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El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, ayer durante su participación en un foro económico en Madrid. :: ep
El BCE reclama un fondo anticíclico y coordinar más el gasto de los paísesLa inflación en la zona euro, en mínimos

El BCE reclama un fondo anticíclico y coordinar más el gasto de los paísesLa inflación en la zona euro, en mínimos

De Guindos apunta que sería un «instrumento fiscal de tamaño moderado», mientras Calviño ve un otoño «muy complicado»

J. A. BRAVO

MADRID.

Jueves, 19 de septiembre 2019, 00:03

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A la zona euro le faltan más instrumentos frente a una posible crisis económica global, que sería la segunda en poco más de una década aunque se presume que de llegar finalmente tendría menos virulencia. Al ya famoso «bazuca» del Banco Central Europeo (BCE), como se ha bautizado durante la etapa de Mario Draghi a los sucesivos 'manguerazos' de liquidez adquiriendo diferentes tipos de activos de deuda, le siguen faltando otros apoyos. De ello se han quejado en el consejo de gobierno del supervisor del euro y ayer la crítica la retomó su vicepresidente, Luis de Guindos.

De visita en Madrid para participar en un foro sobre las tendencias de la economía para 2020, tanto a nivel nacional como internacional, el que fuera ministro del ramo con el gabinete de Mariano Rajoy empezó con una pequeña autocrítica, al admitir que profundizar en la política de tipos negativos como va a hacer el BCE durante un período de tiempo indeterminado «tiene efectos laterales no deseados y perjudiciales», aunque añadió que desde el propio órgano supervisor «siempre» se persigue «el equilibrio entre lo que se busca y sus efectos». En este sentido, el gobernador del Banco de España, Pabló Hernández de Cos, valoró la «bondad» de las medidas que se adoptaron la semana pasada.

Para De Guindos, la cuestión clave en este caso, con riesgos para la economía en diferentes regiones del mundo ('brexit', guerra comercial, encarecimiento del petróleo...), es si el casi 'sacrosanto' -al menos, para los 'halcones', Alemania, Holanda y otros países- Pacto de Estabilidad y Crecimiento permite realmente «hacer frente a la desaceleración». A tenor de sus palabras, él lo duda y ve necesario una doble respuesta que complemente su alcance.

Lo primero, reclamó que ante los problemas de gobernanza que provoca el hecho de que cada Estado de la zona euro puede realizar sus presupuestos de forma individual, las instituciones europeas traten de realizar una labor de coordinación mayor. En este sentido, abogó por que se destinen más fondos a las políticas medioambientales, de infraestructuras y de educación; eso sí, en los países con margen fiscal como ya señaló semanas atrás el BCE, pues no es lo mismo la situación de España e Italia que la de Alemania.

Precisamente el embajador de Alemania en España, Wolfgang Dold, apuntó ayer que «probablemente» habrá que revisar las partidas tradicionales de los Presupuestos comunitarios para «poder financiar nuevas áreas de cooperación y actividades», por ejemplo, la atención a la inmigración y las políticas de innovación, desarrollo e investigación (I+D+i). Reconoció, no obstante, que será un proceso tan «duro» como «diferente» a las veces anteriores por los nuevos retos que afronta la UE.

Mucho dinero para Alemania

Lo que no confirmó es si su país ha puesto como límite en las negociaciones del denominado Marco Financiero Plurianual 2021-2027 que el gasto comunitario total no supere el 1% de la renta bruta de los Veintisiete -como apuntan algunos medios-, una décima menos que la propuesta de la Comisión y más reducido aún que el 1,3% solicitado desde el Parlamento Europeo. «Un 1% ya es mucho dinero», dijo Dold.

Consciente de los problemas para que Alemania y otros países próximos a sus tesis acepten asumir un gasto mayor, el vicepresidente del BCE calificó de «importantísimo» disponer lo antes posible en la zona euro de «un instrumento fiscal de tamaño moderado, pero con capacidad de actuación anticíclicay con gobernanza». Es decir, que «no estaría tanto controlado por los países» de la moneda común en el continente «sino bajo el control europeo con una actuación agregada».

Dicho instrumento, necesario porque «la unión monetaria tiene que evolucionar» y la política del BCE «no es todopoderosa» -advirtió De Guindos-, bien podría ser un fondo anticrisis que saliera del nuevo presupuesto del euro, sobre cuyo acuerdo se sigue avanzando aunque con importantes divergencias entre los países del norte y del sur. Entre los segundos España defiende que «permita financiar reformas estructurales e inversiones», aunque la clave estaría en su condicionalidad.

Y es que según la ministra de Economía, Nadia Calviño, este otoño «va a ser muy complicado» para la economía, aunque pidió a los políticos, nacionales -por sus críticas ante la prolongación de la incertidumbre política- y europeos, «no caer en alarmismos ni sobrerreacciones». Reconoció, no obstante, que «la prolongación de las incertidumbres -apuntaba más a factores globales- ya es en sí misma un efecto negativo» y puede hacer que al final «los riesgos se materialicen».

La tasa de inflación anual de la zona euro terminó agosto en el 1%, según los datos publicados ayer por Eurostat. Es su nivel más bajo desde noviembre de 2016, mientras que en el conjunto de la UE se mantuvo en el 1,4%. Los precios de la energía, que entre julio y agosto han descendido más de un punto, están presionando a la baja el IPC en los países del euro, mientras que la subida del coste de los bienes industriales se sigue moderando y el último mes solo llegó al 0,3%. Si se descuentan los alimentos frescos, el alcohol y el tabaco, junto a la energía, la tasa de inflación (en este caso la subyacente) fue algo inferior y no pasó del 0,9%.

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