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Un niño yemení sostiene un fusil en una concentración en Saná. EFE
Biden congela la ofensiva en Yemen y advierte que «esta guerra debe acabar»

Biden congela la ofensiva en Yemen y advierte que «esta guerra debe acabar»

El presidente desmonta algunas de las principales decisiones de Trump en política exterior y suspende la retirada de las tropas de Alemania

mercedes gallego

Corresponsal. Nueva York

Jueves, 4 de febrero 2021, 23:12

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«EE UU está de vuelta», anunció este jueves Joe Biden en su primer discurso sobre política exterior. Su plan es liderar a la comunidad internacional mediante la diplomacia, que será el eje de su política exterior, frente a los exabruptos y amenazas de Donald Trump. Se acabaron los chantajes de aranceles a golpe de tuit. «Si las reglas del comercio internacional son justas, ningún país sobre la faz de la tierra puede aventajarnos», aseguró con confianza.

El laborioso proceso de reconstrucción del liderazgo moral de Estados Unidos comienza por revertir los principales agravios del anterior Gobierno. Si el primer gran discurso sobre política exterior del presidente Trump fue en Arabia Saudí, el primero de Biden tenía un mensaje muy claro para el dirigente de ese país que supo agasajar al magnate: el apoyo militar a su ofensiva en Yemen se ha acabado. Y pronto la guerra también, según se propone Biden, porque ha prometido enfrascarse en acciones diplomáticas para resolver la mayor crisis humanitaria del mundo. «Esta guerra tiene que acabar», anunció.

Y no es lo único. También ha puesto fin a la retirada del contingente militar que EE UU ha mantenido en Alemania desde la II Guerra Mundial, que el líder republicano comenzó a desmantelar el año pasado de acuerdo con su filosofía de «América first». Su política unilateralista sirvió para que no empezara ninguna guerra, pero también para retirar el apoyo a los aliados tradicionales de EE UU que no entrasen en el juego de la adulación personal. Biden ha dado instrucciones al Pentágono de que revise minuciosamente el reparto de todas sus fuerzas en el exterior a lo largo de los próximos 60 días. Hasta entonces, las fuerzas estadounidenses seguirán en sus posiciones actuales.

CABECERA:

  • 60 días es el plazo que tiene el Pentágono para revisar el despliegue de sus fuerzas en otros países

Esa fue la noticia más importante que transmitió el nuevo presidente al mundo, al comparecer personalmente en la sede del Departamento de Estado. Llegaba cargado de mensajes para subir la moral del cuerpo diplomático, mermado por la caza de brujas de su antecesor y debilitado por la creencia de que la mejor diplomacia era la fuerza. «Pese a lo duros que han sido los últimos cuatro años, habéis permanecido comprometidos con la democracia y la legalidad, y por eso os damos las gracias», reconoció la vicepresidenta Kamala Harris a los diplomáticos.

La nueva pareja en la Casa Blanca ha prometido «guardarles las espaldas» para que ellos se la guarden al país, siempre con estricto apego a la ley y la máxima transparencia. «Sois la cara de este país», les dijo el presidente, tras deshacerse en halagos. «Os voy a empoderar y voy a confiar en vosotros. El éxito de mi política exterior depende no en poco de vosotros».

Rusia y China

El discurso de Biden también estaba cargado de mensajes para las principales potencias del mundo. A Rusia ya le había dado un anticipo por teléfono. «Los días en los que EE UU se echa a un lado frente a las agresiones rusas se han acabado», zanjó. Eso no quiere decir que no siga negociando con la potencia rival, con la que ya ha acordado prorrogar el acuerdo nuclear START. Pero también que le pasará cuentas por sus acciones en casa y en el extranjero, como el arresto de Alexéi Navalni.

Con China dijo estar dispuesto a trabajar «desde una posición de fuerza» para negociar «aquellos asuntos que sean importantes para la seguridad nacional», sin olvidar que los derechos humanos y los avances autocráticos de sus satélites vuelven a estar en la agenda estadounidense. De ahí que presumiera de haber liderado ya una reunión internacional en el Consejo de Seguridad de la ONU para tratar el golpe de estado en Birmania, a cuya junta militar conminó a ceder el poder. La cuestión ahora es cómo dotará de dientes a esos esfuerzos diplomáticos.

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