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Vuelta a la vida de un ático

Vuelta a la vida de un ático

Este espacio luminoso y sereno cobra un nuevo sentido gracias a la reforma integral que realizó Adriana F. López-Barajas, un proyecto con el que procuró potenciar al máximo la integración de diferentes ambientes y su carácter funcional. Tonos suaves para los básicos y textiles frescos logran una combinación que resulta atemporal y acogedora

Lorena Codes

Lunes, 27 de abril 2015, 00:11

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Vivir en Málaga significa ser bendecido con una media de trescientos días del sol al año. En total, más de 7.000 horas para disfrutar al aire libre y aprovechar los beneficios del astro rey. No es de extrañar, pues, que cada vez más arquitectos e interioristas orienten sus proyectos hacia la actividad en el exterior frente a las viviendas opacas y compartimentadas de siglos anteriores. Buen ejemplo de ello es el ático que Adriana F. López-Barajas ha rescatado de la nada para convertirlo en un espacio que no sólo es habitable, sino que conjura a los grandes placeres de residir en la Ciudad del Paraíso. Las magníficas vistas de este ático situado en la zona Este de la capital fueron uno de los alicientes para llevar a cabo una renovación que permitiera aprovechar también esta planta de la vivienda. El objetivo era, según indica, «diseñar una zona de descanso donde poder disfrutar con amigos y familiares, aprovechando que es un espacio más abierto y con unas estupendas vistas».

La base de partida, una enorme planta diáfana, de reciente construcción, con unos acabados no demasiado estéticos. El primer paso fue potenciar la luz natural de la casa a través de pinturas y acabados en tonos arena y beige claro. Esta base neutra permite girar el centro de atención hacia el exterior. Uno de los principales problemas del proyecto (y también uno de sus logros más notables) fue la creación de ambientes muy diferenciados pero que a la vez estén interrelacionados entre sí y de una forma armónica, nada estridente. De hecho, la sensación de paz y calma que invade al visitante al atravesar la puerta de entrada es notoria. Los rayos de sol inundan la parte interior de la casa de forma reposada, casi como una iluminación a medida, de cine. Se reflejan y multiplican sobre los materiales naturales y ecológicos, cuyos tonos claros trasladan a veces a playas de arena infinitas en esta época primaveral en la que todavía no han sido inundadas por cientos de colores disonantes. La zona principal recuerda en cierta forma a esas casas de madera de los Hamptons en las que veranea la aristocracia financiera neoyorquina.

La sala de estar presenta una estructura en U, que se cierra sin severidad gracias a dos taburetes realizados a partir del tronco de un árbol. Sus defectos e irregularidades imprimen carácter a un ambiente construido alrededor de la búsqueda de una elegancia sobria. Adriana apuesta aquí por la calidez que aportan los elementos de carácter ecológico para contrarrestar el aire navy que por sí solo podría resultar algo frío. Alfombras de fibras naturales y pieles perfectamente ubicadas ceden protagonismo ante los tonos azules de los cojines estampados con diferentes tipos de rayas. La mesa de centro, de estilo industrial, parece suspendida en el aire gracias a una base cruzada que aligera el entorno. Sobre la misma se pueden apreciar algunos de los accesorios que son marca de la casa para Adriana, como las flores frescas en tonos blancos, las composiciones de libros y objetos metálicos y elementos de falsa taxidermia como los cuernos de Becara. Del mismo modo, la fotografía o las obras en blanco y negro suponen un comodín que para esta interiorista funciona en casi todos los ambientes actuales.

En la zona de cocina y comedor se conjugan los colores claros de la ecomadera tecnológica del suelo y el entrevigado del techo, con los tonos blancos del mobiliario. La separación con el salón se logró gracias a un acristalamiento con guías ocultas, que permite una apertura total a los ojos sin que se transfieran olores ni corrientes de aire.

La cocina es uno de los rincones con más encanto de la vivienda. Posee el mobiliario básico sin que nada estorbe a la mirada. El tono verde menta de la pintura superior contrasta con los accesorios en un tono buganvilla muy primaveral. Esta es, sin duda, una de las zonas más funcionales de la casa. Mientras la familia cocina, disfrutan de un aperitivo al sol en un comedor que juega al contraste con lacados, patas de madera y sillas de corte industrial. Consigue Adriana en este ambiente un equilibrio perfecto entre tradición y vanguardia, estética y funcionalidad. De nuevo flores y plantas coronan la atmósfera y aportan vida al conjunto. En el espacio exterior, la diseñadora de interiores optó por colocar un césped artificial, «pues además de ser un material que hoy en día está muy logrado aporta frescura y dinamismo».

Otro elemento que le confiere una diferencia especial a este ático es el jacuzzi instalado en un rincón exterior, que revestido del mismo material del suelo y paredes resulta totalmente integrado, sin alterar la sensación de continuidad que le quiso dar a toda la estancia. Además, tal y como explica Adriana, «la iluminación se ha cuidado mucho también en este proyecto, las lámparas de suspensión, necesarias al ser un forjado a dos aguas, las luces empotradas en el suelo, marcando la esquina en la zona de la cocina y sobre todo las balizas exteriores y las tiras de led que están colocadas en sitios estratégicos para no ser vistas pero que al llegar la tarde aportan un toque único». Atardeceres que se prolongan hasta la madrugada porque el espacio invita a quedarse, a disfrutar de los placeres del sol, la conversación y el silencio. El 'lifestyle' malagueño cobra sentido en estos pocos metros cuadrados.

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