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José Ángel Cano, gerente de la cooperativa Pitaya España en su plantación de Almayate. A. P.
La fruta del dragón gana terreno en Málaga

La fruta del dragón gana terreno en Málaga

La superficie de cultivo alcanza ya las 12 hectáreas en invernadero sólo en la provincia, según el sector

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Lunes, 9 de septiembre 2019, 00:14

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El cultivo de la pitaya o fruta del dragón no deja de ganar adeptos entre los agricultores malagueños. Aunque originaria de América, esta fruta tropical, que tiene forma ovalada, con espinas por fuera, empieza echar raíces en la provincia donde la superficie de cultivo, según los propios productores, ronda ya las 12 hectáreas. La expansión ha sido tal que hace ya un año nació en la Axarquía una cooperativa dedicada a la producción y comercialización de esta fruta. Se trata de Pitaya España, que agrupa a productores de todo el territorio nacional e incluso Portugal y que en breve abrirá en Vélez-Málaga una sede dedicada a la exportación e importación de esta fruta.

El crecimiento del cultivo ha llevado a esta misma cooperativa a proyectar la construcción de una fábrica dedicada a la elaboración de productos procesados. Al menos, así lo ha anunciado su gerente, José Ángel Cano, uno de los impulsores del cultivo. Pitaya España posee también un vivero a través del cual comercializa los esquejes necesarios para cultivar fruta del dragón. También presta asesoramiento a los agricultores interesados.

Para Cano, la gran ventaja de este cultivo es la rentabilidad para el agricultor, su productividad (más elevada al partir del tercer o cuarto año, aunque empieza a producir fruta desde el primero), el hecho de que no necesita mucho agua, la duración de la planta (más de 20 años), y la ausencia de plagas y enfermedades.

Sobre la rentabilidad del cultivo, el gerente de Pitaya España, que cuenta actualmente con medio centenar de socios, señala que la cotización es de unos siete euros el kilos para el agricultor.

Según este agricultor, que ha tenido explotaciones en Brasil y Ecuador, el cultivo de la pitaya se realiza en invernadero y en intensivo (unas 15.000 plantas por hectárea). El riego se realiza por goteo, según Cano. La cooperativa utiliza barras de dos alturas para facilitar el desarrollo de la planta.

Aunque existen numerosas variedades, para Pitaya España hay unas ocho que se adaptan bastante bien a la provincia.

La cooperativa Pitaya España abrirá en Vélez una sede para impulsar la exportación de la fruta nacional y proyecta una fábrica de procesados

Según Cano, la planta de la pitaya tiene tres grandes floraciones al año y otras tantas entre unas y otras, por lo que produce fruta de julio a diciembre, y aconseja que las flores se polinicen manualmente.

El principal destino de la pitaya es como fruta de mesa, sobre todo los mayores calibres, aunque también tiene otros usos culinarios. Los calibres más pequeños se destinan para la elaboración de helados y zumos. La fruta del dragón puede llegar a pesar entre los 350 gramos y el kilo de peso cada pieza.

Aunque la pitaya es cada vez más conocida por los consumidores españoles, el destino principal de esta fruta es la exportación. A nivel nacional, son los establecimientos gourmet su destino prioritario.

Sede

Para facilitar la comercialización, Pitaya España tiene previsto inaugurar en unas semanas una nave dedicada sólo y exclusivamente a la comercialización de la producción nacional de fruta del dragón. La sede está ubicada en Vélez-Málaga y ha sido equipada para recepcionar, limpiar, calibrar y envasar la producción. Para Cano, la gran ventaja de la pitaya española frente a la de importación es su sabor, más dulce, lo que juega a favor de los productores nacionales.

El proyecto de crear una fábrica de procesado de fruta del dragón de Pitaya España va dirigido también a aprovechar su peculiar cáscara para la industria cosmética, y a los esquejes de la planta.

Requiere menos riego que el aguacate o el mango

Las pitayas son plantas trepadoras de floración nocturna procedentes de zonas tropicales de América Central. Son cultivos subtropicales, que no soportan periodos largos por debajo de 0ºC, y se observan daños por frío cuando las temperaturas bajan de 4ºC, según el investigador del IHSM La Mayora, Iñaki Hormaza. Al ser plantas epifitas en su ambiente natural se encuentran sombreadas por hojas de los árboles por los que trepan, por lo que su cultivo se debe realizar en nuestras condiciones bajo malla de sombreo. Asimismo, al ser miembros de la familia de los cactus, su requerimiento hídrico es notablemente inferior al de otros cultivos subtropicales como el aguacate o el mango, aunque superior a los cactus procedentes de climas desérticos.

Según Hormaza, las flores son hermafroditas, de unos 20-40 centímetros de longitud y se abren durante una única noche, cerrándose por la mañana del día siguiente. En su hábitat natural la polinización se lleva a cabo por murciélagos y grandes mariposas nocturnas. «En nuestras condiciones, aunque diferentes insectos, como las abejas de la miel, visitan las flores para recolectar polen, su eficiencia de polinización es baja, debido al gran tamaño de las flores, por lo que para obtener una buena producción se necesita recurrir a la polinización manual», señala.

El científico señala que aunque algunas especies de Hylocereusson autocompatibles (se pueden autopolinizar en la misma flor o con flores de la misma variedad), en general se obtiene una mejor productividad y tamaño de frutos cuando se utilizan otras variedades para la polinización. La pitaya amarilla es autocompatible. La polinización manual se puede llevar a cabo por la mañana antes de que se produzca el cierre de las flores. En las pitayas rojas, el color de la pulpa puede ser blanco, rojo o diferentes gradaciones del color rojo, dependiendo de la variedad. En las pitayas amarillas, el color de la pulpa suele ser blanco.

La Mayora está llevando a cabo ensayos de manejo del cultivo para modificar las fechas de floración, conservación de polen para optimizar la polinización y diferentes cruzamientos para desarrollar nuevas variedades.

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