Florentino Felgueroso: «Subir el salario mínimo no va a arreglar la pobreza laboral»
«Muchas generaciones de jóvenes españoles han sufrido la temporalidad y eso se ha incrustado en la cultura de trabajadores y empresas»
Florentino Felgueroso es investigador en la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) y uno de los autores del blog 'Nada es gratis', que ... persigue acercar la investigación económica al público y fomentar el debate sobre estos temas. Autor de numerosos artículos y estudios sobre el salario mínimo, está harto de pedir que las políticas de empleo se basen en evidencias empíricas y no en «mitos y creencias». Este gobierno tampoco le hará caso, según teme.
–¿Es de los que opinan que la subida del salario mínimo se queda corta o que es excesiva?
–Ha sido una subida más prudente de lo que se anunció porque se hablaba de 1.000 euros y se ha quedado en 950. Pero pensemos que desde 2017, el salario mínimo ha subido un 45% en España. Es realmente un aumento muy grande y nos sitúa entre los países con un SMI más alto, no en términos absolutos pero sí relativos, puesto que ya alcanza el 60% del salario mediano [el más frecuente del país], que es la recomendación de la UE. También ha habido un salto grande en términos de cobertura.
–¿Qué quiere decir con cobertura?
–La cobertura hace referencia al porcentaje de trabajadores del total que cobran el salario mínimo. Y en España hemos pasado de estar a la cola de Europa, con sólo un 2-3%, a la cabeza, porque según ha dicho la ministra de Trabajo más de 2 millones de trabajadores se van a beneficiar del SMI y eso equivale al 12% del total de asalariados. Sólo Eslovenia y Portugal están por encima de esa tasa. Así que hemos pegado un salto grande. Habría que investigar rigurosamente los efectos que ha tenido este aumento acumulado porque pensar que una subida del 45% en cuatro años no va a tener efectos sobre el mercado de trabajo es poco razonable.
–¿No tiene la más ligera idea de cómo ha podido repercutir esa subida acumulada?
–No manejo evidencias porque los datos que me gustaría tener para calcularlo no están disponibles.
–¿Y por qué no están disponibles?
–Porque esto hay que estudiarlo a nivel muy micro, muy detallado: ir a un municipio y analizar qué ha ocurrido con los contratos en el último año. Pero para eso el Gobierno tiene que liberar los microdatos. Hay fuentes de datos de salarios y perceptores que están en manos del Ministerio de Trabajo y si se pusieran a disposición de los investigadores generarían muchísimos estudios que podrían servir de base para debatir con profundidad sobre el mercado laboral.
–Lo que sí es seguro, supongo, es que el impacto de esta medida es diferente por regiones y por sectores.
–Probablemente el impacto en Andalucía va a ser muchísimo mayor que en el País Vasco. Cuanto mayor sea la cobertura, más afectados puede llegar a haber. Las regiones donde más trabajadores cobran el SMI son Canarias, Extremadura y Murcia y ya después iría Andalucía, que ronda el 14% o 15% del total de asalariados. Pero dentro de cada territorio, tampoco afecta igual a todo el mundo. Los cambios en el SMI afectan muchísimo a los más jóvenes, a las pequeñas empresas y, sobre todo, a las nuevas empresas. El impacto también es mayor en los servicios. En general, el SMI afecta a trabajadores y empresas que son muy vulnerables frente a lo que ocurra en el mercado laboral. Y de la misma manera que puede haber efectos positivos para algunos, muy probablemente otros se habrán visto afectados. Ya no te digo que hayan perdido su empleo o que no lo hayan encontrado, sino que el salario es sólo una parte del coste laboral, que incluye también lo que se gasta en seguridad e higiene del trabajador, en formación... Los empresarios pueden recortar por ahí para compensar u obligar al empleado a trabajar más horas por el mismo salario.
«Hay muchos mitos que condicionan las políticas laborales: el salario mínimo, el contrato único, la mochila austriaca...»
–¿Cree que el salario mínimo es la medida más efectiva para atajar la pobreza laboral?
–La pobreza laboral en España se puede explicar por tres razones: el paro, el subempleo y la escasa duración de los contratos. El problema es que a lo largo del año la gente no acumula el suficiente trabajo como para alcanzar unos ingresos que le sitúen por encima del umbral de la pobreza. En esta última fase de expansión económica el paro ha caído de forma muy rápida pero los indicadores de pobreza no han respondido de la misma manera. ¿Por qué? Porque mucha gente ha salido del paro para entrar en la pobreza laboral. Hablamos de 4 millones de personas que o no tienen empleo o son trabajadores pobres. Y esta cifra no ha cambiado mucho en los últimos años. La pobreza laboral no se arregla subiendo el salario mínimo porque éste no arregla el hecho de que yo trabaje pocos meses al año o pocas horas al día. Si yo lo que necesito es tener un contrato a tiempo completo durante todo el año, el SMI no mejora mi situación; tampoco hace nada por mí si estoy en el paro.
–Y mientras, no se hace mucho para combatir la precariedad laboral...
–Son ya 40 años de precariedad. Somos un país en el cual muchas generaciones de jóvenes y no tan jóvenes han sufrido la temporalidad, de tal forma que ya se ha incrustado en la cultura de trabajadores y empresas. ¿Cuál es el problema? Que a nuestro problema estructural se añade un problema adicional: que las nuevas tecnologías facilitan que los contratos sean todavía más cortos. Es difícil de resolver. Y lo peor es que no estamos tomando decisiones frente a todos los problemas que se nos vienen encima. Pasa igual que con la educación: cohortes y cohortes de españoles sufren el problema y no actuamos.
–¿Qué primera medida le habría recomendado que tomara a la nueva ministra de Trabajo?
–A mí lo que me gustaría es un gobierno que no viva de mitos, de «Esto es así porque mi abuelo ya decía que era así». Porque la evidencia empírica a veces demuestra cosas que tú no llegabas a pensar. Por ejemplo, en EE UU y Reino Unido se demostró a principios de los 90 que subir el salario mínimo podía generar más empleo y eso revolucionó todo lo que se pensaba sobre este tema. El gran reto que tiene España es tomar decisiones y actuar en función de la evidencia científica y no de mitos y creencias.
–¿Cuáles son los mitos que se manejan en la política laboral?
–Hay unos cuantos: el salario mínimo, el contrato único, la mochila austriaca… En pensiones hay muchos mitos también. Cada política tiene que ser evaluada para rendir cuentas de su eficacia.
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