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A. A.
MADRID.
Domingo, 21 de abril 2019, 00:01
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Hace 26 años que los debates electorales aterrizaron en las campañas electorales españolas. Tras el parón con el PP entre 1996 y 2008, los ha habido de todos los colores.
El resultado fue salomónico. José María Aznar logró arrinconar en el primer cara a cara al líder socialista, quien por aquel entonces arrastraba las mochilas de la crisis económica y la corrupción. Una semana después de aquel fracaso, reconocido en el PSOE porque su candidato no se había preparado el choque, González salió al plató a por todas. El 75% de la audiencia observó como González pasaba por encima a Aznar. No se sabe si fue por aquella derrota, pero el caso es que Aznar no volvió a aceptar ningún debate.
Mariano Rajoy no quiso debatir en 2004, aunque sí accedió a hacerlo cuatro años después. Fue un doble duelo del que salió mejor parado el presidente socialista, aunque sin hacer demasiada sangre al adversario. Lo más recordado fue sin duda los mensajes finales del líder de la oposición: «Yo quiero que la niña que nazca en España tenga una familia y una vivienda, y unos padres con trabajo...», dijo en el primer debate. Y en el segundo insistió: «El otro día hablé de una niña. En esa niña pienso, en esa niña que va a crecer, que tiene que estudiar, que quiere tener una vivienda. Esa niña está en mi cabeza, esa niña es la que mueve mi sentimiento y mi corazón. Esa niña». Y así quedó para siempre bautizada como «la niña de Rajoy».
Poco podía hacer Alfredo Pérez Rubalcaba para levantar a un PSOE en horas más que bajas. Y de hecho nada pudo hacer, porque con la simple mención de la situación económica Rajoy ya tenía el debate ganado. Con todo el pescado vendido, el cara a cara dio poco más que «las insidias» que el candidato popular atribuyó a su contrincante.
Más que un debate, aquello fue un cuerpo a cuerpo que por momentos se convirtió en barriobajero. Sánchez sin nada que perder, salió en tromba y atacó con todo su arsenal, en el que por aquel entonces figuraban como piezas de mayor calibre los recortes durante la crisis y la corrupción del PP. «Es usted ruiz», le espetó el líder de los conservadores a su oponente, aunque quisiera decir «ruin». Antes, el candidato del PSOE se había empleado a fondo: «Si usted gana el coste de la democracia es enorme porque el presidente debe ser una persona decente y usted no lo es». Y aún llegarían otros «mezquino, deleznable y miserable» que dedicó Rajoy a Sánchez. Ese año se produjo el primer debate a cuatro. Mientras que PSOE, Podemos y Ciudadanos enviaron a sus candidatos, el PP encomendó el choque a Soraya Sáenz de Santamaría.
Aquí sí dio el paso Rajoy. Y no le fue mal mientras no le sacaron a colación el tema de la corrupción. El presidente del Gobierno se midió a la vez a Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera. Como no podía ser de otra forma, fue un todos contra todos. Iglesias, que por aquel entonces creía tener en el bolsillo el 'sorpasso' al PSOE, le replicaba a Sánchez que su rival no era él, sino Rajoy. El candidato del PSOE prometió que nunca apoyaría una nueva investidura del jefe del Ejecutivo, y lo llevó hasta las últimas consecuencias. Rivera también vetó entonces a Rajoy. Cuatro meses después, le dio sus votos.
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