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Beyoncé y Jay Z, en unas vacaciones anteriores.
Casados con el derroche

Casados con el derroche

Beyoncé y Jay Z están de vacaciones por el Mediterráneo, a bordo de un yate que les cuesta 800.000 euros a la semana. Es un poco más de lo que pagaron por el balancín de su hija

Carlos Benito

Lunes, 21 de septiembre 2015, 21:29

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Los extractos bancarios de Beyoncé y Jay Z tienen que ser un espectáculo difícil de olvidar, que alguien debería proponer sin falta para alguna de esas listas de las maravillas del mundo. Imagínense qué belleza de ingresos: hablamos de la primera pareja milmillonaria del mundo del espectáculo, a la que Forbes calcula unas ganancias conjuntas de casi 110 millones de euros en el último año. Van casi a la par, aunque esta vez él ha recaudado un pelín más. Y con un pelín, en este contexto, nos referimos a una diferencia de algo más de un millón de euros. Pero la parte más fascinante de los extractos han de ser, sin duda, los gastos, un dispendio continuo y despreocupado de fabulosas cantidades de dinero, invertidas en caprichos que desafían la lógica. A través de esos balances bancarios, uno puede atisbar un universo desconocido.

Ahora mismo, la pareja y su hija de 3 años, Blue Ivy, están en su ya tradicional vacación de septiembre por Europa, surcando el Mediterráneo a bordo del yate Galactica Star: 65 metros de eslora, spa, sauna, piscina de 22 metros cuadrados, helipuerto y demás clásicos de estas cansinas enumeraciones del lujo. Han visitado Capri, la Costa Amalfitana y la isla de Santa Margarita, a media milla de Cannes, y han aprovechado para colgar unas cuantas fotos en Instagram, incluida una que ha vuelto a disparar los rumores sobre un nuevo embarazo. Según han publicado las revistas estadounidenses, el alquiler del barco les cuesta 800.000 euros por semana. Esta vez no ha trascendido ningún detalle sobre otros desembolsos, pero hace un par de años, en un viaje similar, se filtró que se habían pulido 35.000 euros solo en alcohol. En cinco días.

A falta de extractos, la prensa estadounidense brinda información generosa sobre los hábitos de despilfarro de la pareja. Tal vez los datos no sean siempre exactos, pero desde luego dejan claro que ya no es válida aquella recordada declaración de Beyoncé en 2009, cuando se declaró como una gastadora «muy frugal», que prefería invertir en propiedades que satisfacer antojos pasajeros. Dos años después, la revista OK ya la clasificaba como la mayor derrochadora del mundo del espectáculo. Hay ejemplos graciosos como aquel paso por Oxford Street, la calle más comercial de Londres, en el que le calcularon un gasto de 130 euros por minuto, y eso que pasó la mitad del tiempo en una tienda tan normal como Topshop. Para Beyoncé no supone nada dejarse 30.000 euros en una joya para la uña, y es lógico: al fin y al cabo, su anillo de compromiso costaba 3,5 millones. Este mismo verano, se publicó que había pagado 270.000 euros por unos zapatos de tacón con 1.290 piedras preciosas, garantizados por mil años: su representante negó la noticia, aunque el diseñador de los stilettos de marras ya la había confirmado.

Hay dos terrenos en los que la habitual prodigalidad del matrimonio se desborda. Uno es el de los regalos. Cuando Jay cumplió los 41, Beyoncé le compró un Bugatti Veyron Grand Sport de 1,7 millones. Unas navidades, Jay se pasó por Hermes para hacer unas compras de última hora y se llevó 300.000 euros en bolsos Birkin para Beyoncé. Hace un par de años, al rapero le llegaba su primera fiesta del Día del Padre, así que la cantante le sorprendió con un avión Bombardier Challenger 850 de 35 millones. Y, luego, está la calderilla, como los 5.000 euros que dejaron en una sex shop de Nueva York: «No han comprado nada demasiado extremo, todo de calidad superior, incluso artículos chapados en oro», cotilleó un testigo. Tampoco suelen quedarse cortos a la hora de agasajar a parientes y amigos, con hitos como la luna de miel de 160.000 euros que Beyoncé pagó a su hermana Solange o la trona de 10.000 euros, con cristales Swarovski, donde se sienta la hijita de Kim Kardashian y Kanye West.

Barbie con diamantes

Su otra obsesión es, precisamente, su propia hija. Blue Ivy ha pasado estos primeros años rodeada de objetos carísimos y rebuscados, casi inverosímiles: posee su propia trona reluciente, cómo no, pero también una cuna que parece un carruaje de cuento (17.000 euros) y el famoso caballo balancín de oro macizo fabricado en Japón (algo más de medio millón de euros). Por su primer cumpleaños, le compraron una Barbie con incrustaciones de diamantes valorada en 70.000 euros, y los niños que asistieron a la fiesta se llevaron más de 20.000 euros en detallitos. Para compensar, hay que decir que el matrimonio también destina un dineral a fines más nobles, de manera muy discreta: por ejemplo, pagaron las fianzas de muchos detenidos en las manifestaciones contra la brutalidad policial en Baltimore.

Con su historial, resulta paradójico que la mayor bronca que se ha llevado Beyoncé fuese por un gasto en el que no había incurrido. Cuando presentó el vídeo de su canción Feeling Myself, a medias con Nicki Minaj, las redes sociales ardieron de indignación: en un momento del clip, Beyoncé vaciaba en el jacuzzi una botella de champán que supuestamente costaba 18.000 euros. ¡18.000 euros, 18.000 euros!, clamaban los fans indignados. En realidad, el precio en tienda de aquella botella de Armand de Brignac no llegaba a los trescientos euros, pero seguro que a Beyoncé le salió gratis: meses antes, Jay Z se había comprado las bodegas.

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