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Tiroteo en Oklahoma. reuters
Biden se dirige al país tras otra matanza en un hospital de Oklahoma

Biden se dirige al país tras otra matanza en un hospital de Oklahoma

El tiroteo deja cuatro víctimas, y el presidente suplica al Congreso que apruebe una iniciativa legal que pueda acotar la violencia de las armas

mercedes gallego

Corresponsal. Nueva York

Jueves, 2 de junio 2022, 10:02

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No hay consuelo. Si para el Padre Eddie, en Uvalde, esta semana es como un entierro constante, para EE UU el desgarre de las armas por todo el país no tiene descanso. La masacre del miércoles en un hospital de Tulsa, en la que murieron cuatro personas (además del autor), es la número 233 en lo que va de año y la 20 en los ocho días que habían transcurrido desde la de Uvalde, según la cuenta de los Archivos de la Violencia Armada.

Joe Biden tiene las manos atadas por la ausencia de mayoría de su partido en el Senado, pero aún así no podía permanecer impertérrito ante el clamor que le demanda hacer algo. ¿Hacer qué? La Ley para Proteger a Nuestros Hijos que se presentó este jueves en el Comité Judicial de la Cámara Baja elevaría la edad legal para adquirir armas a los 21 años -la misma que se requiere para comprar una cerveza-, generalizaría la necesidad de revisar el historial policial para otorgar una licencia y aumentaría las penas por prestar un arma a diez años de prisión.

Nada de eso hubiera impedido que Michael Louis matase el miércoles «a su médico y a todo el que se le pusiera delante», dijo en una carta que dejó. Entre ellos estaban, además de Preston Phillips; la doctora de medicina deportiva, Stephanie Husen; la recepcionista, Amanda Glen; y otro paciente, William Love, que en ese momento sostenía la puerta abierta para que el resto huyera. «Siento que no hayamos podido salvaros», sollozó ante los micrófonos Ryan Parker, adjunta del jefe médico del hospital St. Francis.

LAS CLAVES:

  • Autor de la masacre. Louis mató «a su médico y a todo el que se le pusiera por delante», dijo en una carta antes de suicidarse

  • Detonante. «Le echaba la culpa al doctor Phillips de su dolor de espalda», subrayó el jefe de Policía de Tulsa

Louis tenía 45 años y se había comprado el día antes un rifle automático AR-15, como el que utilizó Salvador Ramos para perpetrar la masacre escolar de Uvalde y Payton Gendron para la del supermercado de Buffalo, con el propósito específico de matar al médico que culpaba de haberle dejado lisiado con dolor de espalda. Tres días antes se compró, también legalmente, la Smith semiautomática del calibre 40 con la que se pegó un tiro en la cabeza. Al parecer no quería para su cadáver el destrozo que causan los rifles de asalto de tipo militar. En la escena del crimen se recuperaron 37 casquillos de rifle y siete más de pistola. «Le echaba la culpa al doctor Phillips de su dolor de espalda», contó en conferencia de prensa el jefe de Policía de Tulsa, Wendell Franklin.

Su frustración con el médico procedía de la operación que el cirujano le realizó el 19 de mayo. Recibió el alta cinco días después, sin que le abandonara el dolor. Había llamado al hospital en numerosas ocasiones para quejarse y pedir «tratamiento adicional», añadió el jefe de Policía, sin especificar qué tipo de ayuda médica.

«No os merecíais esto»

El problema de la puerta de entrada de la Escuela Robb de Uvalde no tuvo ningún papel en este tiroteo, porque el hombre se las arregló para entrar por el garaje. La Policía tardó tres minutos en aparecer a partir de la primera llamada a los servicios de emergencias, según el adjunto del jefe de Policía, Eric Dalgleis. «Eran las tres personas más comprometidas del mundo en hacer lo que hacían día a día», lamentó el jefe ejecutivo del hospital, Cliff Robertson. «No os merecíais esto».

Nadie se lo merecía, pero el doctor Phillips, afroamericano, como su asesino, estaba especialmente comprometido con el Tercer Mundo y trabajaba como voluntario en distintos países de África, donde sus servicios como cirujano se proporcionaban gratuitamente.

Hastiado de tanta muerte gratuita, el presidente Biden alteró este jueves su agenda para incluir un discurso sobre la epidemia de las armas en hora de máxima audiencia, al anochecer. Había poco que pudiera decir más que conminar al Congreso a aprobar la legislación que, a su juicio, empezará a poner coto a un mal que a EE UU se le escapa de las manos, porque son muchos los que deciden canalizar sus frustraciones a tiros: Gendron, de 18 años, que compareció este jueves ante el juez para ser acusado de 25 cargos, por su paranoia de que los blancos están siendo «reemplazados» por las minorías. Ramos, también de 18, que no podía graduarse con su clase por su fracaso escolar. Y Louis, de 45, por una operación que no dio los resultados que esperaba.

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