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Bomberos forestales en el incendio. M. A. H.
Mi amigo el bombero forestal
SUR Ronda

Mi amigo el bombero forestal

Me quedo con el relato del incendio de mi amigo el bombero forestal. Para mí tiene todo mi respeto, sobre todo porque se ha jugado la vida en la lucha contra el fuego, porque trabaja en el Infoca desde hace 16 años y me ha dicho: «Vane, no he visto llamas así en mi vida, los helicópteros echaban agua y parecía que no llegaba, que no servía de nada, y decíamos entre nosotros 'pero, ¿qué está echando: agua o gasolina?' Se formaban remolinos y los chinos nos daban en el cuerpo y nos dolía, hemos echado 14, 18 horas de trabajo... Ha sido demasiado».

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Jueves, 16 de septiembre 2021, 10:22

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Debo de ser muy rara. Creo que no exteriorizar los sentimientos, no significa que no existan. Pueden ser incluso más intensos que otros que se sacan a la calle. Y lo digo porque hoy en día, en la era del postureo, con Facebook y compañía de por medio, llega a extrañar que se decida no expresar públicamente la opinión sobre determinadas cuestiones. Parece que es obligatorio.

Esta parrafada viene al hilo del incendio de Sierra Bermeja y el Valle del Genal. Soy del Valle del Genal, de Algatocín. Se puso sobre la mesa también evacuar mi pueblo. Quiero a la zona, a mi zona, y he llorado. También soy periodista y he llegado a sentir que no me salían las palabras ni siquiera para compartir lo más mínimo al respecto con nadie, ni con los más cercanos. He tenido miedo, he sentido horror y no he pisado lo quemado aún, he sentido orgullo por tanta solidaridad... Y en todo este remolino me sobraban los papelones, la basura, lo accesorio. Pero, es cierto, que hay tantas opiniones como personas, y si la mía es válida, la de los demás, también.

Siendo parte de los medios de comunicación, me han sobrado informaciones. Ha habido circo, cortijos, medallas... Pero también vocación de servicio, trabajo serio. Hay que saber apartar la hojarasca. Y ahí está el problema. Se ha puesto el foco, en ocasiones, en el lugar equivocado. Por eso, principalmente como vecina afectada, me quedo con el relato del incendio de mi amigo el bombero forestal. Para mí tiene todo mi respeto, sobre todo porque se ha jugado la vida en la lucha contra el fuego, porque trabaja en el Infoca desde hace 16 años y me ha dicho: «Vane, no he visto llamas así en mi vida, los helicópteros echaban agua y parecía que no llegaba, que no servía de nada, y decíamos entre nosotros 'pero, ¿qué está echando: agua o gasolina?' Se formaban remolinos y los chinos nos daban en el cuerpo y nos dolía, hemos echado 14, 18 horas de trabajo... Ha sido demasiado».

El bombero forestal me cuenta, además, que considera que la gestión del incendio no ha sido «ni buena, ni mala». Y añade: «Sí creo que deberían haber pedido medios antes, pero claro (resopla), es comprensible: el primer día fue un incendio normal, el segundo se formaron los pirocúmulos y ahí no se puede trabajar, por mucha gente que hubiera, no se podía trabajar, ni los medios aéreos. Para hablar, hay que saber: por mucho que tú tengas diez helicópteros, si todos recogen agua en la misma balsa, se tienen que esperar... La gente que entiende de incendios, y creo que todos dirían lo mismo que yo, consideran que hay cosas que mejorar, pero no por más gente o más medios. Este incendio no se podía apagar, no había manera. Todo el trabajo de la mañana, por la tarde se había perdido, cuando no, tormentas de fuego, cuando no, cambios de viento, había remolinos, como te he dicho antes... No lo he visto en mi vida. Los primeros días es lógico que se tenían que salvar las urbanizaciones de la Costa, aquí no había ninguna casa. Que la UME tenía que haber venido el segundo día, pues sí. Un incendio así es muy difícil de gestionar».

Para mi amigo, el peor momento fue cuando se enteró de la muerte de Carlos, bombero forestal. «Fue horroroso. Ya veíamos que nuestro trabajo no servía para nada y encima este estacazo... Un compañero fue el que lo tuvo que sacar quemado, nos lo contó y fue un golpe, ya íbamos desanimados, se notaba que no había confianza, cuando pasa, ya vas con el susto. La motivación es muy importante, es lo que te da fuerza para meterte ahí. El ánimo no era el mismo y llegabas a casa y la familia...», describe.

El bombero forestal quiere destacar el apoyo recibido: «La gente nos aplaudía cuando llegábamos de trabajar, siempre había gente esperándonos. Nosotros hemos hecho nuestro trabajo, pero sin el apoyo de la gente... Esto quema demasiado», expresa.

Otros aspectos en los que hace hincapié mi amigo es que muchos retenes de Andalucía, como el suyo, se ofrecieron voluntarios para trabajar en sus días de descanso; y que es necesario que los ayuntamientos y el resto de las administraciones «no tengan los montes abandonados. La mayoría del terreno que se ha quemado ha sido monte público y cuando ha llegado a fincas particulares, se ha apagado porque están limpias. Se invierte en turismo... Hoy en día, un cabrero casi tiene que firmar una hipoteca para tener sus animales, por decirlo así...».

Le he preguntado al bombero forestal por el peor momento, pero también por lo que sintió cuando comenzó a llover: «Buff... Ese momento fue inolvidable... Como si nos volvieran a dar en el botón de encendido... Nos cambió el chip. Cuando yo llegué a casa, era cuando más llovía y me fui con la bici a ponerme chorreando y estoy hasta medio resfriado», afirma, con alegría. Solo puedo decirte gracias bombero forestal, a ti, a Carlos y al resto de compañeros.

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