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Martes, 21 de septiembre 2021, 20:04
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La casa situada en la calle Albahaca, número 5, vía próxima a la avenida de Málaga, una de la arterias de Ronda; había sido comprada por Purificación Molina, de 53 años, a sus anteriores inquilinos, que ella creyó sus dueños, tal y como ella relató. Le salió muy «baratita», dijo. Según el propietario del inmueble, el auténtico, la vivienda, en sus manos por herencia familiar, nunca ha estado en alquiler y ha permanecido ocupada ilegalmente durante ocho años. «Se la han pasado de unos a otros», manifestó éste.
Ronda vivió este martes un desahucio de película que terminó con la detención de cuatro personas, de Purificación, que residía en la citada casa con uno de sus hijos; de éste último y de otros dos. Todos por oponerse a abandonar el inmueble, por la resistencia que ofrecieron y por causar daños en la casa. Los agentes tuvieron que intervenir, incluso reduciendo al inquilino, con restos de sangre en los brazos, mientras su madre permanecía sentada en el acera de esta calle, entre sollozos, sostenida por familiares y amigos; cuando se percataron de que estaban destrozando el interior de la casa, por los golpes que se oían. Incluso llegaron a tirar una bombona de gas a la calle. Una de las vecinas, de la vivienda continua, se refugió, con un menor, en otro inmueble. Fue el momento más tenso, tras el que familiares y amigos de Purificación sacaron sus muebles y otros enseres.
El desahucio estaba previsto a las 11.00 horas. Poco antes de que llegasen primero dos vehículos con alrededor de una decena de agentes de la Policía Nacional y luego, miembros del juzgado encargado; Purificación pidió que le diesen una casa o llegar a un acuerdo con el propietario. «Llevo aquí viviendo unos siete u ocho años. Antes había otra familia que fue la que me la vendió. No me niego a salir, pero necesito una vivienda, cuando salga de aquí, ¿para dónde tiro? Yo he reformado la vivienda y le he hecho de todo», declaró e insistió: «Quiero una vivienda, estoy pidiendo una, no me quiero meter por la cara», expresó, apuntando a su estado de salud: «Estoy operada del corazón, con daños en el pulmón, no puedo con mis piernas». Y afirmó: «Me engañaron, la verdad, me he llegado a enterar ahora, cuando está pasando esto».
Purificación dijo que el dueño «no da la cara». Éste, del País Vasco, muy afectado por la dilatación de la situación, siguió los acontecimientos de cerca e indicó que ha sido un proceso «muy largo» y que ha seguido pagando los impuestos de la casa, de herencia familiar.
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