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LUCÍA PALACIOS
Domingo, 2 de octubre 2016, 01:35
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Les llaman 'los de negro' (por el color de sus coches) y son mayoritariamente odiados por el gremio del taxi. Y es que han generado una verdadera revolución en un sector hasta hace poco monopolizado por una única empresa. Sin embargo, el fundador y CEO de Cabify, Juan de Antonio, mantiene que para nada quieren competir con el taxi, sino con el vehículo particular. Éste fue el objetivo principal que le impulsó a crear en 2011 este proyecto: hacer más habitables las ciudades atestadas de coches.
Por si hay alguien que no lo conoce, Cabify es una empresa que a través de una aplicación móvil ofrece servicios de chófer privado pero con unos precios cerrados y un 20% más baratos que los taxis tradicionales. Comenzó su andadura en Madrid hace cinco años y ha tenido un crecimiento descomunal: a día de hoy cuenta con 700 empleados en veinte oficinas de 15 países. Y todo apunta a que su futuro es más que prometedor. No en vano el pasado abril cerró con Rakuten una ronda de financiación de 120 millones de dólares para continuar su expansión por Europa, Asia y Latinoamérica.
De hecho, su consejero delegado atiende a este periódico desde Seúl inmerso en esa tarea de engrandecer un negocio que -a su juicio- aún supone apenas un 1% de lo que aspira a ser. Sus primeras palabras denotan una gran humildad: «Se le da demasiado romanticismo a esto de las 'startups'», sostiene, al tiempo que matiza que parece que un emprendedor es un joven que «se deja la piel» para sacar su negocio adelante mientras que un empresario es un «exprimidor» de trabajadores. «No se puede idealizar a uno ni demonizar a otro», afirma.
«Hay Cabify para rato»
La vena empresarial de este ingeniero de Telecomunicaciones le viene desde lejos: confiesa que siendo un crío ya 'maquinaba' cómo podía sacar más rentabilidad a los prados que su familia poseía por Segovia. Pero no quiere engañar a nadie: proclama a los cuatro vientos lo duro que han tenido que trabajar él y su equipo para convertirse en lo que hoy son y advierte de que hay que ser consciente de que una persona que quiere empezar un proyecto de envergadura tiene una probabilidad de éxito muy baja. Eso sí, para el que aún así esté animado, le invita a trabajar duro, luchar por esa causa en la que cree y, sobre todo, tener capacidad analítica para atreverse a corregir cuando uno se equivoca. «Ésa es la forma de llegar al éxito», mantiene.
Pese a que en septiembre los ingresos de esta 'startup' se incrementaron un 40%, De Antonio no se conforma y asegura que esta empresa puede crecer mil veces más de lo que es ahora. «Hay recorrido de Cabify para rato», dice con convicción.
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