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Soldados del Ejército Popular de Liberación de China con máscarillas protectoras marchan más allá de la entrada a la Ciudad Prohibida, en Beijing. Efe
Solo el ejército chino esquiva la crisis del coronavirus

Solo el ejército chino esquiva la crisis del coronavirus

China renuncia a dictar un objetivo de crecimiento económico para este año, pero destina un 6,6% más a Defensa y se centra en combatir el paro

Zigor Aldama

Shanghái

Viernes, 22 de mayo 2020, 08:36

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La pandemia del coronavirus ha provocado una escabechina económica en el primer trimestre y, lo que es peor, ha extendido una sensación de incertidumbre que impide al gobierno chino dictar un objetivo para el crecimiento del PIB este año. Por eso, durante la sesión inaugural de la Asamblea Popular Nacional, el primer ministro Li Keqiang ha preferido hoy cuantificar otras metas: en 2020, año en el que concluye el plazo dado por el presidente Xi Jinping para que China se convierta en 'una sociedad moderadamente próspera', el país más poblado del mundo trabajará para mantener la tasa de paro por debajo del 6% y para crear nueve millones de empleos urbanos.

«Los esfuerzos para estabilizar el empleo, asegurar la calidad de vida de la población, erradicar la pobreza, y evitar los riesgos que acechan dependen del crecimiento económico, así que asegurar un desempeño económico estable es de crucial significancia», ha afirmado Li durante la lectura del Informe de Trabajo con el que China analiza la labor del Gobierno durante el último año. «Debemos profundizar en las reformas de apertura para estabilizar el empleo, estimular el consumo, robustecer el mercado, y continuar creciendo», ha añadido el mandatario frente a los más de 2.900 delegados que han llegado de todos los rincones del país y que solo se han sentado en el anfiteatro del Gran Palacio del Pueblo después de haber dado negativo en dos tests de coronavirus.

La consigna para este año es una de sobra conocida en el resto del mundo: apretarse el cinturón. China tendrá que hacer más con menos. La recaudación fiscal se verá afectada por la situación de la economía y, sin embargo, el gasto social deberá crecer para cumplir con los objetivos de empleo y bienestar. «La construcción de nuevos edificios gubernamentales y el gasto excesivo e innecesario están totalmente prohibidos. El gobierno central será ejemplar a este respecto y buscará reducir su presupuesto con un recorte de más de la mitad en partidas no esenciales», ha explicitado Li.

El objetivo de déficit fiscal se sitúa ocho décimas por encima del dictado el año pasado -3,6%- y China emitirá bonos del Tesoro por valor de unos 130.000 millones de euros, a los que se sumarán otros 493.000 millones de euros en bonos de gobiernos locales. Pero no parece que la deuda se vaya a desbocar ni que se la APN esté trabajando en un gran plan de estímulo económico como el que permitió al gigante asiático capear la crisis global de 2008.

Consciente de los devastadores efectos que la pandemia está teniendo en la economía global, Li ha afirmado que China «tratará a las empresas extranjeras igual que a las locales» y que en el mercado del gigante asiático reinará una «competencia justa». Pero este es un viejo discurso que nunca se ha materializado y, en esta ocasión, el Partido Comunista no ha ahondado en los planes para continuar con las reformas económicas, que parecen pasar a un segundo plano. Los dirigentes chinos consideran que la solución a la crisis provocada por el coronavirus está en la capacidad de consumo de su propio país, y todo apunta a que China se cerrará un poco más.

Es un proceso que responde también a las amenazas que los mandatarios chinos perciben fuera de sus fronteras. No en vano, Donald Trump apunta a Pekín con toda su artillería diplomática y económica, e incluso Australia y la Unión Europea se muestran disgustadas por la gestión inicial de la pandemia y por el intento de utilizar el coronavirus para ganar influencia global a través de lo que se ha denominado como 'la diplomacia de la mascarilla'. Aunque China subraya una y otra vez que ha actuado con responsabilidad y transparencia, cada vez son más las voces que demandan una investigación sobre su opacidad inicial e incluso exigen compensaciones económicas por el daño que ha causado el patógeno.

Quizá por todo eso, el ejército chino es el único que esquiva la crisis del coronavirus y logra incrementar sustancialmente su presupuesto: en 2020 crecerá un 6,6% hasta alcanzar los 165.000 millones de euros. Es un porcentaje nueve décimas inferior al del año pasado y supone el menor aumento de las últimas dos décadas, pero todavía está muy por encima de las previsiones para el PIB y de las predicciones que habían hecho analistas militares chinos, que vaticinaban un aumento del orden del 3%. El Gobierno resta importancia al asunto afirmando que siempre mantendrá el presupuesto de Defensa por debajo del 2% del PIB y señalando que, en términos absolutos, todavía representa solo una cuarta parte del estadounidense.

No obstante, al otro lado del Océano Pacífico se ve con preocupación la modernización del ejército chino, que hace unos años dejó a un lado su estrategia cuantitativa -es el que cuenta con mayor número de efectivos- para adoptar una cualitativa: ya es capaz de construir sus propios portaaviones y de desarrollar cazas 'invisibles' que rivalizan con los americanos, y ha puesto en marcha ambiciosos proyectos para liderar campos como la guerra cibernética o la conquista del espacio. En cualquier caso, el portavoz de la APN, Zhang Yesui, reiteró ayer que el poder militar de China «es eminentemente defensivo».

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