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Willy Toledo

CRÍTICA DE TELEVISIÓN ·

BORJA CRESPO

Miércoles, 18 de noviembre 2020, 00:02

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Hubo un tiempo en el cual un actor llamado Guillermo Toledo protagonizaba comedias de éxito como 'El otro lado de la cama', además de cultivar una provechosa carrera sobre los escenarios. Delante de las cámaras, o sobre las tablas, defendía bien sus papeles, con carisma y buen hacer, pero un buen día se le ocurrió presentar la famosa gala de los Goya del 'No a la guerra' junto a su compañero Alberto San Juan.

Corría el año 2003 y el alegato en contra del conflicto bélico de Irak, retransmitido por la televisión pública, trajo ríos de tinta y mala baba. Al Gobierno de entonces, presidido por Aznar, el show no le hizo ninguna gracia. Si el mundo de la farándula ya estaba estigmatizado por estar habitualmente escorado a la izquierda, ideológicamente hablando, se terminó de demonizar al cine español, el mismo que solo apoya películas sobre la Guerra Civil, una de tantas falacias difundidas desde la ignorancia. El bueno de Willy cometió el error de encarnar el sentir popular de entonces. Su pecado se hizo más grande, al sentirse incapaz de cerrar la boca, y su trayectoria recibió un costalazo del que todavía está recuperándose.

El personaje devoró a la persona, pero no al actor, porque Toledo, mal que les pese a algunos, además de ganar pleitos y limpiar su imagen en los juzgados, es un gran intérprete. Lo demostró en películas reivindicables como 'After', de Alberto Rodríguez, y lo subraya con su participación en la serie 'Los favoritos de Midas', estrenada el pasado fin de semana en Netflix (número uno, a pesar de la llamada al boicot). Guillermo Toledo es lo mejor de la propuesta y merece una serie para él solo como inspector de policía. Aunque suene políticamente incorrecto, hay que decirlo más: Willy Toledo es un artista. Y ahora que está más callado, seguramente tendrá más ofertas.

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