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Domingo, 17 de marzo 2019, 17:04
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Ganó la Biznaga de Oro en 2012 con la impactante 'Los niños salvajes' y este año regresa al festival como presidenta del jurado. Patricia Ferreira, autora de películas como 'Para que no me olvides' o 'Thi Mai, rumbo a Vietnam', considera que «hasta que no haya más directoras, los personajes femeninos seguirán siendo menos interesantes o serán interesantes desde el punto de vista masculino» y confía en que el sector mantenga un debate sobre la entrada de las plataformas en la producción.
-Supongo que Málaga le trae buenos recuerdos, después de ganar con 'Los niños salvajes' y todo lo que supuso aquella película.
-Sin duda. Fue un momento inolvidable. Ganar cuatro premios no pasa todos los días. Tenía muchas ganas de volver.
-Lo hace como presidenta del jurado.
-Es una responsabilidad. Pertenezco a la misma industria de las personas que se están sometiendo a nuestro juicio. Conozco las dificultades que han tenido para sacar adelante las películas, y entiendo especialmente a los directores. El problema será escapar de todo eso para saber qué películas merecen ser premiadas. Entrenada estoy porque empecé en la crítica, pero no es fácil.
-¿Ha pensado qué criterios seguirá?, ¿cómo distingue una buena película de una mala?
-Es complicado. Hay dos criterios bastante claros que se complementan. Por un lado, creo que las películas deben tener la capacidad de comunicar y llegar a la gente, sin que eso tenga por qué significar grandes públicos o éxitos de taquilla. También creo que, ya que somos un jurado especializado, debemos fijarnos en una serie de valores cinematográficos que tal vez con nuestro apoyo descubramos al público. Uniendo esos dos criterios podemos llegar a conclusiones más o menos acertadas.
-¿Qué tipo de valores son esos?
-De muchos tipos. El principal es el lenguaje. Hay diferentes lenguajes cinematográficos. Aunque sea un arte reciente, estamos tan avanzados que descubrir nuevas fórmulas o aproximaciones me parece importante. Y si no son nuevas, al menos que sean diferentes, sin perder nunca esa capacidad de comunicar de la que hablábamos antes.
-A veces se vincula esa comunicación con lo efectista...
-Cuando estás en un coloquio, después de una película, la respuesta del público es muy evidente. Si lo que opinan o piensan te suena porque estaba en tu cabeza, porque deseabas comunicarlo, entonces tienes la prueba de que lo has conseguido. Nuestro papel como jurado será determinar esa capacidad de comunicación.
-En sus películas hay lenguajes y géneros muy diferentes. ¿A qué responde esa elección?, ¿la historia determina el resto o de repente dirige un drama como 'Para que no me olvides' y luego necesita romper con todo?
-Es verdad que he dado saltos de un género a otro, fundamentalmente porque soy un poco suicida. Me meto siempre en todos los líos porque mi deseo de aprender nuevas formas de contar es inmenso. Intento recorrer caminos que no he recorrido antes. En mi última película, 'Thi Mai, rumbo a Vietnam', lo que me provocó el cambio a la comedia fue que tenía una deuda con los espectadores, porque yo lo he pasado tan bien haciendo cine...
-… Y lo ha hecho pasar tan mal a los demás.
-Claro, y a veces lo he hecho pasar tan mal con mis películas que necesitaba esa vivencia de contar una comedia.
-¿Y cómo lleva esa parte de introspección, de indagar en lo personal y mostrar luego el resultado? Suele valorarse en los actores, pero también se desnudan guionistas y directores.
-El oficio de actor es el más expuesto de todos. Su generosidad no es igualable. Como directora o guionista hay muchas de mis preocupaciones y obsesiones en mis películas, pero no tengo un miedo especial a la exposición. Y siempre puedo cambiar los nombres (risas).
-¿Qué opina de que el festival abra su sección oficial con 'Taxi a Gibraltar'?
-No la he visto. Es una comedia, ¿no? A ver, voy a decir una cosa como lo siento: una película con Dani Rovira dentro merece la pena para abrir un festival o lo que sea.
-Pero siempre se analiza ese equilibrio entre lo autoral y lo comercial. Usted se ha movido en ambos terrenos. ¿Es un debate caducado?
-Es un debate que no está bien planteado. Existen muchos tipos de películas destinadas a diferentes públicos. Creo que las películas, como decía antes, deben comunicar algo, y si encima abren perspectivas, formas de ver el mundo, pues estupendo. Pero sin público nos vamos a casa.
-¿Qué diagnóstico hace de la situación de las mujeres en la dirección de películas?
-Algo parece que está cambiando. Los movimientos reivindicativos y la legislación en materia cinematográfica están ayudando a que se incorporen más mujeres a la profesión. Creo que las políticas de fomento de la igualdad han sido fundamentales.
-Cuando usted empezó, la dirección era un campo casi inexplorado para las mujeres, con algunas excepciones como Pilar Miró. ¿Le supuso un reto o lo vivió con naturalidad?
-El reto existía. No podía ignorar la falta de mujeres ni era inconsciente de que mi condición de mujer me ponía las cosas más difíciles, pero no sólo para ser directora, sino para ser realizadora de televisión, por ejemplo. Así empecé. Siempre fui consciente de ello.
-¿Sus colegas se lo pusieron fácil?
-La carrera de cualquier mujer que aspira a llegar a un puesto de poder, de toma de decisiones, siempre es una carrera de obstáculos. Lo era antes y lo sigue siendo ahora. Y no podemos extrañarnos. La sociedad está montada de forma patriarcal. Lo que estamos intentando es que esto cambie. Queremos que no haya más obstáculos de los que tienen los compañeros hombres. Pero es cierto que seguimos teniendo más problemas.
-¿Algún episodio que recuerde especialmente injusto?
-Es algo que jalona toda una vida profesional, aunque de alguna forma también acaba enriqueciéndola, porque te hace más fuerte. Pero no es algo anecdótico.
-Ha creado personajes femeninos poliédricos y poderosos. Supongo que no es casualidad.
-Intento que todos mis personajes sean potentes, hombres y mujeres. No me esmero especialmente según el sexo, pero es probable que los creadores seamos más capaces de adentrarnos en personajes del género al que pertenecemos. Ese es el problema. Hasta que no haya más directoras y guionistas, los personajes femeninos seguirán siendo menos interesantes o serán interesantes desde el punto de vista masculino, que no es lo mismo.
-Esta edición del festival también está marcada por la entrada de plataformas como Netflix o Movistar. No sé qué le sugiere toda esta revolución.
-Es un debate que debemos tener. Intentar parar el fluir de la vida y los acontecimientos es como darse de cabeza contra un muro. No soy enemiga de las plataformas, pero es algo sobre lo el sector tiene que hablar para no tomar decisiones precipitadas o frívolas.
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