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El presidente Joe Biden brindó su apoyo al candidato demócrata a gobernador de Virginia, Terry McAuliffe, durante la campaña. EFE
Primer castigo del electorado a Biden

Primer castigo del electorado a Biden

La educación y la pandemia marcan la derrota de los demócratas en los comicios de Virginia y New Jersey

mercedes gallego

Corresponsal. Nueva York

Miércoles, 3 de noviembre 2021, 10:24

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Joe Biden se lo dijo claramente a los miembros de su partido antes de partir para Glasgow. Si no aprobaban la ley de infraestructuras el éxito de su presidencia y la exigua mayoría en el Congreso estarían en juego. No le escucharon y la normativa sigue sin votarse ante la falta de acuerdo. Este miércoles tuvieron el primer bofetón de los votantes.

«Creo que debería haberse aprobado antes de la noche electoral, pero no estoy seguro de que hubiera cambiado el resultado de los distritos conservadores, donde han ido a votar muchos seguidores de Trump», analizó este miércoles el presidente. Y abruptamente, después de llamar «basura» a lo que difunde Fox News, dio por concluida la conferencia de prensa y se marchó a lo Trump.

Las elecciones locales y en estados que se llevaron a cabo este primer martes de noviembre era el primero desde la derrota que acabó con la presidencia del magnate. Un año después, las urnas han demostrado que los votantes se han curado del miedo contra Trump y están decepcionados con su sucesor, que después de él goza de los índices de popularidad más bajos de la historia a estas alturas de su mandato, 42% frente al 57% en los tres primeros meses. Asustar a los votantes con la llegada de otros delfines de Trump no sirve para ganar porque los republicanos han aprendido a enganchar a sus seguidores sin escandalizar al resto.

Con esa media tinta se dibujará la hoja de ruta del partido conservador para recuperar la mayoría en las cámaras el año que viene. El autor de la estrategia es Glen Youngkin, que el martes le arrebató el puesto de gobernador de Virginia a Terry McAuliffe, un poderoso barón del Partido Demócrata que fuese presidente de la campaña de reelección de Bill Clinton en 1996.

McAuliffe no es un demócrata cualquiera. Fue el presidente del partido entre 2001 y 2005, y dirigió la primera campaña presidencial de 2008, en la que Hillary Clinton se lo puso muy difícil a Barack Obama. Todo ese poder y esa astucia política le sirvió para ganar en 2013 el Gobierno de Virginia, un estado rural que sirve de extrarradio a Washington DC y, por tanto, alterna el poder entre republicanos y demócratas. La Constitución le impedía gobernar dos mandatos consecutivos, pero tenía todas las papeletas y el poder para recuperar el cargo en estas elecciones, consideradas un termómetro para medir el desgaste del partido en el poder.

Ley de Infraestructuras

El resultado indica una preocupante destemplanza del electorado. Los demócratas no solo han perdido Virginia con McAuliffe. También han rozado la derrota en Nueva Jersey, un estado mayormente demócrata que, como Virginia con Washington, sirve de extrarradio a Nueva York y alterna su parte urbana con la rural. Allí el gobernador Philip Murphy se mantendrá por los pelos.

¿Qué salió mal? Para empezar, el espectáculo de ver a los demócratas negociar durante meses en el Congreso sin ser capaces de ponerse de acuerdo entre ellos para aprobar la histórica ley de infraestructura que han diseñado ellos mismos. Para seguir, el hastío de la pandemia y todas las medidas implantadas para contenerla. Y para concluir, la llamada Teoría Crítica de la Raza, que en el último año ha pasado del oscurantismo académico sobre cómo enseñar en los colegios el origen racista de Estados Unidos, a ser un revulsivo de la derecha.

El presidente demócrata cuenta con uno de los índices de popularidad más bajos de la historia a estas alturas de mandato

La clase blanca resentida por convertirse en los malos de la película y los padres que quieren tener más control sobre la educación de sus hijos son el cóctel electoral que ha dado la victoria a Youngkin. En el último debate McAuliffe cometió un error garrafal al decir que «los padres no deberían decirle a los profesores lo que tienen que enseñar». Tras año y medio de pandemia educando a sus hijos en casa, las madres están más involucradas que nunca y quieren ser las que decidan si sus hijos van al colegio o no, se ponen la mascarilla, la vacuna o leen 'Beloved', la novela de la Premio Nobel afroamericana Toni Morrison sobre la esclavitud, «con brutales escenas de sexo», alegaba Youngkin, y que los voluntarios de McAuliffe repartían en los últimos mítines porque su rival quería «sacarlo de la lista de lecturas escolares».

«La gente está enfadada y preocupada por muchas cosas, desde los colegios hasta el precio de la gasolina», defendió Biden, «pero la ley para Reconstruir Mejor América arreglará muchas de estas cosas», prometió. Además, los expertos avisan que para mantener las cámaras en noviembre próximo hará falta que su popularidad llegue al 45%.

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