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Poco a poco, los alimentos ecológicos van consiguiendo llegar al consumidor por puntos de venta especializados o canales de venta directa desde el productor.
La economía verde echa raíces

La economía verde echa raíces

La agricultura, ganadería y agroindustria ecológicas viven un ‘boom’ en la provincia, con casi el doble de explotaciones en cinco años

Nuria Triguero

Domingo, 27 de marzo 2016, 00:25

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Unos la mayoría, según los estudios están preocupados por su salud y quieren evitar cualquier resquicio de herbicidas, fertilizantes y demás productos químicos en su despensa. Otros simplemente buscan tomates que sepan a tomates de verdad. También los hay que quieren poner su granito de arena por la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. Lo cierto es que consumidores de productos ecológicos hay muchos; cada vez más y con perfiles y motivaciones más variados. El halo de hippismo que acompañaba a este mundillo se ha disipado en gran medida, tanto en la parte de la oferta como de la demanda. De hecho, la agricultura, ganadería y agroindustria ecológica se ha convertido en uno de los sectores más rentables y pujantes del campo malagueño. En los últimos cinco años, el número de operadores (que suma explotaciones agrarias y ganaderas, industrias alimentarias, importadores y comercializadores) con sello bio casi se ha duplicado en la provincia: ha pasado de 809 a 1407, aumentando un 74% según los datos publicados por la Junta.

Conceptos para no perderse

  • ¿Qué es la agricultura ecológica?

  • Es un sistema de cultivo basado en la utilización óptima de los recursos naturales, sin emplear productos químicos sintéticos u organismos genéticamente modificados (OGM o transgénicos), logrando de esta forma obtener alimentos saludables a la vez que se conserva la fertilidad de la tierra y se respeta el medio ambiente. Idénticos criterios guían la ganadería ecológica.

  • ¿Es igual ecológico que orgánico o biológico?

  • Sí, son términos que han acabado siendo sinónimos.

  • ¿Cómo distinguir los productos ecológicos?

  • Por la Etiqueta Ecológica Europea, conocida como eurohoja, que distingue a los alimentos de producción ecológica fabricados en la UE. Esta etiqueta normalmente convive con la de las distintas entidades certificadoras. Sólo los productos certificados tienen derecho a utilizar los términos ecológico, orgánico, biológico, así como los prefijos bio o eco. Por eso en su día Danone tuvo que cambiar el nombre de su yogur Bio por Activia.

  • ¿Quién certifica que un producto es eco?

  • Las entidades certificadoras. En Andalucía antes sólo había una y era pública el CAAE. Ahora hay 11 diferentes, todas privadas, pero su misión es la misma

  • ¿Los productos km 0 son ecológicos?

  • No tienen por qué. El término kilómetro cero hace referencia a alimentos que han sido producidos a menos de 100 kilómetros del lugar donde van a consumirse. Con esto se fomenta la economía local, se consigue que los alimentos lleguen al consumidor con sus cualidades organolépticas intactas y se evitan las emisiones contaminantes del transporte. Pero un producto km. 0 puede estar producido a la manera convencional. Por otra parte, no hay una etiqueta oficial para los km 0.

Este crecimiento no se ha reflejado tanto en la superficie de cultivo certificada, que sólo ha aumentado un 13%, pero sí en la cabaña ganadera (con un 59% más de cabezas) y, sobre todo, en las actividades industriales, que son las que se dedican a transformar y envasar las materias primas. Esto se explica por la misma circunstancia que afecta al sector agrario malagueño en general: la limitada superficie de cultivo que tiene la provincia por motivos geográficos de hecho, es la última en el ranking andaluz. En cambio, Málaga se ha puesto las pilas en lo que se refiere al impulso de actividades de transformación y ya es la segunda provincia andaluza con más explotaciones agroindustriales: 284, más del doble que hace cinco años. Así pues, el auge que registra la industria alimentaria malagueña se traslada también al sector ecológico. Plantas de manipulación y envasado, almazaras, bodegas y queserías han proliferado a ojos vista.

