Borrar
El presidente Joe Biden con familiares de un policía que falleció después de defender el Capitolio. Reuters
Biden condecora a la Policía que defendió el Capitolio

Biden condecora a la Policía que defendió el Capitolio

Cuatro agentes se han suicidado desde el 6 de enero por los traumas que dejó el brutal asalto perpetrado por parte de los seguidores de Trump

Mercedes Gallego

Nueva York

Viernes, 6 de agosto 2021, 22:24

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

«Para la mayor parte de la gente, el 6 de enero duró apenas unas horas, pero para algunos de nosotros no ha terminado». Así definía el sargento Aquilino Gonnell el trauma que él y muchos de sus compañeros viven desde el brutal asalto al Capitolio que sufrieron por parte de los seguidores de Donald Trump. La batalla dejó cinco muertos y 140 heridos, pero las heridas del alma y de la mente han arrastrado a otros cuatro hasta el suicidio, el último enterrado este viernes.

«La indiferencia que se ha mostrado a mis colegas es ¡una vergüenza!», gritó el agente Michael Fanone con un golpe sobre la mesa que estremeció a todos los legisladores, durante su declaración ante el comité que investiga los hechos. «Siento que fui al infierno y volví para proteger a los que están en esta sala y ahora algunos niegan que el infierno existiera o que fuera tan malo como decimos».

Después de eso la presentadora de Fox Laura Ingraham los ridiculizó en antena dándole un premio «por teatrero». No se sabe si el oficial de la policía de Washington Kyle DeFreytag vio ese humillante reporte del emotivo testimonio que dieron cuatro policías del Capitolio, pero sin duda las teorías conspiratorias de la ultraderecha, que les acusan de encubrir una farsa, debieron contribuir a su agonía. Tenía 26 años, el lunes se quitó la vida. Le gustaba «hacer senderismo, acampada, montar en moto, viajar y tocar los tambores», decía su necrológica.

Después de eso el Senado votó unánimamente en favor de la ley que ha otorgado cuatro medallas de oro a todos los que protegieron el Capitolio aquel trágico día de Reyes en el que el presidente Trump pidió a sus seguidores que evitarán la certificación de los resultados electorales que calificaba de fraudulentos. «Una turba de extremistas y terroristas lanzaron un violento y mortal asalto a la casa del pueblo contra el sagrado ritual de certificar una elección libre y justa», recordó el presidente Joe Biden el jueves al firmar la ley en el Jardín Rosado de la Casa Blanca.

Fue «una insurrección». Pese a que muchos temían que Trump llegaría hasta el golpe de estado, nadie preparó al pequeño cuerpo de policía que defiende el Capitolio para el brutal asalto de tipo medieval que tuvieron que enfrentar. El Pentágono, cuyo mando había relevado el presidente el mes antes, tardó horas en enviarles los refuerzos que pedían desesperadamente. «Nos electrocutaron, nos golpearon, nos abusaron», contaron a los miembros de la Comisión. «Yo estaba en primera línea y me arrastraron hasta la multitud. Oí decir: «¡tengo a uno!». Sentí como me quedaba sin oxígeno y pensé: así es como voy a morir», recordaron los agentes Fanone y Aquilino.

Desde entonces llevan ese trauma grabado en el alma, agravado por el desprecio que le profesan en el entorno conservador en el que muchos viven. La ultraderecha incluso considera «sospechoso» que cuatro se hayan suicidado en siete meses y ha desarrollado una nueva teoría de la conspiración que achaca sus muertes a asesinatos del estado para encubrir lo que realmente ocurrió. «Alguien está tratando de silenciarlos. ¿Realmente crees que esto es una coincidencia? Aquí hay algo más gordo, ¡no somos tontos!», dijo en antena DeAnna Lorraine, ideóloga de QAnon, que acusa a los seguidores de Black Lives Matter de haberse infiltrado en la masa de racistas para alborotarlos y provocar la violenta toma que recogieron las cámaras.

El gobierno los considera «héroes» y para que al menos no queden dudas en los archivos nacionales, desde ayer tienen una medalla de oro en el Museo Smithsonian, otra en el Capitolio y dos más en la sede de la Policía Metropolitana de Washington y la del cuerpo de policía del Capitolio.

Confiesa su culpabilidad

El dueño de un gimnasio de Nueva Jersey se declaró culpable este viernes de agredir a un policía en el ataque del 6 de enero contra el Capitolio de Estados Unidos por parte de partidarios del entonces presidente republicano Donald Trump. Scott Fairlamb, de 44 años y hermano de un agente del Servicio Secreto estadounidense, podría enfrentar poco más de cuatro años de prisión por sumarse al ataque, que pretendía impedir que el Congreso certificara la victoria del presidente demócrata Joe Biden frente a Trump en las elecciones de noviembre de 2020.

En una audiencia celebrada el viernes en un tribunal federal de Washington, el exluchador de artes marciales fue el primero de los cientos de acusados por el ataque que se declaró culpable de agredir a un agente de policía. Imágenes de video que captaron el momento del ataque lo muestran gritando y bloqueando a un agente de policía mientras agitaba una porra plegable. Instó a los «patriotas» a que desarmaran al policía y asaltaran el edificio.

También se declaró culpable de obstruir un procedimiento oficial del Congreso, y otros cargos fueron retirados. Aunque Fairlamb podría ser condenado a una pena de hasta 20 años de prisión, las directrices oficiales establecidas para sus delitos aunadas a la falta de antecedentes penales importantes sitúan el tiempo de cárcel recomendado entre 41 y 51 meses.

Un segundo hombre, Devlyn Thompson, del estado de Washington, también se declaró culpable el viernes de agredir a la policía el 6 de enero. Thompson, de 28 años, formaba parte de un grupo que lanzó objetos a la policía y les quitó los escudos antidisturbios. También se le vio blandir una porra metálica contra los agentes. Aunque se enfrenta a una pena máxima de 20 años, es probable que se acerque más al rango sugerido en el caso Fairlamb.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios