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Trabajadores del cementerio Parques de la Paz, del Estado ecuatoriano de Guayas, meten una caja de cartón con un fallecido en un nicho. mauricio torres/ EFE
Decenas de ecuatorianos desconocen el destino de los cuerpos de sus familiares

Decenas de ecuatorianos desconocen el destino de los cuerpos de sus familiares

La Fiscalía Provincial del Guayas investiga la negligencia en el traslado de cadáveres en cinco contenedores ubicados en tres hospitales

KAREN PINTO GARZÓN

Lunes, 4 de mayo 2020, 00:01

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Parecía que Evelyn había pasado por su peor momento cuando se vió obligada a tener el cuerpo de su madre fallecida en su casa, y luego en un ataúd en la calle de su portal. Pero ahora, sigue sufriendo porque no sabe dónde. Ella, al igual que decenas de personas, reclaman los cadáveres de sus seres queridos a las autoridades, en la ciudad de Guayaquil, Ecuador. Actualmente, este país es uno de los más golpeados por la pandemia a nivel mundial.

Dos días antes del fallecimiento de su madre, de 65 años, Evelyn Gutiérrez y su esposo llamaron a las líneas de emergencia -171 y ECU911- y describieron los síntomas que tenía (fiebre, tos seca y diarrea) y las medicinas que estaba ingiriendo. Pero, desde estos servicios, les dijeron que «no se preocuparan porque todavía no tenía dificultades para respirar, y uno de los síntomas mencionados no era propio del coronavirus».

Murió el domingo 29 de marzo. Ese mismo día, desde muy temprano, habían rogado desesperados, a los mismos números de emergencia, para que les enviaran una ambulancia, porque estaba tosiendo y ahogándose. Agonizaba en su cama. Según explica Evelyn, necesitaba oxígeno, pero era inútil llevarla a un hospital porque estaban colapsados. «La mayoría de pacientes se moría dentro y muchos cadáveres desaparecían», explica.

Embalaron a su madre fallecida, por miedo al coronavirus, aunque no sabían si murió por esta causa, y la pusieron encima del sofá, mientras buscaban cementerios y funerarias disponibles. Pero todos estaban desbordados. Había largas colas para recibir atención, y aunque intentaron comprar un ataúd, estaban agotados. Así que ellos mismos hicieron una caja de madera, la pusieron dentro y la sacaron a la calle de su portal.

Después de tres días de mucha insistencia, dos trabajadores de Medicina Legal realizaron el levantamiento del cadáver, y les informaron que iban a enterrarla en el cementerio del Parque de la Paz. En ese momento, pensaron que su infierno había terminado, pero nunca imaginaron que sólo era el principio de otra temporada de incertidumbre y sufrimiento.

Treinta y dos días después, Evelyn sigue sin saber qué hicieron con el cuerpo de su madre. La pareja ha llamado de forma insistente a las autoridades, pero nadie responde a sus preguntas. El Gobierno ecuatoriano creó una página web en la que se puede localizar en qué camposanto han sido enterrados los fallecidos, insertando el nombre y el número de identificación. Todos los días han buscado el cuerpo a través de esa plataforma, pero no aparece.

No es el único caso. Decenas de personas de Guayaquil están pasando por la misma situación. Como Nayet Villota, que está desesperada por encontrar el cuerpo de su abuela de 85 años. Falleció el 25 de marzo en una clínica privada, y fue trasladada al Hospital Guasmo Sur. Desde ese día y durante las dos semanas siguientes, Nayet acudió a ese centro de salud para reclamar el cuerpo.

«El olor era putrefacto porque ahí estaban tres contenedores en los que apilaban los cuerpos; era un caos, nadie sabía nada». Treinta y ocho días después, su familia sigue llamando y escribiendo a las autoridades para ubicar el cuerpo, o para que les entreguen las cenizas, como han hecho con otras personas.

En «estado de putrefacción»

Actualmente, la Fiscalía Provincial del Guayas investiga la negligencia en el traslado de cadáveres en cinco contenedores, ubicados en tres hospitales: Teodoro Maldonado Carbo, Los Ceibos y el Hospital Guasmo Sur. En los tres contenedores de este último se registra la situación más crítica, según informó la fiscal provincial, Yanina Villagómez, a Ecuavisa -un medio nacional-, se desconocen los nombres de 131 fallecidos que se encuentran en un «estado de putrefacción». Y mencionó que se van a hacer las gestiones para reconocer las identidades de estos cuerpos.

Un estudio de 'Financial Times' reveló que la provincia ecuatoriana del Guayas es la región del mundo con un mayor incremento de muertes, que no están recogidas en las cifras oficiales de fallecimientos por Covid-19. Solo en el mes de abril hubo un aumento del 380% de fallecimientos en dicha región: un total de 8.941, mientras que en el mismo mes de 2019 se registraron 1.861 muertes, según el Registro Civil ecuatoriano.

Las cifras oficiales del Ministerio de Salud de Ecuador indican que hay 29.226 contagiados y 1.063 fallecidos por coronavirus en todo el país. Sin embargo, el secretario de presidencia, Juan Sebastián Roldán, señaló que el número de decesos en Guayas por esta enfermedad rondaría los 8.000. Según el Gobierno, en los últimos días las muertes se han reducido, y las atenciones de emergencia en la red del Ministerio de Salud Pública (MSP) registran el 86% de disminución, a nivel nacional, entre el 26 de marzo y el 21 de abril.

Por ahora, decenas de ciudadanos están reclamando a través de Twitter los cadáveres de sus seres queridos. Han escrito cientos de veces a Jorge Wated, presidente de BanEcuador (el banco público del país), quien gestiona los entierros por coronavirus a nivel nacional y que ha respondido a mucho de los comentarios. Otros, como Evelyn, no han recibido respuesta.

«El Gobierno nos trata como si no fuéramos nada», dice el marido de Evelyn, «ellos nos están matando». Él también ha tenido fiebre y tos en los últimos días y ha llamado a las líneas de emergencia, pero no le quieren hacer la prueba. Tiene mucho miedo por sus dos hijas y por Evelyn, a la que despidieron del trabajo hace unos días. Están en cuarentena y cuidándose, con la higiene y el distanciamiento recomendados. Mientras tanto, siguen luchando para encontrar el cuerpo de la madre de Evelyn. Según dicen, lo harán día y noche, hasta que las autoridades les diga dónde la enterraron, o hasta que les entreguen las cenizas, para que tanto ellos, como su madre, puedan descansar en paz.

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