Borrar
José Carlos Sires escucha las aves en el Parque de Málaga. Félix Palacios
«Tuve un flechazo con las aves y sigo enamorado como el primer día»

«Tuve un flechazo con las aves y sigo enamorado como el primer día»

Placeres culpables ·

José Carlos Sires, ornitólogo ciego, protagoniza 'El silencio que queda', un documental de la artista Amparo Garrido

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Martes, 19 de marzo 2019, 00:54

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El Festival de Málaga estrena 'El silencio que queda', documental híbrido que cuenta varias historias de amor y que habla también sobre el luto y la pérdida, que son temas muy comunes, porque a todos nos falta algo. Esto empezó cuando Amparo Garrido, la directora que debuta con esta película, recibió en su buzón una noticia enviada por un amigo. Era una práctica habitual en él hasta que se encontró con la muerte poco tiempo después. Ella, artista visual, para superar el luto, sintió el impulso de investigar aquel recorte que le descubría a José Carlos Sires, treintañero andaluz, un tipo culto e inteligente que desde que nació mantiene una profunda fascinación por la naturaleza. Un ornitólogo al que no le ha parado una ceguera que le afecta casi desde los seis. Una historia que merece esta entrevista.

–¿Es cierto que la carencia de un sentido potencia los demás?

–Nosotros somos seres muy visuales. La vista suele ocupar el 90% de los estímulos. Al carecer de ella, me fijo más en lo demás, pero yo no oigo mejor que cualquier otro. Si me hicieran una audiometría, el resultado no sería excepcional. Solo estoy más pendiente de lo que oigo, huelo y toco.

–¿Cuándo empezó su interés en las aves?

–Con 10 años. Mi profesor de música en la escuela de la ONCE, Don Antonio Almaza, trajo un día una cinta con sonidos de aves. Algunos eran muy distintos y muy irreales. Era muy bonito. Me pareció algo extraordinario. Tuve un flechazo con las aves y sigo enamorado como el primer día.

Y de qué manera: hasta imparte cursos para saber escucharlas. Es capaz de distinguir 300 especies distintas.

–Distingo casi todas las especies de aves en Europa y muchas de Latinoamérica, que tiene una gran riqueza. El oído se puede adiestrar y es primordial para sacarle partido al ecosistema. Lo normal es ver menos especies de las que se escuchan.

«Al carecer de vista, me fijo más en lo demás, pero yo no oigo mejor que cualquier otro»

«Me encanta oír a las aves que tomaron la decisión de vivir con nosotros»

Ahora mismo, en el Paseo del Parque a las cuatro de la tarde, ¿cuántas especies distingue?

–Un espacio urbano dominado por las cotorras, cosa que no me agrada mucho, porque es una especie invasora. Hay otras, como el estornino negro que tiene unos cantos muy chulos. Y también hay por ahí una curruca capirotada que uno de los cantos más bonitos de España (¿lo has oído?). Y, por desgracia, demasiados coches.

Hay mucho ruido en las ciudades.

–La gente no suele ser consciente de lo que nos perjudica el umbral de ruido al que estamos sometidos. Las aves están cambiando sus vocalizaciones para encajar mejor en el ecosistema. El ruido también ha modificado las horas de canto. Ahora hay más durante la siesta. Yo soy feliz en cualquier sitio en el que haya pájaros y una mínima intervención humana, porque eso me lo estropea. El cambio climático es brutal. Hace unos años fui a Chipiona y había especies del Sahara. Pero en general hay muy poca conciencia respecto a la naturaleza. Las cumbres sobre el cambio climático no sirven para nada.

Su pasión empezó a los 10 años. Ahora distingue casi todas las especies de aves en Europa y muchas de Latinoamérica.

Vamos a terminar alegres, ¿cuáles son sus cantos preferidos?

–Muchos. El ruiseñor, el mirlo, el petirrojo. Me encanta oír a los vencejos, los aviones comunes y las golondrinas, que son aves que tomaron la decisión de vivir con nosotros. Antes eran muy bien recibidas y se las respetaban, ahora un nido significa suciedad, y por eso lo echamos abajo. El animal intenta construirlo otra vez, y se le vuelve a destrozar. Insiste porque no entiende que a un humano no le guste su presencia y cree que es un accidente, y lo vuelve a hacer. Y así se le pasa la época reproductiva. Vienen de lejos para crear más vida junto a nosotros, y le damos ese recibimiento. Les ponemos redes para que no entren. En invierno son preciosos los zorzales que vienen de las zonas frías y los cazadores solo ven pájaros que matar para divertirse. ¿Por qué la gente no ve lo que yo no puedo ver? No entienden que nuestros compañeros de este planeta son necesarios y que sin ellos no podríamos vivir. Y, aunque pudiéramos, la vida es mucho más hermosa con ellos aquí. No lo comprendo y eso me causa dolor.

Al terminar, José Carlos vuelve ponerse contento: acaba de escuchar una curruca capirotada: «¿Lo has oído?».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios