El histórico colegio San José de Campillos busca una segunda vida
La sociedad que lo regenta se encuentra actualmente en fase de liquidación y los administradores concursales trabajan para hallar ofertas inversoras que permitan garantizar su continuidad como centro educativo
El colegio San José de Campillos es parte de la historia de la localidad, pero la continuidad de este conocido centro privado inaugurado en 1952 ... está ahora en el aire. La sociedad que lo regenta se encuentra en fase de liquidación tras declararse en concurso de acreedores hace dos años a causa de la pandemia. En estos últimos meses de curso, los administradores concursales trabajan para hallar una solución que permita garantizar su continuidad como centro educativo. «La mejor opción, la buscada desde la administración concursal, es que tan emblemático colegio malagueño sobreviva al concurso y permanezca dando el excelente servicio que viene prestando, por eso estamos luchando y están apoyando trabajadores y administraciones», explica a SUR el abogado Eduardo de Linares, que junto al economista Miguel Agredano compone Ciem Concursal, administración encargada de gestionar este concurso.
Actualmente, el centro está gestionado por sus propios trabajadores, constituidos en una sociedad mercantil que se declaró en concurso de acreedores voluntario el 1 de junio de 2021. Actualmente se encuentra en fase de liquidación, ya que a consecuencia de la pandemia, el colegio estuvo cerrado más de un año con la correspondiente pérdida de ingresos al ser su oferta residencial el principal reclamo. Según indica De Linares, aunque la sociedad no cuenta con una deuda muy cuantiosa, sí que tuvo tensiones de tesorería que le impedían poder atender a los créditos de ayuda a los que recurrieron durante este periodo de cierre. «Responsablemente, decidieron solicitar concurso».
Pese a esta situación, el colegio continúa en funcionamiento, con 61 alumnos internos y 13 externos de Enseñanza Secundaria Obligatoria y Bachillerato, así como con 32 trabajadores entre profesorado y personal de administración y servicios. Sin embargo, este volumen de estudiantes no es suficiente, ya que el centro tiene capacidad para albergar a 300 alumnos. Pese a que se han hecho diferentes aportaciones extraordinarias con Cruz Roja, estos convenios gubernamentales no consiguen cubrir los gastos del centro.
El curso finaliza el próximo mes de junio, por lo que se trabaja a «contrarreloj» para que el histórico colegio pueda abrir sus puertas de nuevo en septiembre para iniciar el siguiente año escolar. Según indican los administradores concursales, el «único escenario» que se contempla actualmente es la venta de la unidad productiva para que permanezca abierto como colegio con otra propiedad y los mismos trabajadores, «máxime con una institución tan antigua como conocida en toda España».
En este sentido, aseguran que hay algunos inversores interesados «desde el punto de vista urbanístico», pero en la actualidad «no se baraja ninguna otra opción y se está trabajando mucho» para conseguir que el centro continúe su labor educativa.
El colegio cuenta con más de 61.000 metros cuadrados de instalaciones, con dos residencias, comedores y cocina industrial, así como piscina, campos de fútbol y canchas de baloncesto, entre otros espacios, según se detalla en su web oficial. Dado su amplia oferta deportiva, los administradores concursales explican que hay varios inversores interesados en mantener el colegio operativo, potenciando además otras opciones de uso compatibles, «todas con un calado social que pudiera ser muy interesante para la zona».
En este sentido, tanto la Junta de Andalucía como el Ayuntamiento de Campillos apoyan estas distintas alternativas, «pero siempre como usos compatibles y complementarios con el actual de centro educativo».
El pasado 24 de abril, la administración concursal y la dirección del centro mantuvieron una reunión con representantes de ambas administraciones, a la que acudieron el delegado de Desarrollo Educativo, Miguel Briones, el delegado de Economía, Carlos García, el alcalde de la localidad, Francisco Guerrero, el concejal de Empleo, Jorge Segura, y los ediles Francisco Ramírez y Antonio Casasola. En este encuentro se compartió con los asistentes el estado procesal en el que se halla el concurso actual, y los posibles enfoques y soluciones que se han estudiado hasta el presente. Además, se explicó que, si llegado el momento se produjese algún tipo de acuerdo con un inversor, se pretende que pase obligatoriamente por una subrogación de los contratos ya existentes del personal laboral.
Los representantes de la Junta destacaron que este colegio es un referente del que la oferta educativa no puede prescindir y mostraron su preocupación por la posibilidad del cese de la actividad a final de este curso, con el consiguiente perjuicio del alumnado escolarizado, y se ofrecieron a realizar posibles colaboraciones.
Por su parte, los representantes del Ayuntamiento quisieron exponer las posibilidades que ofrecen para que, junto a la actividad educativa, se desarrolle otro tipo de oferta complementaria vinculada a actividades deportivas, ocio y tiempo libre, o a formación relacionada con el sector de energías renovables.
La reunión finalizó con el compromiso de todos los miembros de continuar colaborando y trabajando en defensa de esta institución, así como de mantener una estrecha actualización de la información que se vaya produciendo, especialmente la relativa a inversores que manifiesten su interés en conocer el proyecto y las infraestructuras, y así acometer alguna iniciativa empresarial relacionada con la educación.
La historia del colegio San José de Campillos comenzó a principios de los cincuenta, cuando los hermanos Macías García comenzaron a enseñar a jóvenes de familias adineradas en su propia casa. El proyecto avanzó y se creó una sociedad llamada Promasa (profesores Macías García SA), hasta que un grupo de docentes adquirió la empresa, que gestiona el internado a día de hoy. En la época de máximo esplendor del San José, con más de 2.000 alumnos al año, «más de la mitad del pueblo» trabajaba entre sus paredes.
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