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La caseta del Pimpi, una de las mejor valoradas este año. Salvador Salas

Aroma a llenazo en el real antes del fin de fiesta

Tras la jornada más tranquila del miércoles, el Cortijo de Torres volvió a ser un hervidero de gente que de nuevo provocó colas en las casetas

Jueves, 17 de agosto 2023, 23:58

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El ecuador de la Feria fue historia el miércoles –tradicionalmente la jornada más tranquila de todas–, pero el jueves recuperó para el Real del Cortijo de Torres todo el esplendor de una Feria de Málaga que se vive ya como escenario principal dentro de las casetas y fuera de los bares. Las colas –omnipresentes en los primeros días– volvieron a hacer acto de presencia para reforzar la idea de que la traca final de este 2023 viene fuerte y que nadie se quiere perder la mayor de las diversiones de la semana más importante del año para los malagueños.

Cada día que pasa aumenta la sensación –habrá que ver los datos a final de la semana– de que ya no es que la gente acuda por la tarde al recinto ferial, sino que la profesionalización de las casetas anima a muchos a comer allí. Atrás quedaron recipientes de plástico con pimientos fritos y croquetas como plato principal. Nunca hay que desmerecer algo así, pero ahora ya no es suficiente. Cualquier caseta de las familiares ofrece una propuesta gastronómica digna de un establecimiento del centro de la ciudad. De hecho, de comer 'cualquier cosas' para que el alcohol no caiga en saco roto, se ha pasado a que familias, amigos y compañeros de trabajo quedan allí para comer.

Ya son muchos los malagueños que al menos algún compromiso (elegido o no) han tenido en estos días en el real. Pero mucho ojo, porque con el mogollón de gente también vienen las esperas y las mesas ocupadas, así que si tienen intención de comer en alguna de estas casetas, es mejor ponerse en contacto con ellos para reservar primero, no sea que se lleven un chasco al llegar allí.

Reservados

Lo mismo ocurre ya con el 'tardeo'. No es una cuestión de que haya colas para entrar en algunos de estos recintos (obviamente, en los que están mejor o están más de moda), sino que muchos ya han instaurado la moda de los reservados, estos espacios a ambos lados de la pista de baile con mesas, sofás y servicio personalizado.

La experiencia está muy bien, para qué nos vamos a engañar, pero no sale barata. Aunque cada uno pone sus precios, la botella está costando del orden de 150 euros para compartir entre unas cuatro personas. Aun así, ocurre con lo mismo que con las mesas para comer. En muchas casetas directamente tienen todos estos espacios prácticamente vendidos hasta que acabe la feria, demostrando una vez más que el malagueño lo da todo (también en términos económicos) cuando llega la semana grande.

Enzo, de cuatro años, disfruta en una de las atracciones. I. G.

Hay una feria para los malagueños más menudos

Igual es porque ya no somos niños, pero pecamos quizá en exceso en estas crónicas cuando hablamos casi en su totalidad de la marcha, la fiesta y las casetas. Pero hay otra feria, casi a partes iguales, que es la que disfrutan los más pequeños de la casa. Los cacharritos de la feria no suelen innovar con el paso de los años, pero tampoco les hace mucha falta. El sonido de Camela –y sucedáneos siempre de menor nivel– atrae cada noche a una enorme masa de gente a los coches de choque, la 'ranita', la montaña rusa, las camas elásticas y el gusano loco. Una semana que los niños viven con ilusión, aunque quizá con algo de dificultad para muchas familias, cuya petición es unánime. Habría que ajustar algo los precios.

Más allá de estos detalles, el jueves volvió a reflejar el buen ambiente que se vive en el real, no solo en las casetas, sino también en el resto de oferta como la musical y la de ocio. Decíamos que aún hay que esperar al balance final, pero de momento algunos de los propietarios consultados por este periódico se muestran muy optimistas, y recalcan cómo ha ido cambiando la feria en el Cortijo de Torres en los últimos años, en el que además de subir la facturación, han descendido cuestiones negativas, como la conflictividad. Aunque se han anotado peleas aisladas, la sensación es que el ambiente y el buen rollo nunca había sido un elemento tan atractivo como lo es ahora. Llega ahora la traca final, y visto lo visto no cabrá un malagueño más en este escenario central de la feria.

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