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CLARA ALBA
Sábado, 26 de febrero 2022, 00:00
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madrid. La guerra entre Rusia y Ucrania amenaza la recuperación que muchas economías desarrolladas habían logrado activar hasta niveles previos a la pandemia en los últimos meses. Para empezar, el miedo y la incertidumbre, por sí solos, pueden actuar como una bomba de relojería para las decisiones de consumo e inversión de ciudadanos y empresas. «Además, en un mundo interconectado, los conflictos regionales pueden agravar las interrupciones en la cadena de suministro, con amplias consecuencias para la producción mundial», advierte Silvia Dall'Angelo, economista sénior de la gestora Federated Hermes.
La preocupación sobrevenida es evidente en Europa. El economista jefe del Banco Central Europeo (BCE), Philip Lane, trasladó ayer a los responsables del Ecofin que si la guerra se prolonga, la producción económica de la zona euro podría reducirse entre un 0,3% y un 0,4% este año. Frente a ello, la presidenta del organismo, Christine Lagarde, quiso enviar un mensaje de calma al asegurar que «estamos preparados para salvaguardar la estabilidad de precios y la financiera». Y dejó claro que el BCE asegurará unas «condiciones favorables de liquidez y acceso al efectivo a los ciudadanos».
No son tiempos fáciles para los bancos centrales. «Las expectativas de inflación podrían descontrolarse con el problema añadido de la disparidad de niveles de IPC que tenemos entre países 'core' y periféricos», advierte Ismael García Puente, gestor de Mapfre Gestión Patrimonial. Un problema añadido para los organismos monetarios, que ahora se debaten entre mantener su apuesta por la retirada de estímulos o ser más prudentes para que ese movimiento no termine por entorpecer el crecimiento de unas economías extremadamente dependientes de los mismos.
La sombra de que el conflicto empuje aun más al alza los precios de las materias primas asusta al mercado. Roberto Scholtes, responsable de inversión de UBS España, explica que si el petróleo se mantiene sobre los 100 dólares, el PIB de la zona euro se vería resentido en un cuarto de punto. «Y algo más de cuatro décimas la economía española», advierte. No obstante, también recuerda que «en un año en el que esperamos un crecimiento del 6%, estaríamos lejos de una recesión».
El margen de maniobra es escaso. Pero parece claro que los ciudadanos tendrán que soportar el impuesto que la inflación supone para el rebote económico. «Esperamos un aumento en los precios del petróleo y del gas incluso si las sanciones energéticas no se materializan. Y también en el de los alimentos con la interrupción del suministro en mercados como los cereales», advierten en un informe los analistas de la gestora Natixis IM.
El pasado jueves, en pleno estallido del conflicto bélico con la invasión rusa, el precio del maíz o de la cebada -que copan buena parte de las exportaciones ucranianas- ya se disparó a niveles nunca vistos desde mediados de 2012. Los analistas también alertan de que la ansiedad que se está viviendo en los mercados puede derivar en un endurecimiento de las condiciones financieras a nivel mundial; por ejemplo, a través de un dólar más fuerte.
Algo que, por otro lado, beneficiaría a las exportaciones europeas frente a las estadounidenses. En todo caso, y según datos del ICEX, Rusia apenas representa el 0,7% del total de las ventas españolas en el exterior. Una cifra que no llega al 0,2% en el caso de Ucrania.
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