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ADOLFO LORENTE
Domingo, 10 de junio 2018, 00:21
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bruselas. Jamás le podrán acusar de traidor porque Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), lleva muchos meses advirtiendo de que el principio del fin está cerca. Que la Eurozona, anestesiada por una histórica borrachera de liquidez, debe parapetarse para una resaca que se barrunta dolorosa y recordar a su vez cómo vivía en la era de los tipos de interés al 5%, 4% ó 3%, cuando todo era normal y la Gran Recesión ni siquiera era un amago. Se acabó la fiesta. Toca retirada, desmantelar la red de seguridad que consiguió mantener con vida al euro en sus peores momentos. El adiós será lento y dulce, pero real e inquietante. El principio del fin de los estímulos ha llegado. Se llama 'tapering' y es bastante probable que se anuncie en la reunión que el consejo de gobierno celebrará este jueves en Riga, Letonia.
El pasado miércoles, desde Berlín (dónde si no), el economista jefe del Eurobanco, Peter Praet, sugirió que la reunión del día 14 será clave para anunciar la finalización del llamado QE, el histórico programa de compras que acumula en algo más de tres años de andadura un balance 2,5 billones de adquisiciones, la gran mayoría deuda pública. Habrá vida después del BCE, seguro, lo que no sabe a ciencia cierta es qué tipo de vida.
Pero, ¿por qué el adiós? No se debe a las presiones alemanas. O no sólo. Draghi siempre ha tenido un fiel aliado para plantar cara a Berlín: la baja inflación. Era el gran argumento, la excusa perfecta. En teoría, debe estar «por debajo pero muy próxima al 2%», pero durante los últimos tiempos siempre ha rondado el punto porcentual, décima arriba o abajo. El italiano siempre ha ganado la batalla del relato ante los 'halcones' del Bundesbank. «Si queréis reglas, -insistía- las reglas dicen lo que dicen y para animar la inflación hay que tomar medidas expansionistas». 'Touché'.
Ahora, las tornas han cambiado y toca cambiar el chip. «Las señales que muestran la convergencia de la inflación hacia nuestra meta han ido mejorando», recalcó Praet. Además, señaló que la confianza en la economía de la zona euro y su reflejo en el aumento de los salarios «respaldan la confianza del BCE en que la inflación alcanzará un nivel inferior, pero cercano al 2% en el medio plazo».
El adiós no será abrupto, nada de portazos. El actual programa de compras de activos por 30.000 millones mensuales expira el 30 de septiembre. Sin embargo, todos los expertos coinciden en señalar que habrá una ampliación hasta finales de año, aunque la cantidad será inferior, quizá 15.000 ó 10.000 millones al mes. «Tal como están las cosas, considero plausibles las expectativas que dicen que podrían acabar antes de 2018», recalcó también el miércoles el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann.
La hoja de ruta, la llamada 'forward guidence', estaba trazada hace mucho tiempo. Primero, acabar con los estímulos. Luego subir los tipos, que ahora se encuentran en el 0% (los de referencia) y en el -0,4% la facilidad de depósito (penalización que pagan los bancos por aparcar el dinero en Fráncfort). «El Consejo de Gobierno espera que los tipos oficiales se mantengan en los niveles actuales durante un período prolongado que superará con creces el horizonte de sus compras netas de activos», reza el comunicado que viene aprobando el BCE reunión tras reunión -esto es, cada seis semanas, al menos en las celebradas para tomar decisiones sobre política monetaria-.
Más allá de la toma de decisiones, la cita de Riga tendrá un especial atractivo para España al ser el debut, por un lado, del vicepresidente del BCE y exministro de Economía, Luis de Guindos y, por el otro, de Pablo Hernández de Cos, el nuevo presidente del Banco de España. Llegan en un momento clave que marcará el futuro de la Eurozona y ellos, con su voto, deberán acordar qué senda trazar. La situación para De Guindos es especial ya que, además, comparecerá junto a Mario Draghi en la tradicional rueda de prensa posterior y que siempre ha protagonizado junto al portugués Vitor Constancio. Aquí está prohibido fallar. Pronunciar una palabra u otro puede suponer miles de millones en los mercados.
es el tipo de interés de referencia en la zona euro desde marzo de 2016. No ha habido subidas desde julio de 2011 (con Trichet).
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