Difícil encontrar tierras

El auge de la producción ecológica se percibe intensamente en la llamada huerta de Málaga, el valle del Guadalhorce, donde ha aumentado tanto el número de agricultores que ya es «muy difícil encontrar tierras disponibles para arrendar», según atestigua uno de los mayores productores de la zona, Antonio González. «Sólo en el último año la producción ha podido crecer un 10%. Hay agricultores convencionales que se reconvierten a ecológico y otros que empiezan de cero en ecológico», añade el gerente del Grupo de Desarrollo Rural del Guadalhorce, Sebastián Hevilla. La mayor rentabilidad y estabilidad de precios de este tipo de explotaciones está detrás de esta fiebre eco, aunque en la zona sigue habiendo pequeños productores que conciben la agricultura ecológica como parte de su forma de vivir y pensar.

En la Axarquía, los cultivos subtropicales y los invernaderos también se han teñido en buena parte de verde, con las grandes empresas comercializadoras y exportadoras, como Frutas Montosa, Bio Algarrobo, Frunet Bio o Balcón de Europa, actuando como tractoras.

En este auge juegan también un papel las ayudas europeas a este tipo de producción, como recuerda Luis Méndez, experto en agricultura ecológica de Asaja Málaga. «Los años que salen ayudas, como fue el caso de 2015, siempre aumenta la superficie cultivada. Y hay agricultores que cuando se acaba la ayuda dejan de hacer ecológico, eso es así», apunta.

Hay algo, sin embargo, que no ha cambiado desde los albores de la agricultura ecológica en Málaga. Y es que el 90% de la producción se sigue destinando a exportación, ya que el consumo de productos bio en España, aunque está despertando poco a poco, sigue a años luz de países como Alemania o Reino Unido. «Somos los primeros produciendo y de los últimos consumiendo. Si no cambiamos eso, si el consumidor no conoce el producto y lo demanda, nos moveremos tan sólo en los márgenes que la exportación nos permita», afirma Luis Méndez, que alerta de que hay «señales de estancamiento» en la evolución de la producción ecológica que, en su opinión, están relacionadas con la falta de demanda nacional.

El caso de Antonio González es extrapolable al de los grandes productores de este sector. Empezó en 1995 con las tierras que heredó de su padre y hoy regenta una de los mayores plantaciones de limón ecológico de España, con más de 80 hectáreas a las que se suman otras 40 de naranjas, mandarinas, frutales y hortalizas. El 95% de su producción se consume en el extranjero.

En opinión de Luis Méndez, la falta de información y promoción y de canales de comercialización siguen siendo los dos grandes obstáculos para que despegue el consumo en España. Para él, las iniciativas de venta directa de productores, como los mercadillos o los grupos de consumo, «están bien pero no sirven para alcanzar un volumen crítico». «El que tiene una huerta familiar puede vender en mercadillos, pero el que tiene 30 hectáreas de naranjos no», afirma. «Hay que trabajar para que los productos ecológicos tengan un expositor en cada supermercado», añade.

Hay quienes tienen una visión más optimista, como Sebastián Hevilla. «El consumo de productos ecológicos se ha multiplicado por cuatro en Europa y a nivel nacional puede que no llegue a tanto, pero hay un incremento. Hay productores de nuestra zona que hasta ahora sólo exportaban y ahora venden dentro de España», afirma, citando el caso de la cooperativa Guadalhorce Ecológico.

El consumo local despierta

Hevilla cree que la red de mercadillos ecológicos impulsada por el Grupo de Desarrollo Rural en la provincia ha creado un «caldo de cultivo muy positivo» para que los malagueños «conozcan estos productos y comprueben que no tienen que ser más caros que la fruta y verdura de supermercado». «Ahora se vende mucho directamente a domicilio», apunta. Además, indica que los productores locales cada vez encuentran más puntos de venta: desde herboristerías hasta fruterías de barrio. Respecto a los supermercados, considera que no son un canal «imprescindible», aunque destaca que cadenas como Lidl o Aldi dedican cada vez más espacio en sus lineales a productos bio.

Por otra parte, el auge de la economía verde plantea un riesgo del que no se habla oficialmente, pero que los productores más veteranos insisten en señalar. Y es que como en todos los sectores de la economía, en este también existe la picaresca. Como explica Antonio González, no todo el producto que se está certificando como ecológico lo es. «La labor de las entidades de certificación no está siendo tan buena como cabría esperar», afirma. Estas entidades tienen la misión de inspeccionar las explotaciones para controlar que se cumplan las normas de producción ecológica. La Junta de Andalucía, en opinión del agricultor, «debe dar el primer paso para investigar y ponerse firme con los casos de fraude».

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