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Sábado, 6 de julio 2019, 00:31
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Seleccionar variedades de ciruelo que no necesitan de otras para producir fruta y también elegir cuales se deben plantar juntas para tener una producción mejor será más fácil a partir de ahora gracias a un estudio realizado por el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea (IHSM) La Mayora. El trabajo, que ha estado dirigido por jefe de Fruticultura Subtropical del centro de investigación malagueño, Iñaki Hormaza , ha consistido en analizar la autoincompatibilidad entre variedades mediante técnicas moleculares y en la observación de flores al microscopio en 30 genotipos de ciruelo japonés y en 24 de ciruelo europeo, además de en cinco de P. insititia, que es otra especie de ciruelo poco cultivada, también hexaploide. «Eso nos ha permitido conocer las necesidades de polinización de las variedades estudiadas y, además, ver las relaciones genéticas entre ellas, tanto dentro de cada especie como entre especies», ha explicado Hormaza.
Para el estudio se ha utilizado material de diferentes especies de ciruelas de colecciones de Zaragoza, Túnez y la isla de la Palma.
Según Hormaza, con el nombre genérico de ciruelas se conocen diferentes especies del género Prunus. Esas especies son originarias de Asia, Europa y América y, entre ellas, hay principalmente dos con mayor interés comercial. Una es la ciruela europea, que es hexaploide (Prunus domestica) y la otra la ciruela japonesa, que es diploide (Prunus salicina).
Hace aproximadamente un año, científicos de La Mayora participaron también en un estudio sobre albaricoques y otros frutales, especies vegetales han desarrollado un sistema de incompatibilidad floral que hace que la autopolinización –el proceso para crear semillas mediante la polinización de una planta con su propio polen– no produzca fruta. Esta es una estrategia que desarrollan muchas plantas para favorecer la polinización cruzada y aumentar la diversidad genética.
El trabajo, igual que ahora, consistió en analizar mediante observación al microscopio y análisis moleculares las relaciones de compatibilidad de 92 variedades de albaricoquero. De ellas aproximadamente la mitad son autoincompatibles y por tanto necesitan plantarse con otras variedades. Además, se pudo agrupar las variedades autoincompatibles en 11 grupos de incompatibilidad, lo que quiere decir que las variedades dentro de cada grupo no pueden plantarse juntas puesto que son interincompatibles. Hay que combinar una variedad con otra de cualquier otro grupo de incompatibilidad que no sea el suyo, según explicó entonces Hormaza. Con la información generada se pueden diseñar las nuevas plantaciones evitando problemas de incompatibilidad floral.
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