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Luis Martín con su libro durante la presentación en la biblioteca de Antequera. :: ANTONIO J. GUERRERO
Luis Martín, del kárate a la lucha contra el alzheimer

Luis Martín, del kárate a la lucha contra el alzheimer

'Cuando te vas alejando', libro sobre los cinco años junto a su mujer en la lucha conjunta sobre cómo afrontar esta enfermedad

Antonio J. Guerrero

Sábado, 21 de septiembre 2019

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Luis Martín Ruiz (Málaga, 19 de diciembre de 1942) vivió su infancia en calle La Amargura de la capital, formándose en cajista de imprenta desde donde trabajó en varios periódicos hasta que se trasladó a Antequera como monitor de kárate. Hoy con 76 años, ayuda a su hijo en un gimnasio que montaron y no deja ni un minuto a su mujer, a quien hace cinco años le diagnosticaron alzheimer. Su forma de reaccionar ante ello está siendo la de escribir su día a día, como recoge su libro 'Cuando te vas alejando', que fue presentado este viernes y está disponible en las librerías de Antequera y en las plataformas digitales de venta de libros.

El año 2014 le marcó cuando le diagnosticaron a su esposa alzheimer. «Me puse en manos de un neurólogo quien certificó la enfermedad. A partir de ahí, inicié, además, un camino de estudiar libros y artículos sobre la enfermedad que no llegaron a convencerme y decidí por mi cuenta tomar las riendas de la situación bajo mis ideas, sin hacer caso al 70 por ciento de los protocolos médicos». Y en estos cinco años Luis Martín asegura: «A mí me da la impresión que con mis métodos no se acelera tanto la enfermedad». Como destacó en la Biblioteca de San Zoilo, al exponer sus vivencias que le ha impreso la editorial Círculo Rojo.

Tras ser un entrenador de defensa personal y gerente de Gimnasio Torcal en Antequera, comparte una historia «cargada de vivencias donde relato cómo convivir con un enfermo de alzheimer las 24 horas del día», siendo muy crítico ante «algunos de los métodos y patrones establecidos por doctores y cuidadores para enfrentarse a la cruel e incurable enfermedad», los cuales dice que agradece, pero no comparte. Cree que estar al lado y tratándola como si todo fuera igual, le ayuda a sentirse persona y no un enfermo.

En este libro «voy a contracorriente con la mayoría de los protocolos que van encauzados a hacer al enfermo de alzheimer la vida más llevadera... Es un error, esta es una enfermedad incurable que no hay quien la frene y que todos los medicamentos que se suministran, para mí, no valen para nada», subraya contundentemente.

Compañero más que cuidador

Con 76 años no es fácil afrontar nuevas etapas en la vida, pero él se considera un compañero más que cuidador de un enfermo, en este caso de su esposa: «A la persona que está con el enfermo no lo llamo cuidador lo llamo compañero o tutor... Sé que cuidando a mi mujer las 24 horas del día, la calidad de vida de ella va a ser muy superior a la que tenga en el centro de alzheimer».

Referente durante años del kárate en Antequera, ahora tiene que concentrarse en cómo reaccionar ante los cambios que va experimentando en su mujer y de mantener los buenos recuerdos de sus vidas, de ahí el buscar en el libro una forma de hacerlos perpetuos. «Expongo muchas vivencias de cómo se expresa un enfermo de alzheimer cuando está en un estado bastante avanzado de la enfermedad, como saben quiénes se enfrentan ante ella. La catalogan en tres fases: la leve, moderada y grave. Todos dicen eso, pero para mí estas fases no existen... Cada enfermo tiene un carácter, que aunque lo haya perdido, algo sigue manteniendo y así lo tienen, vaya recordando, olvidando, o manifestando el desarrollo de la enfermedad».

Luis Martín ha elegido convivir las 24 horas del día con su mujer enferma y conoce de primera mano todo lo que ella necesita: «Así lo hacemos desde que amanece, hasta que anochece. Viene conmigo a todas partes y hacemos lo mismo, como ir a comer a la calle. Soy su compañero o tutor, no cuidador, como malamente se le denomina a quien está a su lado. Por poco que recuerde, según la evolución, son personas y se percatan de todo, por lo que hay que hacer que vean una normalidad en su alrededor».

Reconoce que es una enfermedad muy dura, el apreciar cómo le cambia el humor, los gestos, las expresiones y te hace soportar situaciones complejas. «Si te vienes abajo cuando tienes que cambiar 14 veces los pañales a un enfermo, entre otras cosas, mal lo llevas. Por eso, a quien esté a su cuidado, hay que mimarlo, ya que hay dos enfermos en casa: uno el enfermo y otro el que necesita un psicólogo para no venirse abajo... aunque ese no es mi caso», añade firme el autor del libro.

Centro de Alzheimer

Esta enfermedad está presente cada vez en más personas y se precisa de ayuda como un centro de alzheimer como el que lleva más de diez años esperando que se abra en la ciudad: «Considero que este centro sería una ayuda muy buena, pero para aquellas personas y familias en la que les es imposible estar las 24 horas con el enfermo. Yo de momento no necesito ese centro porque todavía me quedan fuerzas para estar todo el día con mi mujer, pero sé que hay casos de familias que no pueden estar con ellas, por lo que sé que es preciso. Sé que cuidándola las 24 horas del día, la calidad de vida de ella va a ser muy superior a la que tenga en un centro de alzheimer», pero entiende que no todos los casos son iguales.

Para estar con un enfermo de alzheimer se requieren ayudas, pero son muy lentas: «Yo no recibo ayudas de momento, tan solo estoy pendiente de la Junta de Andalucía a la que he solicitado que me mande a alguien, un par de veces en semana, para que pueda realizar las tareas domésticas de casa como apoyo». No sabe cómo seguirá avanzando el alzheimer en su mujer, si hace bien o no en seguir algunas recomendaciones, si se mejorarán los tratamientos. De lo que sí está seguro es que «nadie se merece terminar como lo hace una persona con alzheimer», olvidada quizá por la sociedad, sin ser una prioridad en prevención, investigación y ayuda.

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