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Murcia, tarde y mal

Murcia, tarde y mal

La España periférica ·

Joaquín garcía cruz

Domingo, 14 de abril 2019, 00:17

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Un avance gigantesco acaba de producirse en el secular aislamiento de Murcia. El viaje en tren a Madrid se ha recortado en veinte minutos, gracias a la apertura de una variante ferroviaria, la de Camarillas, cuya contrucción -de solo 26 kilómetros- se ha llevado treinta años. Más de un año por kilómetro. Murcia también existe. Después de tanto tiempo, en el que PSOE y PP se han turnado al frente del Gobierno autónomo, ambos partidos pugnan hoy por colgarse la medalla, pero lo cierto es que llegar a Madrid supone todavía un tedioso y madrugador trayecto que acentúa la condición periférica de Murcia y que al personal le sigue pareciendo decimonónico, no sin razón.

Es probable que en otros lugares de España se crea que el agua constituye la principal demanda de los murcianos en esta campaña. Sería en tal caso una percepción equivocada, arrastrada -como tantas otras- por la imagen generalmente engañosa que se tiene de Murcia, una comunidad autónoma embarcada en la zona media de casi todas las estadísticas socioeconómicas, pero que sobresale por su singularidad en el plano político: fue la primera dirigida por una mujer, la única en la que un grupo parlamentario, el socialista, presentó una moción de censura contra el Gobierno de su propio partido, y la única, también, que encadenó tres presidentes distintos de la misma formación, el PP, en los últimos cuatro años.

El agua, sí, representa literalmente la vida, al punto que del controvertido trasvase Tajo-Segura depende la economía de 100.000 familias, pero la desconfianza en los partidos, justamente sustentada en decenios de promesas incumplidas, de enfrentamientos cainitas, de crisis institucionales y de logros tan 'históricos' pero en realidad tan exiguos como la apertura de una variante ferroviaria, hace que en la calle se hable más del tiempo que de los programas electorales. Y de que parezca que, digan lo que digan los candidatos, los problemas de aquí se arreglarán tras el 28-A como siempre: tarde y mal.

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