él salvador del país.

En realidad lo que busca es salvarse a sí mismo. Trump intuye que se avecina una imputación criminal por su intento de corromper los resultados electorales que le dieron la derrota en 2020 y cree que la mejor forma de protegerse es revestirse de inmunidad política. Con ello calentará a sus bases y podrá acusar al Departamento de Justicia de convertirse en arma política del presidente Biden para frenarlo.

Es exactamente lo que hacía él desde el poder. Según dijo el general John Kelly al 'New York Times', mientras era jefe de gabinete de la Casa Blanca el presidente intentó que se abrieran investigaciones fiscales de revancha contra quienes percibía como sus enemigos políticos. Al menos dos de ellos, el ex director del FBI James Comey, y su segundo, Andrew McCabe, vieron caer sobre ellos las garras de Hacienda.

Kelly sostiene que lograba disuadirle cada vez que reclamaba la vendetta, lo cual coincidía con informes que le fueran negativos. Su argumento es que eso era «potencialmente ilegal», e inmoral, por lo que podía volverse contra él. Su rival presidencial, Hillary Clinton; el fundador de Amazon y propietario del Washington Post, Jeff Bezos; el ex director de la CIA, John Brennan, y varios agentes del FBI que testificaron contra él en la investigación rusa, estaban en la mira.

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