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Un grupo de extranjeros de la Costa del Sol, en Federico Schatz con Gómez. V. M.
El enoturismo vuelve a resurgir en Ronda y la Serranía

El enoturismo vuelve a resurgir en Ronda y la Serranía

Las visitas a las bodegas de la ciudad del Tajo y la Serranía, donde se sitúan más de la mitad de las que existen en la provincia, se animan tras el confinamiento

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Lunes, 6 de julio 2020, 00:00

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Pisar el terruño que alumbra, después de su gestación, los vinos de Ronda y la Serranía se está antojando un plan perfecto para las primeras escapadas turísticas tras el confinamiento por la crisis sanitaria del Covid-19, a tenor de las visitas que están recibiendo las bodegas de la ciudad del Tajo y de la comarca. El enoturismo vuelve a resurgir, aunque encorsetado por las medidas de seguridad estipuladas para evitar posibles contagios por coronavirus. Entronca con las ganas, y la necesidad, de rodearse de naturaleza; y se materializa mediante grupos pequeños, lejos de aglomeraciones. La zona cuenta desde hace años con una ruta certificada por la Asociación Española de Ciudades del Vino (Acevin), que en la actualidad se denomina Ruta del vino de Ronda y Málaga, ya que el itinerario se amplió al resto de la provincia. En la comarca rondeña viven más de 20 bodegas, la mitad aproximadamente de las que operan en Málaga. La zona es referente y despunta por la calidad de los vinos que se producen, en su mayoría, a base de variedades de uva tinta, pero también sobresalen los blancos y los rosados que elaboran, tras cada vendimia, los viticultores locales, al frente de plantaciones relativamente pequeñas en comparación con otras regiones.

Prácticamente, todas las bodegas están abiertas a las visitas en la actualidad. «De momento, parece que se está animando», dijo Pedro Morales, que encabeza la Bodega Lunares de Ronda y que es el presidente de la Asociación de bodegueros y viticultores de la Serranía de Ronda, además de responsable de la Ruta del vino de Ronda y Málaga. «La mayoría de los visitantes que estamos recibiendo son de nacionalidad española y también, extranjera, pero son residentes en la Costa del Sol, en Fuengirola, Benalmádena, la capital malagueña... la mayoría», destacó Morales, al tiempo que también apuntó que muchos de estos primeros enoturistas ya conocían alguna bodega rondeña y han vuelto a repetir. «Creo que esto es una buena señal, si repiten, es porque les gusta», expresó.

No obstante, el sector echa en falta el turismo extranjero y espera que este también se anime a medida que aumente las reservas en los hoteles de la ciudad del Tajo. «Creo que nosotros iremos de la mano del sector hotelero: a medida que haya más reservas, habrá más visitas. Todavía hay hoteles en Ronda que están cerrados», añadió.

El año pasado, la Ruta del vino de Ronda y Málaga, líder en cuanto a visitas internacionales entre los itinerarios que cuentan con la misma certificación, recibió en torno a 30.000 visitantes, según aseguró Óscar León, también de la Asociación de bodegueros y viticultores de la Serranía. «Lógicamente, no es igual que antes... La gente sigue teniendo miedo a contagiarse, pero las visitas se están desarrollando con mucha cautela y precaución», expresó Morales. Además, destacó que Bodega Lunares de Ronda, situada en el entorno de la ciudad del Tajo, registra visitas casi todas las semanas.

Contacto con la naturaleza

Julia Gómez se sabe al dedillo la historia del vino en Ronda y la comarca. Se la cuenta, dejando que salga su pasión, a los enoturistas que recibe, ahora sobre todo los fines de semana, pero «las visitas están aumentando». Esta enóloga trabaja en la empresa Milamores, que organiza visitas a las bodegas de la zona. «Antes teníamos visitas de lunes a lunes, ahora no es igual, pero se están creciendo», explicó, antes de recibir a un grupo de visitantes extranjeros, de EE UU, procedentes de la Costa del Sol. «Al principio estábamos un poco expectantes... pero comprobamos que la gente se movía a medida que se pasaba de fase», afirmó esta profesional. Para ella, además de la pasión que despierta el vino, una de las claves está en el escenario: «La gente quiere naturaleza y ¿qué más naturaleza que esto? Quieren aire libre y escapar de ciudades», enfatizó, mostrando los viñedos de Bodega Federico Schatz, camino de Ronda La Vieja y Acinipo, donde en la época romana se acuñaban monedas con racimos de uva, lo que prueba la larga tradición que atesora la Serranía en la producción vitivinícola.

«Se siguen todos los protocolos de seguridad y en el caso de esta bodega, que es ecológica y biodinámica, no podemos entrar a la propia bodega, ya que el dueño no podría utiliza productos químicos para la desinfección», destacó esta enóloga de Milamores, que también está apostando por organizar las Vinoches, encuentros con catas y actuaciones, que se desarrollan los viernes en el exterior del Centro Integral del Vino (CIV) de Ronda.

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