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Los integrantes de la unidad policial de 'Line of Duty'. RC
Una serie de policías corruptos cautiva a los británicos

Una serie de policías corruptos cautiva a los británicos

'Line of Duty' supera las audiencias de la célebre 'Downton Abbey', llevándolas a un mundo podrido y violento

IÑIGO GURRUCHAGA

Sábado, 1 de mayo 2021, 00:02

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londres. Millones de británicos se sentarán ante sus televisores este domingo a las 21.00 horas -una más en la península- para ver en BBC One el séptimo y último episodio de la sexta temporada de 'Line Of Duty'(Cumpliendo el deber). Su guionista, coproductor y codirector, Jed Mercurio, mantiene el suspense sobre si será también el fin de la historia, algo que parece probable.

Ningún programa dramático de la televisión británica había tenido desde la emisión navideña, en 2008, de un episodio especial de 'Doctor Who', más espectadores que la última entrega. Más de once millones vieron los nuevos enredos de la larga pesquisa de la unidad anticorrupción, AC-12, para desmantelar una red de policías podridos que tiene lazos con el crimen organizado.

La trayectoria de Mercurio, hijo de inmigrantes italianos que ejerció la medicina y fue piloto de la Real Fuerza Aérea, le ha consagrado como el dramaturgo más reconocido de la televisión británica. Aunque 'Small Axe', dramatización por el polifacético Steve McQueen de la experiencia de los inmigrantes caribeños en los años sesenta, es favorita para los premios Bafta, las obras de Mercurio han tenido sucesivos éxitos de audiencia.

Mañana se emite el último episodio de una ficción que siguen once millones de espectadores

'Line of Duty', que comenzó a emitirse en 2012, y 'Bodyguard', de 2018, han superado a las audiencias británicas de la recordada 'Downton Abbey', que rememoró intrigas y amores en mansiones compartidas por aristócratas y sirvientes, y en el contexto de los hitos de la historia británica en el inicio del siglo XX. La serie de Julian Fellowes tuvo también un notable éxito internacional. Mercurio ha tomado el relevo como autor de moda visitando pasadizos oscuros de la sociedad y ofreciendo abundancia de suspense y giros en la trama.

Los protagonistas de 'Line of Duty' son el jefe y dos detectives de AC-12, investigadores de casos de posible corrupción en una Policía regional con nombre imaginario, pero asociada a la segunda ciudad inglesa, Birmingham, donde se filmaron las primeras temporadas. La producción se trasladó después a estudios de cine y televisión en Belfast.

Lejos de la realidad

Al final de los años sesenta, el periódico 'The Times' publicó conversaciones grabadas de un detective de la Policía Metropolitana de Londres con un delincuente, al que le exigía el pago regular de dinero para protegerlo de las investigaciones de sus colegas. La BBC ha emitido también una serie documental, 'Bent Coppers' (Polis corruptos) sobre aquel escándalo, que llevó a la formación de la A10, una unidad de investigación interna.

Si entonces algunos policías ya cobraban comisiones a delincuentes protegidos, plantaban pruebas incriminatorias en domicilios de inocentes o controlaban el negocio de pornografía y prostitución en el Soho londinense, la ficticia AC-12 añade otra escala al gremio: cooperación con VIPs para abusar sexualmente de menores, asesinatos de colegas para proteger a capos del tráfico de drogas, infiltración de criminales en los cuerpos policiales...

'Line of Duty' ha cautivado a la audiencia británica a pesar de que, como ocurrió con la también exitosa serie 'Silk', centrada en abogados penalistas de los tribunales de Londres, la ficción se aleja de la realidad. Si hubiese tantos tiroteos con fusiles ametralladores en las calles británicas o asesinatos de policías, con frecuencia por sus propios colegas, el público quizás vería la serie con más recelo. Su fuerza reside en la espectacularidad de la producción, en el laberinto de la trama y las ambigüedades morales de los protagonistas, y en una pléyade de buenos actores. Quizás el último capítulo revele al fin la identidad de 'H', el gran cerebro del mal.

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