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Nuria Triguero
Martes, 23 de septiembre 2014, 01:34
Como buen apasionado de la historia bélica, Javier González de Lara recurre al desembarco de Normandía para hacer entender la dificultad de la tarea a la que se enfrenta en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). «He conseguido llegar a la orilla sin ahogarme, ahora queda salir de la playa», dice con su habitual sonrisa. Una sonrisa y un gesto amable que quizá malinterpretaron quienes no le conocían bien cuando fue elegido presidente de la patronal andaluza.
Porque pocos creían en Sevilla que el discreto presidente de la CEM, conocido por llevarse bien hasta con los sindicatos, iba a remangarse y atacar de frente al toro, o como dice él, a los toros, «porque yo he me he encerrado con seis, como José Tomás, sólo que no uno a uno, sino todos a la vez». Deudas con proveedores por valor de 12 millones de euros, un déficit presupuestario que en 2013 fue de 13,5 millones, una reputación enfangada por los tejemanejes de la anterior cúpula, varias investigaciones judiciales en curso, una plantilla desmotivada tras varios ERE... La CEA corría serio peligro de desaparecer.
Ahora, quienes creían que González de Lara era un presidente continuista tienen motivos para dudar. El abogado malagueño ultima una operación financiera sindicada con cuatro bancos para atajar la mayor parte de la deuda con proveedores. Esta operación incluye una hipoteca de unos 8 millones a devolver en 15 años sobre la sede central de la CEA, además de una línea de crédito. El mastodóntico edificio, desproporcionado para los 32 empleados que tiene a día de hoy la patronal (llegaron a ser más de un centenar), está tasado en unos 16 millones y González de Lara reconoce que venderlo solucionaría todos los problemas financieros, pero tal como está el mercado no es una opción a corto plazo, y la organización necesita soluciones ya. No obstante, el presidente no descarta venderlo si surge una buena oportunidad.
Las conversaciones con los bancos van «bien», según González de Lara, que espera tener firmada esta operación financiera para mediados de octubre. Más complicada ha sido la negociación con los proveedores de la patronal andaluza, algunos de los cuales están «muy tocados», reconoce el presidente, y a los que se ha pedido un sacrificio: que acepten un aplazamiento de pago de hasta diez años y una cierta rebaja de la deuda. «Esperamos ponernos al día en un par de años», afirma González de Lara, que cree que ésta es una cuestión crucial para recuperar la credibilidad frente a empresarios e instituciones. Hay que recordar que la morosidad de la Administración ha sido uno de los caballos de batalla de la CEA.
Atajar el abultado déficit que arrastra la CEA ha sido otra misión ingrata que González de Lara considera ya cumplida. «Los gastos se han reducido del orden de un 50%. La organización necesitaba para funcionar más de 4 millones de euros al año y ahora estamos en torno a los 2 millones», apunta. La otra pata del presupuesto, la de los ingresos, está aumentando, principalmente por la vía de cuotas de afiliados, que han crecido un 20% no porque se hayan subido sino porque hay empresas que antes no estaban afiliadas directamente a la CEA sino a organizaciones territoriales, y ahora sí. Entre ellas, grandes compañías malagueñas como Sando o Famadesa, que han tenido así un gesto hacia González de Lara. Este esfuerzo ha dado como fruto el que este año el déficit haya pasado de 13,5 a 6,5 millones de euros. El presidente cree que el año que viene será posible alcanzar el punto de equilibrio en las cuentas de la CEA, si se consigue el objetivo de aumentar otro 25% los ingresos. «Los gastos ya no pueden reducirse mucho más», admite.
Regeneración interna
Sacar de la uvi financiera a la organización era lo más urgente, pero no lo más importante. Regenerar la CEA, adaptarla a los nuevos tiempos y devolverle el prestigio perdido es el triple objetivo de la nueva presidencia, según queda plasmado en el plan de acción aprobado por su comité ejecutivo hace una semana.
Esta hoja de ruta, que implica a todas las organizaciones integradas en la CEA en una intensa agenda de trabajo a lo largo de este otoño, tiene cuatro líneas maestras: transparencia, participación, gestión eficiente y reputación. Se van a rehacer por completo los estatutos para incluir, entre otras cosas, un código ético y de buen gobierno que regule el comportamiento de directivos y equipo técnico para evitar «que los intereses personales se mezclen con los de la organización», explica González de Lara, que evita entrar en la polémica gestión de la anterior presidencia con su habitual argumento de que su papel no es «juzgar el pasado sino construir el futuro», pero sí se permite un aviso a navegantes: «La gente tiene que comprender que está aquí para servir y no para servirse».
Además, el presidente quiere abrir el debate del límite de mandatos y edad de los directivos para favorecer el refresco generacional. Y se redactará un protocolo de contratación con terceros que introduzca el criterio de concurrencia competitiva (es decir, un sistema de concursos públicos), con el fin de evitar adjudicaciones a dedo como las que se han podido producir en el pasado.
González de Lara también propugna un plan de responsabilidad de los administradores con el fin de que todos los directivos tengan la «diligencia debida» y no se tomen «decisiones a la ligera». Es fácil ver en esta medida la lección aprendida tras el caso de las VPO, que ha llevado a la anterior cúpula de la CEA a ser acusada de estafa en los tribunales.
En fin, la patronal andaluza afronta una radical transformación para la que su presidente considera básica la participación de las 1.350 organizaciones integradas en ella. A lo largo de este otoño se sucederán las comisiones de trabajo, que culminarán en la aprobación de los nuevos estatutos por la comisión ejecutiva antes de fin de año. La idea de González de Lara es poder incluir el nuevo código interno de la CEA en el balance de su primer año al frente de la patronal.
Para después queda mucho por hacer: retomar el ritmo de actividades e iniciativas que debe tener una patronal regional y restañar una reputación que reconoce «muy dañada». El dirigente reconoce que está aplicando muchas recetas que han funcionado en la confederación malagueña: desde el código ético y de transparencia hasta las frecuentes reuniones con el equipo técnico para fomentar la comunicación interna.
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