El Eurogrupo cierra 'in extremis' un pacto anticrisis

Tras un año y medio para poner en marcha el cortafuegos del Fondo Único de Resolución bancaria y, a la vez, reformar el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) -el fondo de rescate europeo- para darle mayores competencias, ayer por fin se pactaron ambas medidas. Las protestas a última hora de Italia por las condiciones que se introducían en las futuras reestructuraciones de deuda -en el Ejecutivo de Roma temen terminar siendo el primer socio en recurrir a esa opción- estuvieron cerca de frustrar el acuerdo.

Se le convenció en parte prometiendo más eficacia de las líneas de crédito precautorias que pueden solicitar los Estados en dificultades, sin necesitar para ello ser rescatados antes. Eso sí, para ello tendrían que cumplir las reglas fiscales europeas -por ejemplo, una deuda pública sostenible y garantías de poder devolver los préstamos-, aspecto que se revisaría al menos cada seis meses.

Ese dinero saldría del MEDE, al que se vinculan ahora cláusulas de acción colectiva por las que una mayoría de inversores puede pactar e imponer al resto las condiciones de una reestructuración. En realidad, quitas sobre los bonos soberanos.

Para separarlo de las crisis bancarias se crea un nuevo fondo que costeará las intervenciones de entidades financieras en quiebra y evitará su rescate público. Entraría en vigor en 2024 si para 2020 hay «suficiente progreso en la reducción de riesgos». ¿Y el presupuesto de la zona euro? «Las discusiones técnicas siguen» y el Eurogrupo fracasa aquí.