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Sala de estar integrada con la cocina
Una casa exquisita y llena de vida

Una casa exquisita y llena de vida

Cristóbal Rodríguez demuestra que habitabilidad y estética pueden ir de la mano en un hogar diáfano y sereno

Lorena Codes

Lunes, 30 de marzo 2015, 01:39

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Cuando Cristóbal Rodríguez se planteó la decoración de esta villa situada en la zona este de Málaga lo primero que tuvo en cuenta fue el estilo de vida para el cual había sido concebida, el de un matrimonio con tres niños pequeños al que le gusta disfrutar del día a día en familia, sin complicaciones. Se sentó, pues, con cada uno de los miembros de la familia para saber qué expectativas tenían de su futuro hogar. «Entiendo el diseño de una casa como una obra de teatro en la que todos los actores tienen su importancia, hay que saber escucharlos a todos para poder dar respuesta a sus necesidades de una forma conjunta e integrada». Rodeada de vegetación y con unas espectaculares vistas al mar, la casa (obra del arquitecto Fernando Rodríguez Caro) es un ejemplo de proyecto al servicio de la habitabilidad. Sus amplias cristaleras y ventanales, dispersos por toda la vivienda, filtran la luz para aprovecharla al máximo. Espacios amplios y poco compartimentados marcan el carácter de la edificación. Sobre este óleo en blanco, Cristóbal trazó un interior perfectamente integrado con la vida al aire libre y que fuera ante todo acogedor. «Era uno de mis principales objetivos, cuando te enfrentas a espacios amplios corres el peligro de que el ambiente resulte frío y bajo mi criterio las casas son para vivirlas, no para admirarlas», sentencia.

El primer reto al que se entregó fue aunar en una planta baja diáfana y con doble altura el hall, la sala de estar, la cocina con el office, el comedor y el despacho o zona de trabajo. Incluso, bien mirado, también tuvo que casar todos estos ambientes con el comedor exterior y la zona de estar al aire libre, puesto que las cristaleras unen visualmente estas dos partes. Para lograrlo el interiorista apostó por los juegos de opuestos en los materiales y se apoyó en los textiles para dar continuidad a los ambientes. La decisión más importante a priori fue la elección del suelo, de madera, en un tono grisáceo muy versátil. «Rechacé de plano cualquier material que no fuera madera, había que dar al conjunto un punto de calidez y éste era uno de los mejores recursos», matiza.

La segunda de sus reglas, que según comenta aplica siempre que realiza un proyecto, es el reciclaje de todos aquellos elementos que se puedan aprovechar de una vivienda anterior, pues tal y como defiende, «los muebles son parte de la vida, cuentan momentos importantes del recorrido de una familia y no hay por qué desecharlos, se les puede someter a un cambio de look». Así lo hizo con algunas piezas, como la mesa de comedor, a la que aplicó un proceso de decapado en blanco, o con la del office, que pasó de ser una fría mesa de cristal a una mesa de tipo industrial muy estilosa gracias a la adición de una base estampada y unas chapas laterales. También algunas butacas y sofás sobrevivieron al cambio con una nueva tapicería, acorde con la estética recién estrenada. Por lo demás, se adquirieron muebles nuevos con un estilo a medio camino entre lo industrial y el nórdico clásico. Así, por ejemplo, unifican el ambiente la mesa y estantería del despacho junto con la mesa de la televisión y la del office; hizo lo propio con el aparador del comedor, la vitrina de la cocina y el aparador que sirve para separar el office de la sala de estar. Por último, supo sortear el riesgo de que la cocina quedara demasiado expuesta con un diseño minimalista en blanco, que desaparece prácticamente a la vista cuando todos los muebles están cerrados. Su apariencia casa con el aspecto del conjunto de comedor y con la chimenea central, que sirve a su vez de eje para toda la planta. Realizada esta primera parte del proceso, llegó el momento con el que Cristóbal más disfrutó, puesto que gran parte de su carrera profesional ha estado ligada a esta labor: la elección de los textiles.

Confiesa que estudió Filosofía y Letras porque en aquel momento no había estudios de Interiorismo en Málaga. Después de acabar la carrera pudo aprender diseño y comenzó a trabajar en diferentes tiendas del sector en la capital. Pasó más de 16 años en la conocida Félix Sáenz, encargado de las tapicerías. Un recorrido que se traduce en una amplia sensibilidad cromática y una sabia conjugación de las texturas y los colores para crear sensaciones. En el salón, por ejemplo, destaca el diseño de la enorme cortina en seda natural de color gris plata que viste las dos alturas y las recubre de lujo y sofisticación, en un acertado contraste con la naturalidad que rezuma el amueblamiento. El rosa del sofá de terciopelo central aporta un toque justo de dulzura y genera dinamismo en un entorno discreto y apagado. Desde la cocina se accede a una de las estancias que la familia consideró básicas en el diseño de la casa, la zona de juegos. Se trata de una amplísima habitación con sofás, futbolín y otros juegos de entretenimiento, en la que los pequeños pasan buena parte del tiempo.

El desafío

Arriba, en la primera planta, el espacio se ha dividido de forma coherente en dos partes, la dedicada a los niños y la del matrimonio. A la izquierda se sitúan los dormitorios de los dos chicos mayores, uno con diez años y el otro con nueve. «El desafío aquí era contentar a ambos sin realizar dos habitaciones exactamente iguales». Además, el arquitecto situó el baño compartido en medio de los dos dormitorios, de tal forma que pueden acceder directamente a él y se genera complicidad entre los hermanos. La atmósfera del mayor es de estilo loft neoyorquino y se apoya en un papel pintado que parece una pizarra, muy chic. El del otro hermano, aficionado a los deportes relacionados con el mar, especialmente al surf, gira alrededor del papel diseñado a medida que integra visualmente su cama en una playa. Cristóbal juega aquí con los textiles y convierte las bandanas y pañuelos californianos en cojines.

Más hacia la fachada trasera de la casa, con una enorme cristalera que hace las veces de pared y brinda unas vistas al mar increíbles, se encuentra el cuarto de la pequeña de la casa, Julia, de tres años. Su habitación es la de una princesa, en tonos rosas y blancos, al igual que su baño, vestido del mismo tono. En el ala opuesta se encuentra el dormitorio en suite de la pareja, cuya cama orientada hacia el exterior también cuenta con las mismas espléndidas vistas. En la parte trasera se halla el baño, que integra una bañera y una ducha de hidromasajes. Una zona de estar y un enorme vestidor completan el conjunto.

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