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M. LÓPEZ DE GUEREÑO CORRESPONSAL
Lunes, 22 de enero 2018, 00:47
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Las autoridades venezolanas impidieron ayer a la familia del piloto rebelde Óscar Pérez, abatido el pasado lunes por las fuerzas de seguridad junto a seis correligionarios con los que se levantó contra el Gobierno, honrarle con un velatorio tradicional y tampoco le posibilitaron elegir el lugar donde reposarían sus restos. Su cadáver fue enterrado lejos de sus compañeros, en la parte más alta y de difícil acceso del cementerio Este de Caracas. La inhumación tuvo lugar a las siete y media de la mañana con la única presencia de su tía Aura Pérez, que verificó su identidad, y una prima. Sin embargo, poco después, cuando las fuerzas del orden abandonaron el camposanto, decenas de ciudadanos colocaron sobre su tumba flores, banderas de Venezuela y mensajes de 'libertad', 'SOS' o 'la esperanza nunca muere', en referencia a quien consideran «un héroe» que dio su vida para acabar con «la dictadura» de Nicolás Maduro.
El sepelio del expolicía de criminalística, piloto, buzo y actor ocasional, de 36 años, tuvo lugar veinticuatro horas después de que el sábado recibieran tierra sus compañeros de rebelión. Pérez y sus seis colegas, además de dos agentes públicos, en un violento enfrentamiento con la policía y cuerpos militares que emplearon armamento de gran fuerza destructiva para terminar con un grupo que el chavismo calificó de «terrorista».
La polémica sobre la operación sigue, sobre todo después de la publicación de un vídeo subido a Instagram momentos antes de su muerte por el propio Pérez, quien aseguraba en la grabación que quería negociar su entrega aunque sabía que lo iban a matar. A ello se sumó horas después el informe de los forenses, que determinó que los rebeldes murieron de un «traumatismo craneoencefálico severo», provocado, «por una herida con arma de fuego disparada a la cabeza».
Esta conclusión está recogida en el acta de defunción difundida el viernes -cuatro días después de su muerte- y abona la tesis de la oposición, que siempre ha mantenido que se trató de «una ejecución extrajudicial». La autopsia no aclara si fue un tiro de gracia o un disparo efectuado a distancia, pero la coincidencia del tipo de la herida mortal hace pensar en una acción ejecutada a sangre fría. El chavismo niega el escándalo escudándose en la seguridad del Estado.
El grupo de Pérez se mantuvo seis meses en la clandestinidad, a pesar de que el expolicía era el hombre más buscado de Venezuela. El fallecido se ha convertido en el último icono de antichavismo.
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