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Paz Hurtado, presidenta ejecutiva de Hutesa Agroalimentaria, sostiene una vara de olivo cuajada de aceitunas.
La malagueña Hutesa se lanza a la conquista del continente africano

La malagueña Hutesa se lanza a la conquista del continente africano

La exportadora de aceitunas ampliará su factoría de Fuente de Piedra

encarna freire

Domingo, 3 de mayo 2015, 09:16

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¿Qué hace una sevillana en Málaga trabajando en el sector de aceituna de mesa? Lo explica la protagonista, Paz Hurtado, una de las empresarias andaluzas con más galones, criada en Dos Hermanas reino aceitunero donde los haya, donde encontró su primer empleo en el área de exportación de la cooperativa Villamarín, hoy Acyco. Su osadía fue explotar este bagaje en un territorio escasamente olivarero como el malagueño, adonde se trasladó en 1985 por motivos familiares. Aquí, la hoy presidenta ejecutiva de Hutesa Agroalimentaria empezó a trabajar en la única industria del sector que entonces había en esta provincia, concretamente en el municipio de Fuente de Piedra, donde hoy se asienta su propia empresa.

Pero antes de comprar las instalaciones, en 1991, que estaban ya cerradas y semiderruidas, para montar su envasadora de aceitunas, Paz Hurtado tuvo que empezar desde cero, junto a su marido, Gregorio López, hoy consejero delegado de Hutesa. Así, tras quebrar la compañía donde trabajaba, empezó a comprar y vender aceitunas desde su pequeño piso en Málaga y recurría a industrias del sector para que se las envasaran. Desarrolló su olfato empresarial atendiendo a la clientela que se había quedado desabastecida tras el cierre, y siempre con el negocio orientado en exclusiva a la exportación. Llegó a facturar 3 millones de euros como autónoma, «con una máquina de escribir, un fax y una gran dosis de ilusión», recuerda ahora, cuando ya luce condecoraciones como la Medalla de Andalucía.

Hoy, Hutesa factura 12,5 millones (dato de 2014) y prevé incrementar este registro un 20%, hasta los 15 millones, en el presente ejercicio. Con una plantilla de 45 trabajadores directos y otros tantos indirectos, el pasado año comercializó 22 millones de botes y 2,5 millones de latas de aceitunas procedentes de olivos de Córdoba, Málaga y Sevilla.

La trayectoria de la compañía ha sido peculiar: si hace 26 años Paz Hurtado ya tuvo claro que su negocio era la exportación, también optó por llegar la primera a mercados remotos y poco maduros, donde los grandes competidores, muchas empresas centenarias, ni se fijaban. Por ello, ni siquiera lo ha intentado en Estados Unidos, un plaza codiciada por los grandes. Llegó a Kazajstan, Moldavia, y así hasta los 40 países que hoy consumen sus marcas. El próximo reto es conquistar África, donde prepara el terreno desde hace un año con promociones en Congo, Suráfrica o Mozambique.

La ampliación de la fábrica, que ocupa 400.000 m2, es otro proyecto para este año. Invertirá 1 millón de euros para ganar más capacidad de almacenaje de materia prima. A sus mil fermentadoras para 10 millones de kilos sumará otras 300.

¿Diversificar? «Lo haremos dentro de nuestro campo. Nos queda mucho recorrido. Queremos invertir en imagen, packaging, nuevas presentaciones. Ser una empresa viva, flexible, mimar las relaciones con nuestros clientes», relata Paz Hurtado, sin olvidar un guiño de ánimo «al sector femenino para que se sienta reflejado y se atreva a emprender».

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