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La crítica: De la Iglesia al infierno

El festival ha arrancado con un seguro a todo riesgo. Con Álex De la Iglesia estaba claro que no íbamos a quedar indiferentes. Para bien o para mal. Su nueva película se titula ‘El Bar’, un cruce de géneros entre la comedia negra y el ‘thriller’

Francisco Griñán

Sábado, 18 de marzo 2017, 01:16

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El festival ha arrancado con un seguro a todo riesgo. Con Álex De la Iglesia estaba claro que no íbamos a quedar indiferentes. Para bien o para mal. Su nueva película se titula El Bar, un cruce de géneros entre la comedia negra y el thriller. Aunque si hay que etiquetar esta cinta no hay nada mejor que decir que es un ÁlexdelaIglesia. Se reconoce al director por los cuatro costados de la pantalla. Una cinta salvaje como todo su cine, pero a la vez con vocación de llegar al espectador. Con un arranque brillante y una trama que te atrapa y te arrastra a un dantesco descenso a los infiernos que viven los personajes encerrados en una taberna que, más que oler a la lejía que usa Terele Pávez para quitar la mugre, apesta a miedo.

De eso va esta cinta. De lo irracional ante nuestros propios miedos. Y que ni el terrorismo ni un virus ni el apocalipsis es más dañino que el propio ser humano cuando teme algo que no conoce. Eso les pasa a los clientes encerrados en un bar madrileño del que no se atreven a salir cuando uno de ellos es tiroteado tras cruzar la puerta. En ese reducido espacio buñueliano con toques berlanguianos encierra De la Iglesia a un hipster, una pija, una ludópata, un representante, un ex policía, un camarero, un mendigo y la dueña del bar. Un coro de personajes que juega a un misterio a lo Agatha Christie y que se mueve en un decorado casi único que corría el riesgo de caer en lo teatral, lo rutinario y la repetición. Y al que se le puede afear algún fugaz bache. Pero que en manos de un autor como De la Iglesia alcanza una tensión prodigiosa con cotas de auténtico delirio. De hecho, las películas del cineasta vasco dan en ocasiones una sensación de montaña rusa. Con momentos álgidos que propician bajadas excesivamente largas. Pero no es el caso. El Bar es una película pequeña y salvajemente medida mucho mérito en un autor tan dado al exceso que se viene arriba. Aunque los personajes vayan más bien en sentido contrario.

El enigma de lo que pasa, los diálogos y el reparto está unido para que la trama funcione como un reloj y complete una de las cintas más entretenidas de De la Iglesia en los últimos años. Cada personaje tiene su momento y todos los aprovechan. Aunque merece la pena destacar a una soberbia Blanca Suárez, al esforzado cobarde barbudo de Mario Casas y al inmenso Jaime Ordóñez que afronta el papel de su vida. Con un personaje aparentemente anecdótico que mejora como la película. Lástima que El Bar no haya entrado a concurso. Seguro que se habría llevado tajada y, entre ellos, ese desatado Ordóñez que está de premio. Recomendable para los que quieran pasar un buen (mal) rato.

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