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Pitita Ridruejo. Foto: Archivo | Vídeo: EP

Muere a los 88 años Pitita Ridruejo, reina del glamur y la mística

Fue el último modelo clásico de mujer de la alta sociedad de su época: elegante, culta, impecable en todo momento, y cordial

diego carcedo

Madrid

Lunes, 6 de mayo 2019, 11:35

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Esperanza 'Pitita' Ridruejo ha fallecido en Madrid a los 88 años, según han informado este lunes fuentes familiares, que han indicado que será enterrada mañana en Soria, donde nació el 17 de diciembre de 1930.

A lo largo de unos cuantos años Pitita Ridruejo fue, cuando aún no había reina en España, la reina en Madrid del glamur y la mística. Era una persona encantadora, hay que empezar por decirlo. Fue el último modelo clásico de mujer de la alta sociedad de su época. Era elegante, culta, impecable en todo momento, y cordial. A pesar de su elevada posición social y su intensa participación en la vida pública, no tenía enemigos; por el contrario, eran muchas las personas de toda condición que la admiraban y seguían a través de las revistas del corazón donde sus fotografías eran cotidianas.

Estaba casada con Mike Stilianopoulos, embajador de Filipinas -del que adoptó la nacionalidad y con el que tuvo tres hijos-, igualmente cordial y accesible, y formaban la pareja diplomática más visible en la capital. Representaban a un país próximo y querido, con el que no había problemas, y a un Gobierno, el de la dictadura conyugal de Ferninand Marcos e Imelda, que era valorado por su especial afinidad con el que entonces existía en España. Pitita era omnipresente en recepciones, fiestas y saraos y siempre ponía en el ambiente una imagen de elegancia, alegría y saber estar. Era el objetivo permanente para fotógrafos ante quienes nunca se resistía a una pose. Tenía un buen perfil cinematográfico: incluso había hecho pruebas para participar en una película de Fellini.

En los ambientes secretos de la oposición de izquierdas era donde algunas veces su elegancia, sin duda muy cara para el común de los ciudadanos, y sobre todo su condición de puente que vinculaba a las dos dictaduras, era donde su figura despertaba algunas reticencias. Paco Umbral, el columnista de moda en aquellos años, la tenía a menudo como musa en sus artículos. Entre otros elementos más frívolos, era polivalente: culta, tenía gran sensibilidad artística y era muy religiosa. Tanto ella como su marido practicaban la pintura como hobby, aunque sólo mostraban su obra tímidamente y a los amigos. Los expertos aseguran que las creaciones de Pitita no estaban «nada mal». Con la caída de Marcos y la pérdida de la condición de embajadores, la pareja se eclipsó. Stilianopoulos murió en 2016.

En los últimos años Pitita Ridruejo se apartó casi totalmente de la vida social que la había encumbrado, pero no por eso dejó de usufructuar de cierto protagonismo; un protagonismo, discreto, infrecuente en estos tiempos y siempre respetable: el de su religiosidad, convertida en misticismo cuyo relato despertaba a veces sonrisas entre los más escépticos. Afirmaba tener apariciones y así lo dejó escrito para la perpetuidad en un libro, La Virgen María y sus Apariciones, que consiguió cifras respetables de ventas en los círculos religiosos.

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