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Juan Marín, Susana Díaz, Juanma Moreno y Teresa Rodríguez, ayer en el plató de Canal Sur. EFE
Todos contra todos y guion previsible en un debate plano con pinceladas broncas

Todos contra todos y guion previsible en un debate plano con pinceladas broncas

Juan Marín lleva la iniciativa en el primer careo televisivo de los cuatro candidatos, en el que propone a Moreno una alianza para el cambio en Andalucía

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Lunes, 19 de noviembre 2018

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Un debate plano, con propuestas y afirmaciones previsibles y con pinceladas broncas, sobre todo en la segunda parte, cuando entró la corrupción como arma arrojadiza. Hasta entonces, ya con casi hora y media de duración, el primer careo televisivo de los cuatro candidatos con escaños en el Parlamento, transcurría encorsetado, con guion previsible que todos llevan ensayando en casi dos meses de precampaña aunque solo cinco de campaña oficial. En realidad más que un debate, fueron intervenciones sucesivas. Hasta la moderadora, Mabel Mata, instó a los intervinientes a romper el hielo y replicarse.

Susana Díaz (PSOE), Juanma Moreno (PP), Teresa Rodríguez (Adelante Andalucía) y Juan Marín (Ciudadanos) no dijeron nada nuevo de lo que ya vienen diciendo. Solo hubo una chispa novedosa, la propuesta de Juan Marín cuando reiteró al candidato del PP formar juntos una alianza para un cambio de ciclo político en la Junta de Andalucía, pero con el añadido de incluir en el paquete la oferta a Juanma Moreno de que sea su vicepresidente, recordando que lo dijo en unas declaraciones. «No voy a ser su vicepresidente», respondió Moreno, a lo que Marín replicó que tampoco él iba a ser el suyo.

El rifirrafe de los dos dirigentes conservadores a lo largo del careo de dos horas escenifica la pugna de sus partidos por convertirse segunda fuerza en las elecciones del día 2 de diciembre, si las urnas confirman la previsión de las encuestas de que el PSOE sería la primera fuerza, aunque lejos de la mayoría absoluta. Esta lejanía hace que PP y Cs alberguen la esperanza de formar una alternativa de cambio con la suma entre ambos de 55 escaños. Ninguna encuesta le da la posibilidad, pero en el debate ambos traslucieron como si esto fuera posible. No se rindieron, ni Marín ni Moreno.

Junto a la pelea de los partidos del ala conservadora, también planeó en el debate la tensión e incertidumbre sobre el posible bloqueo institucional de Andalucía que señalan las encuestas con un resultado de casi empate de tres fuerzas y la soledad de Susana Díaz para formar gobierno.

En la exposición final hubo resumen de lo inamovible de las posiciones. Díaz se presentó como quien garantizará la estabilidad necesaria para que Andalucía «avance» y «no la frene nadie» frente a los «que ofrecen bloqueo», en alusión a ese temor de parálisis institucional que lleve a unas segundas elecciones. Díaz fue la única que mencionó esta posibilidad.

Moreno se ofreció como la garantía de un «cambio histórico» y trasladó a la opinión pública su mensaje de que estas elecciones son «un referéndum» sobre «si queremos continuidad» del modelo de 40 años de gobiernos socialistas o «el cambio para que Andalucía funcione». Marín se postuló como quien garantizará un cambio sin hipotecas del pasado, incluida la de haber perdido frente a los socialistas durante 36 años, en alusión al PP. Teresa Rodríguez, embarazada de su primer hijo, se presentó con el objetivo de que las siguientes generaciones «no se acostumbre a vivir sin derechos, sin vida y futuro» como la salida de la crisis.

Si los contenidos eran conocidos, en las formas sí hubo sorpresas. Lo esperado era un debate en que los tres candidatos de la oposición abroncaran a la que gobierna, en este caso Susana Díaz. No fue así. Los tres rompieron este esquema y transformaron el debate en un todos contra todos, lo que hizo que Díaz saliera del foco principal. Le vino bien la pelea de Moreno con Marín para no verse en el barro del que huye esta campaña, pero no que este le llegara a eclipsarla en los bloques relevantes como el de las propuestas económicas e incluso el de las medidas sociales. En esta estrategia, Juan Marín llevó la voz cantante y la iniciativa del debate con un perfil combativo, primero contra Juanma Moreno, al que muchas veces llamó señor Bonilla, pero en sucesivos momentos también enfiló sus críticas contra Susana Díaz e incluso Teresa Rodríguez se llevó varias de sus pullas.

«Quédese con estas siglas: BMI Bajada masiva de impuestos», espetó Juanma Moreno al comienzo del primer bloque como su propuesta estrella para sacar a Andalucía de farolillo rojo en empleo con acusaciones veladas a Cs, socio de los socialistas en la pasada legislatura. «Señor Bonilla, está obsesionado con Cs. Yo no vengo a decirle que vamos a bajar impuestos, vengo a decirle que ya los hemos bajado», replicó Juan Marín reprochándole a Moreno que votara en contra de la rebaja del impuesto de sucesiones.

«¿Por qué se preocupan de quienes heredan un millón de euros y no de subir a 900 euros al sueldo mínimo interprofesional?», espetó Teresa Rodríguez en su turno a Marín, no sin reproches a Díaz de haber agujereado la hacienda pública en detrimento de los servicios sociales. «Nosotros hemos dado oxígeno a los trabajadores y clases medias», dijo Díaz, quien varias veces se dirigió a Marín para recordarle la buena sintonía de tres años y medio con tres presupuestos pactados. Incluso le recitó una estrofa de una canción de 'Presuntos Implicados': «Cómo hemos cambiado, qué lejos ha quedado aquella amistad».

Otros momentos de tensión fue con los cruces de acusación. Era previsible que Moreno atacara a Díaz por los ERE. También lo hizo Teresa Rodríguez y el primero en sacarlo fue Marín arrogándose que Chaves y Griñán salieran de la política. Pero también pilló Moreno: «El único partido condenado por corrupción es el suyo», le espetó Marín.

El debate fue moderado por Mabel Mata, quien destacó al comienzo que haya paridad en la composición de los intervinientes, quienes ya repitieron como candidatos en las pasadas elecciones, aunque solo dos, Susana Díaz y Juanma Moreno, participaron en un debate electoral.

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