Las monjas dominicas dicen adiós a Antequera por falta de vocaciones
Tras 384 años de vida contemplativa en su convento en la céntrica plaza del Coso Viejo
Cuatro siglos rezando en el interior del convento de Las Catalinas. Cuatro siglos repicando las campanas cada día, superando crisis, guerras y pandemias. Pero no ... han podido superar la falta de vocaciones. Las dominicas se van de Antequera, como lo hicieron en 2006 de la capital, desde donde marcharon hasta la ciudad de las iglesias. Pasan los años, fallecen las religiosas mayores y las vocaciones escasean. El Vaticano dispone cerrar todo convento con menos de cinco religiosos, y ellas tenían tres, por lo que se marcharán a Jaén.
Tras meses con el rumor de «las Catalinas se van», este pasado jueves 27 de julio, el obispo de Málaga, Jesús Catalá, se desplazó a Antequera para presidir una misa de acción de gracias por los cuatro siglos de presencia en Antequera. Se fusionan y marchan a Jaén. El convento se cerrará, al igual que la iglesia. Devotos de San Martín de Porres, santo popular conocido como Fray Escoba, esperan que dejen abrir el templo cada miércoles, día en el que se acude a rezarle con normalidad.
En lo que va de siglo, tres conventos de vida contemplativa femenina y uno de frailes masculinos han cerrado en Antequera. De ellos, un convento se ha cedido como centro de refugiados (Santa Eufemia), otro a un colectivo de prevención de adicciones (Capuchinos) y un tercero está cerrado desde el 2004 (Madre de Dios). Surge la duda de saber qué pasará con el de las dominicas.
En pleno centro
Las religiosas dominicas tienen su iglesia y convento en la céntrica plaza del Coso Viejo, entre el Archivo Histórico y la Oficina de Correos y el Museo de la Ciudad. En estos caso, como norma general, los conventos quedan a merced de las congregaciones y las iglesias se ceden a la diócesis. El convento podría ser destinado para un uso social o vendido para nuevos menesteres. Las iglesias suelen mantenerse al culto cuando hay en ellas alguna cofradía o nueva iniciativa religiosa, como los casos de Santa Eufemia y Capuchinos. Pero en Las Catalinas, ocurre lo que pasó en Madre de Dios: no hay ningún movimiento religioso que pueda mantenerlo abierto. El camino final se sabrá una vez que se vayan de la ciudad con destino a Jaén.
Mientras, tres religiosas mantienen abierto el convento y la iglesia, quienes querrían seguir, pero saben que ya es cuestión de días. Siguen sin fecha las misas a primera hora de la mañana, los toques de campana, las oraciones, la venta de formas y las oraciones en el convento. Todo, unido a las visitas cada miércoles a Fray Escoba, imagen que se venera todo el año en su interior.
Despedida con el obispo
Una misa íntima, con las personas más próximas a la comunidad. Estaban también parte de la comunidad de Jaén a la que acudirán. En la acción de gracias, las religiosas expusieron «poner fin a la estancia, a la presencia de esta comunidad de dominicas de Santa Catalina de Siena de la Orden de Predicadores, en nuestra querida y amada ciudad de Antequera». La razón: «la generalizada falta de vocaciones, no puede continuar siendo presencia dominicana y orante en nuestro querido convento. Hemos hecho todo lo posible, pero al fin nos toca salir de nuestra querida tierra en la que por tantos siglos hemos sido muy felices».
Todo comenzó un 11 de agosto de 1639 cuando llegaron desde Lucena para fundar casa en Antequera. Comenzaron en calle Pasillas desde donde en 1650 compraron terrenos en el Coso Viejo. «Con los cambios que se han venido dando a través de la historia, no nos queda más remedio que dejar nuestra querida Antequera, la cual, podéis estar seguros, llevaremos siempre, siempre, en nuestros corazones».
Llegará el día en el que se cierren las puertas del convento, se suban a un vehículo en silencio hacia Jaén y dejen la ciudad. Las campanas dejarán de tocar y se apaguen las luces del templo, sin saber hasta cuándo volverán a recibir las visitas de los vecinos y de los turistas.
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