Camino hacia la desesperación: los atascos que padecen los trabajadores de la Gran Málaga
El aumento de la población en las ciudades del extrarradio, unas infraestructuras insuficientes y una red de cercanías raquítica están detrás de este problema colectivo
Quien se sube por las mañanas a un vehículo para ir al trabajo padece en sus propias carnes lo que significa el aumento de densidad ... en la Gran Málaga. Hablar de un crucigrama de coches sería una definición demasiado inofensiva para describir lo que sucede en las horas puntas en las carreteras y los accesos que conducen a Málaga. El trasvase de población a las ciudades cercanas a la capital como Torremolinos, Rincón de la Victoria, Cártama o Alhaurín de la Torre trae consigo un aumento de trabajadores que oscilan a diario entre su domicilio y el lugar de trabajo.
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A estas alturas, señalar que la Ronda Este es uno de los grandes nodos de conexión en los que se suceden las caravanas no es novedad. Pero hay más 'puntos conflictivos', como demuestra el recorrido realizado por este periódico a través de esa rutina laboral que comienza girando las llaves para arrancar el motor. Una cosa queda clara de antemano: Málaga no se puede entender desde la perspectiva de las actuales políticas verdes que emanan de Bruselas y que le han declarado la guerra al coche. La movilidad se sigue fundamentando en el uso de las cuatro ruedas.
De entrada, la ciudad contradice los ideales de la planificación que quiere arrinconar al vehículo. Eso no significa que se pueda hablar gestión disfuncional porque, en realidad, se juega con los mimbres que hay. Pero sí de unas infraestructuras que se han quedado cortas para una población que no deja de crecer y que, por lo tanto, no pueden absorber el tráfico para que éste sea fluido. Sí de una falta de planificación que echa las luces largas y que salpica al Ayuntamiento, a la Junta y al Gobierno central.
Cualquier análisis del tráfico debe partir de una aproximación basada en el número de habitantes. Málaga es la cuarta provincia española que más población ha ganado en 2023 en términos relativos, es decir, en porcentaje. De acuerdo con los datos del censo que ha hecho públicos este miércoles el Instituto Nacional de Estadística (INE), éste ha engordado en un 2,2% en la provincia, al pasar de contar con 1.715.109 habitantes el 1 de enero 2022 a tener 1.752.728 el 1 de enero de 2023. Si el tráfico y la movilidad en los accesos a Málaga se contemplan como un gran puzle, el aumento de la población es una pieza clave en su composición. El número de conductores censados, según datos de la DGT, se acercaba al millón a finales de 2023. Tendencia: al alza.
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La sensación de que el fin de la pandemia ha dado paso a más tráfico y más atascos que nunca queda confirmada por datos y testimonios. Hay una imagen que, a estas alturas, le resulta familiar a cualquier conductor malagueño que utiliza su coche en hora punta: como muy tarde, coincidiendo con la entrada a la capital, las luces traseras del coche que está delante apenas avanzan. Los cláxones berrean, la desesperación va aumentando, algunos empiezan a tamborilear el volante y los más pragmáticos intentan buscar consuelo en el hilo sonoro que ofrece la radio.
Manuel Gálvez es uno de los muchos trabajadores que ha tenido que adaptar su rutina a la nueva realidad que marcan los atascos. Vive en Cártama, pero trabaja en Málaga, en el barrio de Lagunillas, en un centro que trata a personas con adicciones. El despertador suena ahora mucho antes. Apenas le da tiempo para desayunar algo rápido y ya se tiene que poner al volante. Trabaja de ocho a tres y vive con el estrés permanente de llegar tarde. «El aumento de tráfico ha sido brutal en los últimos años. Antes salía a las siete y media y no tardaba más de 25 minutos. Llegaba de sobra. Ahora tengo que partir, como mínimo, media hora antes», explica.
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Si hay algo que ha aprendido en los últimos meses, es que el atasco ya no es una variable que puede suceder o no, es un hecho asegurado. «Por Campanillas ya se empieza a ralentizar. Antes de entrar a Málaga, a la altura de las universidades, el parón está asegurado», describe. Todos los días son ahora una prueba de paciencia. Preguntado por un punto crítico, Gálvez no duda en señalar al desvío que lleva del falso túnel de Carlos Haya hacia la Avenida de Valle-Inclán. Si el tráfico es un corazón que late, aquí, por culpa de un único carril de acceso, la circulación fluida empieza a desfibrilar.
Visto en perspectiva, los atascos se parecen mucho a un dominó. Una ficha cae y tira a la siguiente, poniendo en marcha un colapso que se repite en los días laborales. La Avenida de Valle-Inclán es un ejemplo de cómo los atascos en los accesos se traducen en atascos en las carreteras de la propia capital. Una ecuación extensible a otras calles como la avenida de Andalucía o la avenida Juan XXIII.
