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Ever Given

EL CANDELABRO ·

ARANTZA FURUNDARENA

Martes, 30 de marzo 2021, 00:01

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De los famosos locos años veinte del siglo pasado hemos derivado en los dementes, desquiciados, maniáticos y perturbados años veinte del siglo XXI. Locos sí, pero no en el sentido lúdico de la palabra sino en su versión más patológica. Estamos de atar. Y es normal. Llevamos amordazados y prácticamente embutidos en una camisa de fuerza desde hace algo más de un año.

Sabíamos que otra primavera confinados sería insostenible para todos (salvo para el medio ambiente). Así que en esta Semana Santa no nos encierran en casa pero nos van pintando rayas invisibles a cada paso. Me viene a la memoria esa secuencia de la película 'La trampa' en la que la experimentada ladrona interpretada por Catherine Zeta-Jones intenta esquivar, por medio una coreografía de contorsiones inverosímiles, una tupida red de rayos infrarrojos destinada a hacer saltar las alarmas. Ella lo consigue, pero aquí las alarmas saltan a diario porque son muchos los que cada vez que les ponen una línea roja delante relacionada con la covid se la pasan por el forro o la pisotean.

Se supone que estas restricciones tienen como única finalidad evitar que el coronavirus siga extendiéndose. ¿Y qué pasa si el coronavirus se extiende?, se preguntaría quizás el Principito de Saint-Exupery con esa lógica aplastante capaz de dejar al descubierto el enorme absurdo que acompaña al ser humano... La respuesta la sabemos: si se extiende, aumentan los ingresos hospitalarios y las muertes. ¿Y quién ingresa en un hospital o muere? Obviamente, las personas. ¿Entonces cómo es que tantas personas intentan esquivar las normas que las protegen? Pues porque como sociedad tendemos a la tozudez, encallamos una y otra vez en el error. Y ahí somos más difíciles de gobernar que el Ever Given.

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