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Andrea Duro se autodefine «cabezota, pero no inflexible». R. C.
Andrea Duro: «El romanticismo es tóxico, habría que erradicarlo»

Andrea Duro: «El romanticismo es tóxico, habría que erradicarlo»

La actriz asegura que «la última causa perdida por la que he decidido luchar soy yo misma»

ARANTZA FURUNDARENA

MADRID.

Sábado, 13 de febrero 2021, 00:06

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Tiene gracia que la protagonista de películas inspiradas en las novelas de Federico Moccia, el escritor italiano responsable de la almibarada moda de los candados en los puentes, no crea en el romanticismo. Pero así es Andrea Duro, una mujer realista que a la hora de amar prefiere la libertad a la fantasía. Y el hecho de que algunos de los puentes más emblemáticos de Europa hayan sufrido serios daños estructurales por culpa del peso de esos candados parece darle la razón... A sus 29 años, la actriz de Fuenlabrada ha comenzado 2021 con un proyecto en Netflix, una comedia por estrenar y la satisfacción de haber triunfado en el reencuentro de 'Física o Química', la serie que hace diez años la lanzó al estrellato en el papel de Yoli.

También ha renovado su colaboración como embajadora de la firma de joyas danesa Pandora, con la que dice sentirse «muy identificada porque, gracias a que puedes combinar sus piezas de mil formas, consigue sacar la mejor versión de cualquier mujer y además promueve valores que yo comparto, como el empoderamiento, la inclusión, la sostenibilidad y la diversidad». Luego está la parte sentimental... Y ahí Andrea confiesa que su joya favorita «son unos pendientes que mi padre le regaló a mi madre al poco de hacerse novios y que solo me pongo en ocasiones muy especiales».

«Amante de las causas perdidas, irremediablemente libra y cabezota». Así se autodefine la actriz en su perfil de Instagram. En cuanto a causas perdidas, la última por la que ha decidido luchar es... «Por mí misma -confiesa entre risas-. No creo que haya mejor forma de invertir el tiempo».

El ser libra lo determina su fecha de nacimiento, porque Andrea Duro Flores vino al mundo un 14 de octubre. Ella dice sentirse muy libra «principalmente por mi indecisión. Soy de darle mil vueltas a todas las opciones y me cuesta decidir cuál es la mejor». Pero también posee otros rasgos atribuidos al signo. «Me gusta la armonía, soy sensible y bastante social. No sé si esto tendrá algo que ver con el zodiaco pero, oye, es por darle un poco de magia al asunto», bromea.

Nacer con cierta tendencia a la tozudez le ha ayudado a ser tenaz y a conseguir objetivos, pero también le ha jugado alguna mala pasada... «Pocas -matiza Andrea- porque soy cabezota, pero no inflexible». Recuerda haber sido bastante tranquila en su infancia, «aunque igual le preguntas a mi madre y te pone los ojos en blanco». Además de jugar, le gustaba hacer cosas «que tuvieran un punto artístico» como bailar, cantar, actuar... Tamaña precocidad hizo que se convirtiera en actriz con solo 15 años. Y en plena adolescencia pasó de ser una chica desconocida a que la pararan por la calle. «Fue un poco extraño. Intenté que no me afectara. Por suerte mi familia me ayudó mucho».

«Amar de modo más libre»

Andrea tiene una pequeña 'J' tatuada en una muñeca. Y no es por su anterior pareja, el futbolista Javier Hernández, Chicharito. Es la inicial del nombre del modelo cubano Juan Betancourt, al que la actriz, ajena a los rumores de crisis y de ruptura, todavía denomina «mi chico». «El último viaje que hice el año pasado antes de que empezara la pandemia fue a Las Vegas -relata-, porque yo estaba pasando una temporada en Los Ángeles y quisimos ir a visitarlo. Uno de los planes que había soñado con hacer allí era tatuarme. Me hice la 'J' por mi chico, sin más».

Al margen de las especulaciones sobre el estado de su relación con Betancourt, lo cierto es que Duro no parece entusiasmada con la celebración de San Valentín. «Personalmente, no me apasiona la fecha», declara. Y lo argumenta: «El romanticismo es algo muy tóxico que deberíamos erradicar. Genera demasiadas expectativas y va ligado a falsas creencias sobre el amor. Es muy perjudicial tanto en mujeres como en hombres. Ojalá pudiéramos amar de una forma menos romántica pero más real y libre».

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