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Las grandes arterias que introducen los vehículos en la capital son las siguientes: la A-357, que da acceso por la zona de Campanillas. La A-7 absorbe todo el flujo de los municipios costeros de la Axarquía y confluye en el acceso a Málaga por el falso túnel de Carlos Haya con la A-45 (Antequera – Granada). El tráfico que viene de los municipios de la Costa del Sol occidental suma más coches a través de la MA-20 o MA-21.
Causas y soluciones
Vicente Jordá es consultor en movilidad y ha trabajado con varios ayuntamientos. Confirma el aumento progresivo de los atascos en Málaga. Señala el cambio en los flujos poblaciones que está experimentando la capital y el extrarradio. «Cada vez son menos los malagueños que se pueden permitir vivir cerca de su lugar de trabajo. El gran número de viviendas que se destina al alquiler turístico y el elevado precio de los pisos que están en venta han generado un desplazamiento de malagueños a los municipios del extrarradio, que han crecido en población», asegura.
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El gran problema, añade, ha sido la falta de planificación para acompañar ese crecimiento de unas infraestructuras adecuadas. «Por espacio, es difícil solucionar el problema. Puedes hacer un carril más en la A-7 o en la A-357, pero vas a seguir teniendo el embudo a la entrada de Málaga. El falso túnel de Carlos Haya es un ejemplo clamoroso de una mala planificación», dice Jordá y reparte culpas entre el Ayuntamiento, Junta de Andalucía y Gobierno central.
«El Ayuntamiento y la Junta han hecho omisión de su deber de adelantarse con una adecuada planificación a lo que estaba claro que iba a pasar. Por su parte, el Gobierno tiene que presentar de una vez por todas un plan integral de movilidad para el área metropolitana de Málaga», asegura.
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Con una orografía que marca barreras naturales y sin alternativas reales al coche surge la siguiente pregunta: ¿Estamos ante un problema que en realidad no tiene solución? Jordá lo niega y apunta a una apuesta firme por el transporte público. «La solución pasa por tener un cercanías potente y ampliar la red de metro, que se combinaría con la construcción de aparcamientos disuasorios», responde.
Ruth Muñoz es una profesora en la capital, en el IES La Goleta. Desde 2009, vive en Torre de Benagalbón y sabe que la rutina laboral en el instituto puede ser cambiante y aguardar sorpresas. Ningún día es como el otro. En lo que tiene certidumbre absoluta es en el atasco que se va a encontrar en su camino a la capital. La falta de alternativas o de un transporte público le obligan a coger el coche.
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Muñoz describe un «aumento progresivo de los atascos». «Antes podías tardar unos 20 minutos para el recorrido. Ahora eso es imposible. Me tengo que levantar a las seis de la mañana para asegurarme que llego a tiempo. Al final, los atascos influyen y determinan tu rutina laboral. En mi caso, afectan incluso a la conciliación. Tengo tres niños pequeños y no los puedo llevar al aula matinal porque, si lo hago, no llego a mi trabajo», explica.
Con atascos como un elemento fijo, los trabajadores de la Gran Málaga que se mueven en coche adaptan sus vidas a los atascos. Lo primero que se reduce es el tiempo de calidad fuera del horario laboral. Ahora cuesta garantizar una hora concreta de llegada. Cuanto más aumentan los atascos, más lejos queda el ideal de un tráfico fluido. Hay más datos que corroboran esta nueva y fastidiosa realidad. La empresa TomTom, especializada en la fabricación de navegadores para coches, ha analizado la circulación en numerosas capitales a partir de los datos que emiten sus dispositivos. Recorrer diez kilómetros en Málaga, fuera del horario de hora punta, requiere de una media de diez minutos. Un tiempo que roza, entre las ocho y las nueve de la mañana, los 15 minutos.
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Una buena dosis de paciencia también se necesita en Alhaurín de la Torre. Es otro de los municipios cercanos a la capital que más ha crecido en los últimos años. Las imágenes dan fe de una nueva realidad que ya empieza casi a la salida del municipio. Un embudo recibe a los trabajadores que van camino a una nueva jornada laboral. El municipio está en conversaciones para establecer una línea de la EMT que conecte al municipio del Valle del Guadalhorce con la capital.
Para expertos como Vicente Jordá, que aboga por un plan integral para mejorar la circulación en la provincia de Málaga, medidas de este tipo son insuficientes para paliar la problemática. La historia reciente ni tampoco la menos reciente permite tener demasiada esperanza. La pujanza de Málaga también se refleja en el aumento de coches. Pero sin que en los últimos años esa pujanza haya venido acompañada de una mejora de las infraestructuras.
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Ignacio López es diputado del PSOE en el Congreso y portavoz de movilidad sostenible en su partido. En declaraciones a SUR asegura que el Gobierno conoce los problemas y trabaja para mitigarlos. Apunta a los proyectos de la ampliación de acceso por el Este (en fase de estudio de alternativa) y a la ampliación a tres carriles de la ronda Oeste desde Torremolinos (proyecto aprobado).
Mientras tanto, los atascos en la Gran Málaga no son algo circunstancial, han mutado a estructural.
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