Un hombre intenta limpiar el barro de su zona de trabajo. Marilú Báez

La vuelta a la normalidad en Álora: «Estamos intentando salvar lo que podemos entre barro y escombros»

Vecinos y voluntarios luchan por recuperar el pueblo tras el desbordamiento del Guadalhorce y seis días sin suministros de agua potable

Julio J. Portabales

Álora

Lunes, 4 de noviembre 2024

Casi una semana después de que la DANA desbordara el río Guadalhorce a su paso por Álora, el municipio sigue sumido en una lucha por ... recuperar una normalidad que aún parece lejana. «Estamos intentando salvar lo que podemos entre barro y escombros», comenta Juan Antonio Ramos, trabajador de una de las empresas afectadas, mientras ayuda a rescatar material y limpiar los restos que dejó la riada. Tras días de interrupción en el suministro de agua, el núcleo urbano ha vuelto a contar con acceso, aunque algunas áreas rurales aún carecen de abastecimiento, y varias vías permanecen incomunicadas, dejando a algunos vecinos aislados en sus hogares.

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Desde el miércoles, trabajadores como Alberto Calderón y Paco García han sido contratados por una de las empresas más dañadas para limpiar el barro y retirar las cañas que el río arrastró durante la tormenta. «Llevamos aquí trabajando sin descanso; tú mismo puedes ver que aún queda mucho barro», comenta García, agotado, mientras sigue con las labores de limpieza.

A pocos metros, decenas de vehículos permanecen atrapados en el lodo, convertidos en un símbolo de los estragos del temporal. Uno de esos coches pertenece al marido de Ana Postigo, quien se acercó junto a su hijo para comprobar su estado. El coche, volcado y parcialmente enterrado, tiene los cristales rotos y el interior cubierto de lodo. «Vinimos a ver si podíamos sacar algunas herramientas del maletero, pero es misión imposible», cuenta, visiblemente angustiada. Además, le preocupa el coste de la grúa, ya que su aseguradora le ha notificado que deberán cubrir el gasto inicialmente y luego reclamar el reembolso al consorcio.

Ana Postigo junto al coche de su marido afectado por el temporal. Marilú Báez

La situación no es mejor para Ramos, quien explica que, aunque la planta de arriba no se inundó, «estamos intentando salvar algún material de oficina». Estima que el agua se ha llevado al menos diez coches particulares y varios de la empresa, además de maquinaria y otros equipos esenciales. Como muchos en el municipio, Ramos espera ayuda y respuestas de las autoridades, mientras la incertidumbre crece entre vecinos y trabajadores.

Paseando por las áreas afectadas con sus dos perros, Rafael García Sánchez, vecino de Álora, comenta que ha tenido suerte, pues su vivienda, un ático en una zona alta, no ha sufrido daños. Sin embargo, describe cómo la situación en el núcleo urbano ha comenzado a mejorar lentamente, y confirma que el suministro de agua ya está en funcionamiento en las fuentes locales. «Más o menos ya está reaccionando», señala, aliviado, aunque consciente de que el retorno total a la normalidad sigue siendo un desafío para muchos vecinos.

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La Isla, epicentro de esfuerzos

La zona de La Isla, una de las más golpeadas, es el epicentro de los esfuerzos de limpieza y reconstrucción. Aquí, miembros del Infoca, Cruz Roja y numerosos voluntarios emplean todos los medios a su disposición para despejar calles y limpiar viviendas. La casa de Miguel Ángel Vázquez es una de las más afectadas: su sótano quedó totalmente inundado con hasta 1,5 metros de agua. «Cuando pasé por el río temprano, solo llevaba un poco de agua, pero al poco rato ya estaba todo inundado«, recuerda, quien perdió dos cubas de materiales y numerosos objetos personales en el sótano.

Afortunadamente, la respuesta solidaria ha sido un bálsamo para los vecinos. Vázquez cuenta que ha recibido ayuda de voluntarios de localidades cercanas e incluso de grupos de extranjeros que se unieron al esfuerzo de recuperación. «Vinieron en grupo y me echaron una mano, luego también llegaron los bomberos,» dice, agradecido.

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Carlos Quiroga ayuda en la vivienda de Miguel Ángel Vázquez. Marilú Báez

Uno de esos voluntarios es Carlos Quiroga, quien se trasladó desde Málaga en tren para ayudar. Con un rastrillo en la mano, Quiroga explica sus motivaciones: «Vine porque sentí que era necesario hacer algo; ver las imágenes y escuchar los testimonios de los vecinos afectados me impulsó a ayudar en lo que pudiera.» Su presencia es parte de un esfuerzo colectivo que ha brotado en Álora y que se ha convertido en el motor de esta recuperación, en la que los vecinos, con ayuda de voluntarios y equipos de emergencia, se esfuerzan cada día por rescatar lo que queda de sus hogares y calles.

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