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El Papa Francisco, ayer, durante un encuentro en Rangún con el consejo supremo de los monjes budistas. :: afp
Bangladés quiere confinar a los rohinyá

Bangladés quiere confinar a los rohinyá

El Gobierno planea trasladar a 100.000 refugiados a una isla desierta que se inunda y que sirve de base ocasional a piratas

DARÍO MENOR

DACA.

Jueves, 30 de noviembre 2017, 01:00

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Bhashan Char, también conocida como Thengar Char, es una remota isla surgida a partir de 2006 en el estuario formado por el río Meghna en su desembocadura en el Golfo de Bengala, en Bangladés. Es un sitio inhóspito que se inunda con las lluvias monzónicas y cuya superficie oscila entre los 40 y los 60 kilómetros cuadrados, según las mareas. No está habitada y sólo pasan de vez en cuando por allí los piratas que tratan de secuestrar a los pescadores de la zona para pedir luego un rescate. La civilización queda lejos de Bhashan Char: si no hay mala mar se tardan dos horas en barco para llegar hasta el núcleo urbano de importancia más cercano.

Este perdido lugar, cuyo nombre significa 'isla flotante' en idioma bengalí, va camino de convertirse en la nueva patria de los rohinyá, la minoría musulmana víctima desde el pasado 25 de agosto de una campaña de limpieza étnica desatada por el Ejército de Myanmar. Son ya más de 690.000 los miembros de esta minoría registrados por las autoridades del vecino Bangladés, donde ya vivían unos 300.000 que habían cruzado la frontera en oleadas anteriores.

Ese millón largo de refugiados en una nación pobre y superpoblada ha llevado a la primera ministra, Sheikh Hasina, a preparar el traslado de hasta 100.000 miembros de esa comunidad a Bhashan Char. El Gobierno de Daca llevaba rumiando la idea desde hace un par de años pero no fue hasta el martes cuando presentó un plan para construir viviendas y otras infraestructuras que permitan acoger a esta población. El proyecto prevé una inversión de 236 millones de euros.

El ministro de Planificación, Mustafa Kamal, explicó que la Marina de su país edificará 120 núcleos urbanos con barracones, agua corriente, sistema de saneamiento y de electricidad. Se espera que las obras comiencen en los próximos días y estén terminadas en 2019. Kamal justificó la decisión por la gran presión poblacional y medioambiental que sufre la zona de Cox's Bazar, donde se encuentran los campamentos de refugiados.

Con esta iniciativa, el Gobierno de Bangladés reconoce de forma implícita la poca confianza que tiene en que pueda llegar a buen puerto el acuerdo firmado con Myanmar la semana pasada para repatriar a los rohinyá. Las autoridades de Naipyidó impusieron unas condiciones difíciles de cumplir, entre las que destaca que los refugiados presenten documentos para probar su residencia en territorio birmano. El mayor problema de esta minoría es precisamente su condición de apátrida desde hace generaciones por la negativa de Myanmar a reconocer a sus miembros como nacionales. Quienes tenían algún documento tampoco están en mejor situación, pues muchos de ellos los perdieron cuando los militares les atacaron y quemaron sus viviendas.

Organizaciones internacionales como Amnistía Internacional (AI) pusieron el grito en el cielo ante el proyecto de confinar a 100.000 rohinyá en una isla desierta. «Sería un terrible error por la lejanía con otros campamentos de refugiados y por el peligro de inundaciones», comentó Biraj Patnaik, director de AI en el sureste asiático. «Después de abrir las puertas a más de 600.000 rohinyá en los últimos tres meses, el Gobierno de Bangladés corre el riesgo ahora de socavar esa protección y desperdiciar el apoyo internacional conseguido».

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) tampoco pareció ver clara la opción de Bhashan Char. «No conocemos los detalles del plan, pero cualquier traslado de refugiados debe ser siempre de forma voluntaria y garantizando unas condiciones de salubridad y de respeto de las necesidades y los derechos de esas personas», explicó Mohammed Abu-Asaker, portavoz de Acnur.

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