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La deuda pública se ha disparado en 750.000 millones desde 2007

El pasivo era del 36% hace diez años y ahora roza el 100% del PIB, mientras las cuentas públicas pasaron del superávit al déficit

D. VALERA

MADRID.

Domingo, 14 de enero 2018, 00:21

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Uno de los grandes cambios económicos en esta década está en las cuentas de las administraciones públicas. Y uno de los datos que mejor refleja la huella de la crisis está en el incremento espectacular de la deuda pública. De hecho, en 2007 el pasivo apenas representaba el 36% del PIB con 384.000 millones. En 2017, a falta de conocer los datos de cierre del ejercicio, se situará alrededor del 98% y superará los 1,13 billones. Es decir, un incremento de 750.000 millones del pasivo. Un alza que se ha producido por el déficit sistemático de las cuentas públicas registrado desde 2008 y que en el mejor de los casos acabará en 2020, según el plan de estabilidad del Gobierno.

Este aumento ha obligado a dedicar cada vez más dinero de los Presupuestos a pagar los intereses de la deuda. Así, en 2007 esta partida apenas representaba 15.925 millones y en las cuentas de 2017 se elevó hasta los 32.171 millones. En cualquier caso, el máximo se alcanzó en 2013 con 38.590 millones.

«Tenemos una deuda pública muy elevada que se va a reducir muy despacio», advierte María Jesús Fernández, economista del departamento de coyuntura y estadística de Funcas. La experta avisa de que este abultado pasivo es una vulnerabilidad para la economía en caso de que se produzcan nuevas turbulencias. Una opinión en la que también coinciden organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o la Comisión Europea. El Gobierno confía en que la deuda acelere su reducción en los próximos años. Sin embargo, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) estima que el pasivo no disminuirá hasta el 60% del PIB que contempla la ley de estabilidad hasta el año 2035.

Además, a diferencia de otros países con un nivel de deuda mayor, como Italia, el peso de los acreedores extranjeros en España es muy superior (alrededor de la mitad). Y son estos inversores los primeros en cerrar el grifo en caso de incertidumbre como ya ocurrió en los peores momentos de la crisis.

Otro de los efectos de la crisis es el déficit público que España arrastra desde 2008. Y es que las cuentas en 2007 se cerraron con un superávit del 2% que pronto se transformó en un desfase de los ingresos y gastos que alcanzó el 11%. La previsión es que en 2017 se haya cerrado en el 3,1% y que este año se reduzca por debajo del 3% y España pueda salir del programa de déficit excesivo de la UE, lo que le permitirá una menor vigilancia de la Comisión Europea.

Gran parte del déficit se debe al desplome de los ingresos durante los peores momentos de la crisis (50.000 millones menos) por el frenazo del consumo. Sin embargo, el Gobierno espera que en 2017 la recaudación tributaria supere los 200.000 millones y se vuelva al nivel previo a la crisis -los datos se conocerán en marzo-. De hecho, todos los grandes tributos, salvo Sociedades, ya han recuperado el nivel de hace una década.

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