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RAFAEL ROMERO
DIRECTOR DE ABANTE ASESORES EN MÁLAGA
Lunes, 20 de enero 2025, 01:00
La paradoja de Sorites, también conocida como la paradoja del montón, plantea un dilema fascinante: ¿en qué momento una acumulación de granos de arena se convierte en un «montón»? En el ámbito de las finanzas personales, nos lleva a cuestionar: ¿Cuándo la acumulación de bienes ... materiales puede considerarse suficiente riqueza?
En 'Elogio de la riqueza', Jesús Hernández Pacheco nos recuerda que la riqueza no radica únicamente en la acumulación, sino en el bienestar, la libertad y el significado que proporciona a nuestras vidas. Sin un propósito claro, incluso grandes patrimonios pueden sentirse vacíos, mientras que una vida orientada hacia la trascendencia puede convertir lo ordinario en extraordinario.
Cada euro ahorrado es como un grano de arena: individualmente, parece insignificante, pero acumulado con intención puede construir un patrimonio que nos permita alcanzar nuestras metas. Sin embargo, la acumulación sin reflexión puede conducirnos a una búsqueda interminable y carente de sentido. La clave está en preguntarnos: ¿qué queremos que nuestra riqueza represente en nuestras vidas y en el mundo?
La planificación financiera es esencial en este proceso. Diseñar un plan basado en nuestras prioridades, con metas claras y un enfoque en el largo plazo, nos ayuda a dar dirección a nuestras decisiones económicas. Además, nos permite equilibrar nuestras necesidades presentes con nuestros objetivos futuros, garantizando que nuestra riqueza esté al servicio de lo que realmente valoramos.
La riqueza adquiere verdadero valor cuando la conectamos con algo más grande que nosotros mismos. Esto implica reflexionar no solo sobre lo que queremos lograr, sino también sobre el impacto que deseamos dejar. Construir un legado, ya sea a través de la educación de nuestros hijos, el apoyo a causas que nos inspiran o la transmisión de valores como la gratitud y el esfuerzo, convierte la riqueza en una herramienta de trascendencia. La paradoja de Sorites nos enseña que las líneas entre lo suficiente y lo insuficiente son difusas. Pero al alinear nuestras decisiones financieras con nuestros valores y nuestra visión de trascendencia, la riqueza se transforma en algo más que una acumulación material: se convierte en una expresión de propósito, gratitud y legado.
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