Cuentas bancarias para niños ¿merecen la pena?

Este producto, que ha pasado por varias etapas a lo largo de estos años, puede ser útil para avanzar en educación financiera

Viernes, 13 de noviembre 2020, 14:16

Daniel apenas tiene un mes y su abuelo ya le ha abierto una cuenta en el banco. Aunque todavía falta mucho, confía en que algún ... día su nieto pueda utilizar el dinero que él y sus padres vayan ingresando para reforzar sus estudios. «No me gustaría que el dinero fuera un impedimento para desarrollar su carrera profesional; por nosotros no va a quedar», expresa. Como él, cientos de familias ponen dinero cada año en un banco a nombre del menor siguiendo así una tradición que viene de lejos. Su operativa siempre fue muy limitada: solo se podía ingresar o sacar dinero de ellas, pero ofrecían cierta rentabilidad, proporcionaban regalos promocionales y no conllevaban ningún gasto ni comisiones de administración o mantenimiento. Con los años han perdido cierto atractivo, pero siguen estando en el horizonte de muchas familias. «Es un producto que ha pasado por varias etapas. Durante la crisis, este tipo de cuentas dejaron de abrirse porque cayó el ahorro, pero ahora se ha recuperado la tendencia», asegura José Antonio Díaz, responsable del área de Educación Financiera del grupo Unicaja.

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Coincidiendo con el nacimiento, el bautizo o la comunión, se inicia un ahorro (bien a través de una libreta o una cuenta con productos vinculados), que ahora no solo tiene un fin económico, sino que apuesta por la educación financiera. Este es ahora su principal aval. Una formación en finanzas que busca no volver a cometer errores pasados, como los que afloraron durante la pasada crisis, y concienciar a la población sobre la buena gestión del dinero. Cada vez son más los padres que optan por abrirle una cuenta a sus hijos para introducirles en el mundo de las finanzas e incentivar en ellos el ahorro. «La OCDE defiende que estos conocimientos deben adquirirse cuanto antes y eso se consigue gestionando algún producto. Se puede tener el conocimiento, pero lo importante es crear las habilidades y buenos hábitos desde pequeños», señala Díaz.

En la actualidad, la oferta de productos para menores es amplia, pero la rentabilidad brilla por su ausencia. Esa es su principal debilidad. En 2020, las cuentas infantiles más rentables dan una rentabilidad del 0,5%, algo que se trata de compensar con obsequios. ¿Qué ventajas tienen entonces? Sin duda, posibilitar un ahorro desde pequeñas aportaciones sin pedir mínimos de apertura; tienen una liquidez total (uno puede ingresar y retirar dinero libremente); ausencia de gastos y comisiones, y unos titulares que pueden ser desde recién nacidos hasta jóvenes de 25 años, como máximo. Eso implica que las operaciones que realice el menor de edad tendrán que ir respaldadas siempre con la firma del tutor. Entre sus inconvenientes, se encuentra que no se pueden domiciliar pagos porque es un producto de ahorro.

Requisitos de apertura

En este sentido, hay unos requisitos necesarios para su apertura. Si el titular de la cuenta es menor, debe contar con un representante legal, generalmente su tutor, que suele ser el padre o la madre. Esta condición debe acreditarla mediante el libro de familia, pero podría ser otra persona quien ostentara la representación legal del menor y, entonces, habría que demostrarlo con sentencia judicial o cualquier otro documento que certificase esa tutela. Para la apertura de una cuenta infantil es imprescindible que el menor tenga DNI o, en su defecto, que cuente con un NIF provisional que proporcione la Agencia Tributaria.

Pese a la idea que puedan tener muchos padres de que se trata de un producto prescindible, entre las ventajas de este tipo de cuentas está: ayudar a que los niños tomen conciencia del valor del dinero, enseñarles de una forma práctica a gestionar responsabilidades financieras y permitirles crear hábitos de ahorro. «Es necesario abordar los asuntos financieros con normalidad delante del menor, incluirlo en las conversaciones para que el tema no le sea ajeno o le resulte complicado. Es importante para la formación financiera de un individuo que vea que las decisiones tienen consecuencias, tanto positivas como negativas, de ahí la trascendencia de conocer lo que representa el ahorro y el endeudamiento», explica Díaz.

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Al margen de la formación, los bancos buscan con estas cuentas la fidelización de un nuevo cliente desde edad bien temprana. Díaz constata que una gran mayoría mantiene la cuenta hasta edad adulta y después continúan operando con nuevas cuentas y productos si las condiciones son buenas. Aún así, advierte de que, a diferencia de años atrás, la tendencia de los jóvenes a cambiarse es cada vez mayor. «Hay mucha oferta y cada vez les cuesta menos irse a otras entidades financieras», zanja.

¿Está bien formada la población

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) siempre ha defendido la tesis de que la educación financiera debe comenzar en el escuela, «lo antes posible». Así lo recoge en el documento 'Improving Financial Literacy', donde sostiene que la falta de esta formación en el mundo globalizado hace a los individuos y las familias más proclives al endeudamiento y la quiebra.

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Este organismo (que agrupa a 36 países) y la Comisión Europea llevan desde 2005 alertando a los Gobiernos sobre la utilidad de incluir conceptos como el ahorro o el riesgo en la enseñanza reglada, ya que los jóvenes son los consumidores del futuro y son ellos los más receptivos al aprendizaje.

En España, el primer paso en esa dirección se dio en 2008 cuando el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) firmaron un convenio, al que también se adhirió el Ministerio de Educación, para impulsar el primer proyecto de formación financiera. Aunque a la vista de los resultados del informe Pisa, queda mucho por hacer.

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El documento, donde se evaluaba por primera vez los conocimientos financieros de los jóvenes de 15 años en 18 países, dejó en evidencia a España. Al menos uno de cada seis alumnos tenía problemas para identificar una factura o utilizar tarjetas de crédito. Sin embargo, en República Checa, Australia, Rusia, Nueva Zelanda y Bélgica, más del 60% de los estudiantes obtenían en competencia financiera un mayor rendimiento del esperado.

La crisis de 2008 dejó entrever el enorme déficit que tenían muchos españoles en educación financiera. «No se había constatado, porque no había habido encuestas nacionales que lo reflejaran, pero había ciertas sospechas», expresa Díaz. Y a la vista de los resultados de una encuesta que realizó el Banco de España en 2018 tampoco se ha avanzado demasiado. «A una muestra de adultos se le preguntó por conceptos que todo el mundo debería saber a la hora de interactuar con la entidad financiera y se evaluaron sus conocimientos. Eran la diversificación y el tipo de interés compuesto. Más de la mitad de los encuestados respondieron incorrectamente o no sabían lo que era y eso es preocupante», admite Díaz.

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Pero no todo es negativo. «Estamos en el buen camino», según este responsable. «En las charlas que damos dentro del proyecto Edufinet, hemos observado una gran evolución. Si en 2008, la gente era reacia a asistir a ellas e, incluso, se mostraba suspicaz, en la actualidad nos encontramos con una audiencia mucho más abierta, concienciada e interesada. Aunque el nivel de formación financiera sigue siendo bajo, soy optimista», declara Díaz.

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