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Un puesto de carne en un mercado de abastos de Madrid. EFE
El diferencial de inflación de España con la  zona euro se acerca a máximos históricos

El diferencial de inflación de España con la zona euro se acerca a máximos históricos

Los precios subieron un 0,4% en julio en el continente, mientras que registraron una caída del 0,7% en España

CRISTINA VALLEJO

MADRID.

Jueves, 20 de agosto 2020, 00:23

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El mayor impacto de la crisis en España no sólo tiene su reflejo en el PIB (el doméstico se hundió un 18,5% en el segundo trimestre, frente al retroceso del 12,1% de la zona euro), también se percibe en la evolución de los precios. Así, si en la zona euro el IPC repuntó un 0,4% interanual en julio, lo que supone un ascenso de una décima desde el 0,3% de junio, en España los precios siguieron cayendo y de manera más acelerada. En concreto, en julio la inflación se situó en el -0,7%, lo que supone un deterioro desde el -0,3% de junio. Además, el dato del mes pasado está muy cerca de los mínimos del año que se marcaron en mayo, cuando el IPC español se situó en el -0,9%. Y eso que la economía se encontraba plenamente desconfinada desde que el 21 de junio se levantó el estado de alarma.

La recuperación de los precios en la zona euro y la recaída de los de España ha provocado que el diferencial de inflación entre nuestro país y la media de la Unión Monetaria se haya ampliado hasta los 1,1 puntos, con lo que se acerca a los máximos históricos de 2015, cuando los precios en España se movían a un ritmo 1,3 puntos inferior a la media de la eurozona.

Además, si bien en todos los países la inflación era en julio de este año más baja que la del mismo mes de 2019, la diferencia es mayor en España: el -0,7% español de 2020 contrasta con el 0,6% positivo de hace doce meses. Mientras tanto, si el IPC de la zona euro era en julio de 2019 del 1% un año más tarde es del 0,4%.

Más lejos aún de la UE

La inflación española está todavía más lejos de la de la Unión Europea (0,9%). Sólo en otros tres países del club comunitario el IPC fue más negativo que en España: Grecia (-2,10%), Chipre (-2%) y Estonia (-1,3%). Y únicamente en otros cuatro los precios caen: Irlanda y Croacia (-0,6%), Eslovenia (-0,3%) y Portugal (-0,1%).

Las subidas más abultadas fueron en el este de Europa, con Hungría (3,9%), Polonia (3,7%) y la República Checa (3,5%) en cabeza.

El catedrático de Economía Santiago Carbó afirma que antes de la pandemia España ya sufría «una falta de dinamicidad de los precios». Si bien hasta bien entrado el presente siglo lo habitual era que el país tuviera tasas más altas de inflación que la UE.

Joseba Madariaga, director del servicio de estudios de Laboral Kutxa y profesor de la Deusto Business School, añade que el diferencial actual de precios con Europa se explica por la enorme conmoción que supuso el confinamiento español, «que fue más duro y más prolongado que en otros países europeos». Carbó también lo atribuye al mayor impacto de la covid-19 en la economía española, por su composición sectorial, lo que está provocando que las empresas estén realizando un esfuerzo bajando los precios para atraer clientela. En España, la demanda se recupera de forma más lenta, debido al peso del sector servicios y especialmente el vinculado al turismo, ahora penalizado por los rebrotes, mientras que el textil y el calzado nada más reabrir se vio abocado a colocar las rebajas, añade Madariaga.

La cuestión es si España, que acumula cuatro meses de caídas de precios, está ya en deflación. Según Carbó, el proceso en que se encuentra la economía es de «desinflación» o «inflación negativa», no de deflación. Para poder hablar de este último concepto, tiene que estar muy interiorizado en las expectativas de los agentes económicos que los precios van a seguir cayendo, lo que conllevaría el retraso de las decisiones de compra a la espera de mejores oportunidades y, por tanto, un ahondamiento de la crisis. Madariaga afirma que, para que haya deflación, tienen que estar cayendo todos los precios de forma generalizada, algo que no pasa.

Que España se quede atrás respecto a Europa en términos de IPC puede tener consecuencias positivas si ello supone mejoras de competitividad para el país. La duda es en si las circunstancias actuales son propicias para ello.

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